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Una celebración de sabor agridulce

El teatro festeja hoy su Día Mundial entre el entusiasmo y los reproches

Natalia Sánchez (izquierda) y María Garralón en 'La pechuga de la sardina'.
Natalia Sánchez (izquierda) y María Garralón en 'La pechuga de la sardina'.

“Los pueblos, gracias a los Días Mundiales del Teatro, tomarán por fin consciencia de sus riquezas respectivas y colaborarán con un alto proyecto de paz”. Jean Cocteau se levantó especialmente optimista (o especialmente irónico) el día que se puso a escribir el primer mensaje del Día Mundial del Teatro, que se celebró en 1962. Medio centenar de intentonas más tarde, un 27 de marzo más, el propósito es el mismo: difundir la importancia de las artes escénicas como un espacio de entendimiento universal.

El mensaje de este año, obra del director polaco Krzysztof Warlikowski, es algo más oscuro: “Descubrimos que ya no podemos construir torres y murallas para defendernos (…). Y eso es exactamente el porqué el teatro debe existir, para observar con detenimiento dentro de lo que está prohibido”. El manifiesto, traducido a más de 20 idiomas, se leerá hoy en miles de salas de todo el mundo.

Madrid y Cataluña reúnen el mayor número de actos sobre el sector

Pero Ernesto Caballero no quiere ponerse lúgubre. El director del Centro Dramático Nacional señala: “Aunque la industria pueda tener sus problemas, la necesidad de sentarse ante un semejante e intentar entender al ser humano no ha desaparecido. Y lo estamos haciendo con una calidad altísima”. Por tanto, fiesta sobre las tablas para celebrar que el teatro vive. Desigualmente, eso sí.

En Madrid, la Comunidad coordina más de 200 actividades en la octava edición de La Noche de los Teatros. Las salas ofrecen descuentos de hasta el 50% y el Gobierno regional sufraga algunos espectáculos de calle. En Cataluña, artistas, empresarios y teatros se asocian para montar ocho actos sobre el estado del sector durante el fin de semana, además de ofrecer descuentos del 50%. En el resto de Comunidades, el despliegue (cuando existe) es menor, o queda reducido a diversas iniciativas puntuales.

“Es paradójico que las Administraciones que normalmente nos ponen tanto problema, promulguen un día de celebración”, protesta Álvaro Tato, de la compañía Ron Lalá, que desde hoy representa Ojos de agua en el Español. A su entender, el Día del Teatro es “solo un gesto”, pero recuerda que hay que “estar en la trinchera todos los demás”.

En esa trinchera se ha metido también la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña. Lanzará, como suele, su propio manifiesto, que acompaña al universal porque este, “suele quedarse en algo muy vago”. Además de leerlo de viva voz, la asociación ha producido un vídeo en el que desgrana los costes que se pagan con una entrada de teatro, del IVA a los derechos de autor o la reinversión en publicidad. El resultado es claro: “La recompensa vocacional que nos supone hacer nuestro trabajo no es suficiente”.

Caballero también reivindica que la creación “debería facilitarse desde las instituciones”. Pero hace hincapié en el “momento dulce” del teatro nacional: “Sobre todo, por el público, que está especialmente inspirado y acepta la diversidad”. Pese a ello, esos espectadores siguen abandonando las salas. En 2013, se perdieron medio millón de entradas con respecto al ejercicio anterior, según el último anuario de la SGAE. En 1962, Cocteau finalizaba su mensaje con una proclama atemporal: “¡Si el teatro está muerto, viva el teatro!”.

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