_
_
_
_
_

Jake Gyllenhaal, un coyote hambriento de buen cine

El actor produce y protagoniza ‘Nightcrawler’, último ejemplo del giro de su carrera

Jake Gyllenhaal, en un fotograma de 'Nightcrawler'.
Jake Gyllenhaal, en un fotograma de 'Nightcrawler'.

En 2013 Jake Gyllenhaal estrenó Prisioneros y Enemy. Dos películas, dirigidas por Denis Villeneuve, que confirmaban que su intenso papel en el drama policial Sin tregua el año anterior no había sido sólo un pequeño desvío en su carrera, sino que eran el camino definitivo que quería seguir después del batacazo de Prince of Persia. “Ni se lo mencionéis”, bromeaba Villeneuve sobre su actor. “Es consciente de que no fue bueno para él… Jake ha crecido en esta gran maquinaria, intentando sobrevivir; pero ahora es un hombre, puede tomar sus propias decisiones y espero que le dejen demostrar el gran actor que es”.

Gyllenhaal, hijo de una guionista y un director, hermano pequeño de la actriz Maggie Gyllenhaal, ha decidido elegir sólo proyectos que le hagan crecer. Y Nightcrawler, ópera prima del guionista Dan Gilroy (hermano de Tony Gilroy, productor del filme junto a Gyllenhaal), es un paso más en esta decisión firme del actor a dar una vuelta a su carrera. “Llevo tres años seguidos viniendo a este festival con películas de las que me siento muy orgulloso y por eso estoy aprendiendo a aceptar los halagos ”, decía en el pasado festival de Toronto, donde presentó la película y empezaron las críticas positivas por su transformación en un cazador de noticias macabras en la noche de Los Ángeles, un sociópata sin escrúpulos y sediento de éxito que captura y vende imágenes de sangre, intimidad y dramas humanos a una televisión.

“Yo no le veo como un sociópata”, corre a decir el actor. “No puedes interpretar a alguien pensando en lo malvado que es. Yo le veo como a un artista, alguien que intenta buscar su camino, alguien al que el destino le ha dado su oportunidad. La película es el nacimiento de un artista, así lo entendí mientras me preparaba”.

En esta nueva etapa de su carrera, Gyllenhaal se ha dado cuenta de que el proceso para convertirse en el personaje es más importante que el resultado. Por eso se pasó cuatro meses preparándose para este papel. “Cuando estaba aquí el año pasado, no comía, repetía mis diálogos una y otra vez entre entrevista y entrevista, porque sabía que la única manera de que pudiéramos rodar Nightcrawler en 25 días era que el personaje se me calara hasta los huesos”, explica y asegura que aún no lo ha soltado del todo y le ha cambiado para siempre.

“Cada personaje que he interpretado recientemente ha tenido un efecto en mí y lo mismo me ha pasado con Lou. Estuve en lugares muy aislados y muy extraños para ser él. Ahora sé que quería interpretar este personaje porque hay una parte de mí que le entiende. La interpretación es una profesión inmadura y egoísta. Pero también puede generar empatía, aunque no fueras capaz de hacer lo que alguien hace, lo entiendes. Y creo que es lo mejor de ser actor”.

La empatía por este personaje se le despertó cuando dio con la clave de su personalidad. “Lou es un coyote”, exclama, como le soltó a Dan Gilroy en mitad de un paseo por Los Ángeles. “Al contrario que otras metrópolis, Los Ángeles está rodeada de desierto y hay animales salvajes, sobre todo coyotes que acechan en las sombras y cuando te cruzas con uno te miran como si fueran a comerte, su técnica consiste en cazar al desesperado. Intenté convertirme en uno. Y por eso empecé a ir corriendo al set. Aunque estuviera a 20 kilómetros de distancia. Hubo días que llegaba al set corriendo, me ponía el vestuario, ni me duchaba y entraba a rodar. Y no comía”.

Además, igual que con Sin tregua y Prisioneros pasó tiempo con policías, para Nightcrawler conoció a cazadores de noticias reales. “Nos pasamos noches enteras con ellos, dando vueltas por Los Ángeles, escuchando las radios policiales, esperando, esperando, hasta que saltaba algo, nos íbamos hasta el lugar, lo grababan, lo editaban y lo mandaban”, cuenta. Esas imágenes que capturaban de accidentes o crímenes se las vendían al mejor postor, que en la película es una directora de informativos, interpretada por Rene Russo, con menos escrúpulos que su camarógrafo.

Un intercambio de información y poder a través del cual Gilroy no sólo retrata en Nightcrawler la obsesión enfermiza del personaje de Gyllenhaal por la fama –algo que el actor dice entender “habiendo crecido en EE UU y el capitalismo”–, sino que además plantea la falta de ética y la manipulación actual en los medios de comunicación. “Yo iría más lejos, creo que lo que ocurre en los medios ahora es que provocan algo dentro de nosotros que nos hace ir más despacio cuando pasamos por delante de un accidente o pinchar en un vídeo angustioso; aunque nos parezca terrible, nos interesa”, dice Gyllenhaal. “Lo que creo es que Lou es un tipo al que le da el poder el personaje de Rene. Y a Rene se lo dan los capos de su televisión, que a su vez están autorizados por nosotros. Lou es un producto creado por nosotros. Mucha gente no lo verá así, pero lo es. Así es como lo veo”.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_