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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Llama a Saul

'Better Call Saul' no aspira a un nuevo 'Breaking Bad', sino que tira del hilo de un personaje episódico y crea una serie totalmente distinta

David Trueba

Aunque a muchas series derivadas de otras series de éxito se las conoce como spin-off en la jerga televisiva, se las debería llamar spin out, que es lo que hacen los niños cuando alargan la cena sencillamente para irse más tarde a dormir. Muchas de las prolongaciones son maneras de alargar el negocio. Aunque ha habido casos espectaculares como Frasier, que se convirtió en una comedia de situación venerada a partir de un personaje lateral de Cheers. El acierto de Better Call Saul apunta hacia esa misma habilidad. No aspira a un nuevo Breaking Bad, sino que tira del hilo de un personaje episódico y crea una serie totalmente distinta. En la primera temporada, y hoy llega el capítulo 10 según los va despachando Movistar Series en su primer acierto de calidad, aún el protagonista no se llama Saul Goodman, como lo conocimos en la serie anterior, sino que sigue peleando contra su mala fama, mediocridad y mal fario, bajo el nombre de Jimmy McGill.

Su despacho de abogado está al fondo de un centro de pedicura coreano y sus casos más sustanciosos son herencias y timos. La serie se asienta sobre el actor Bob Odenkirk y su flequillo teñido con matices irónicos, pero sin caer nunca en el estilo ya arquetípico que inauguró la película Fargo y ha perpetuado la serie del mismo nombre, donde al espectador se le sitúa en una superioridad despreciativa, en una risa sarcástica algo elitista y se le dora la píldora de su inteligencia sin retarle a enfrentarse a su propia miseria exponiéndole de manera demasiado insistente a la miseria de los otros.

Quizá la parte más débil de Better Call Saul apunta a las tramas de mafias locales en la particular Albuquerque y al personaje del duro Jonathan Banks, también traído del serial previo. Pese a la experiencia de Breaking Bad, hay personajes demasiado tópicos, soluciones fáciles y latinos de chiste. En cambio, con el abogado al que da vida Odenkirk y su hermano mayor fóbico pero de talento portentoso se levanta un fresco elocuente del cochambroso sueño americano a mitad de 1990, pleno de pillería, ingenio, dialéctica, pero también redención y moral propia, mimbres con los que Vince Gilligan y Peter Gould han levantado la serie del año.

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