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Jacques Audiard, el contundente maestro de la violencia

El director francés presenta en Cannes ‘Dheepan’

Gregorio Belinchón
El director Jacques Audiard en Cannes.
El director Jacques Audiard en Cannes.Tristan Fewings (Getty Images)

Violencia, personajes contundentes, un estilo propio con la cámara, gran potencia en su cine. La carrera de Jacques Audiard (París, 1952) se ha basado en estos cimientos hasta convertirse en uno de los grandes realizadores europeos. A España su trabajo no llegó hasta Lee mis labios (2001). Su popularidad creció con De latir mi corazón se ha parado (2005) y se asentó con una obra maestra, Un profeta (2009), Gran Premio del Jurado del año que ganó la competición francesa La cinta blanca, de Michael Haneke, y logró llegar a los Oscar. De óxido y huesos bajó su currículo, y con Dheepan recupera cierta firmeza, pero no está entre sus grandes trabajos.

En Dheepan, que se ha presentado esta mañana a concurso, Audiard usa la guerra civil en Sri Lanka –donde murieron hasta 100.000 personas- como punto de partida para mostrar como tres personas pueden convertirse en familia. El protagonista, guerrillero tamil, hastiado de la violencia, decide emigrar: la manera más fácil es con una familia y a su viaje se suma una chica y una niña de nueve años, sin ningún parentesco entre sí. En Francia acaban como porteros en uno de los barrios de extrarradio, la banlieue, erosionado por las drogas y la violencia. Allí empiezan a crecer emocionalmente como familia, mientras en el exterior la situación se radicaliza más y más. Quien haya visto The wire sabrá hasta qué extremos se puede llegar.

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Pero Audiard ha explicado esta mañana que estaba mucho más interesado en “contar una historia de amor desde un ángulo distinto”. La idea primigenia ya estaba antes de Un profeta y lleva cuatro años con el proyecto: “Decidimos centrarnos en la pareja… y reconozco que me atrae la idea de que en un filme francés se hable tamil”.

Audiard ha confesado que no sabía mucho del conflicto y que desde luego rehúye cualquier posibilidad de mensaje político: “Como no quería meter la pata fuimos muy precisos con el casting, que esas piezas encajaran. En el trabajo con Noé Debré y Thomas Bidegain, los guionistas, cambiamos mucho el primer borrador. No queríamos hacer un documental sobre Sri Lanka, ni uno sobre esos barrios ni lanzar un alegato político. Es una guerra horrible, la gente sigue sufriendo, me sentí tan conmovido como enfadado cuando empecé a ver fotografías de las matanzas. Pero la banlieue y el conflicto son el background, no necesitamos como narradores empezar a describirlos. En realidad, encuentro muy difícil describir las cosas en pantalla. Suelo derivar a lo abstracto; no sé si sabré cambiar en el futuro”. Tanta elaboración le llevó incluso a la reescritura en el rodaje, porque allí sintió que debía enfocar aún más la película “en los personajes”.

¿Se considera Audiard el director de la violencia? “Es cierto que la gente me pregunta todo el rato si necesito la violencia para hacer cine. Y aún me sorprende la pregunta. No sé responder. A mí en Dheepan me interesaba esa historia de familia falsa que acaba convirtiéndose en una verdadera”. Ni siquiera cree que con su cine esté retratando Francia: “Mostramos diferentes partes del país, pero jamás con ánimo descriptivo, sino a través del punto de vista de los personajes”.

Al final del encuentro con la prensa, el cineasta ha confesado que ha corrido, y mucho, para llegar a Cannes: “Ha sido un proceso largo, de 3 o 4 años de escritura… y al final hemos tenido que acabar rápido. Cuanto más rápido te mueves, menos piensas, y eso me gusta. No te planteas cosas, no tienes tiempo para arrepentimientos”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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