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La vida de barrio cabe en la cámara

Daniel Guzmán debuta como director con un retrato autobiográfico de la adolescencia

Rocío García
El actor y director Daniel Guzmán.
El actor y director Daniel Guzmán.CLAUDIO ALVAREZ

Le corroía por dentro de una manera febril. Era tal el anhelo por dar carpetazo a una etapa de su vida más que complicada que nunca cejó en el empeño, a pesar de las dificultades enormes que encontró en el camino, de las puertas que se le iban cerrando. Diez años y muchas canas le ha costado al actor Daniel Guzmán levantar y estrenar su primer largo como director, A cambio de nada, una incursión realista en la adolescencia que tiene mucho de autobiográfica. Tanta verdad hay en el filme que Guzmán se empeñó en rodar en la misma casa donde vivió 25 años, un piso de 50 metros cuadrados en que el equipo se tenía que turnar para poder entrar. También en el de la vecina del quinto, en el instituto donde estudió y de donde le expulsaron, al propio director que le expulsó del centro y hasta a su abuela como pieza central de la historia.

“He volcado toda mi vida. Me he quedado muy tranquilo. Estaba decidido a hacerla costara lo que costara. Me he desnudado emocionalmente y eso me daba miedo, pero yo tenía claro que mi primer largometraje tenía que hablar de lo que guardaba en mi interior”, dice. “He sido muy inquieto en mi adolescencia y pienso que mis experiencias de buscarme la vida en la calle eran un material muy bueno para contar una historia y compartirla”, añade.

Todo parece indicar que no se ha equivocado. A cambio de nada fue la gran sorpresa del reciente Festival de Cine de Málaga, donde se alzó con la Biznaga de Oro a la mejor película, el premio de la crítica y los galardones a la mejor dirección y al mejor actor secundario para Antonio Bachiller.

No niega Guzmán que todo ha brotado como una catarsis personal, pero nunca ha dejado de pensar en el público. El cine le cambió la vida y más esta película. Dice que le ha servido para hacer las paces con aspectos pendientes de su vida, canalizar cosas que no entendía y soltar mucho lastre. “Yo dejé la vida en la calle por el cine. El cine me ha dado una segunda oportunidad”, confiesa este actor que se dio a conocer con Éxtasis, de Mariano Barroso, filme que compartió con Javier Bardem y Federico Luppi en 1995.

Ahora tiene 41 años y cuando mira atrás ve una adolescencia feliz, pero muy dura. Tardó cinco años en escribir A cambio de nada —“Yo creo que me costó tanto porque ahí estaban muchas vivencias mías”— y luego se enfrentó, sin ninguna ayuda previa de Cultura ni de las cadenas de televisión —al final entró TVE—, a tantos portazos en las productoras a las que presentó el proyecto que sólo es capaz de explicar en voz baja: “Ha sido muy, muy duro; no lo puede uno imaginar”. No guarda el más mínimo rencor, quizás porque saca del bolsillo ese sentido del humor con el que siempre ha salido adelante: “Esa gente que me ha dicho que no al proyecto ha conseguido que me peleara mucho más. Me han hecho mucho más fuerte”.

A cambio de nada está protagonizada por actores no profesionales, entre ellos la abuela del realizador, Antonia Guzmán, junto a secundarios de lujo, como Luis Tosar o Miguel Rellán. “Tenía claro a qué nivel de autenticidad quería llegar y para eso necesitaba una serie de ingredientes como la combinación entre actores profesionales y no, que se alimentan recíprocamente”. El filme se adentra en el Madrid más áspero para retratar la vida de un adolescente que escapa de su casa huyendo de un ambiente familiar muy hostil y cae en un submundo de delincuencia, acompañado por su amigo del barrio.

Ya tiene Guzmán pensada su segunda incursión en la dirección. Será una historia en torno a un amigo suyo, un antihéroe.

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