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Una institución británica

El filme contrapesa la naturaleza fragmentaria de las historias originales de Michael Bond con un dramático pasado para el osito

Con más de 70 libros ilustrados y tres series televisivas en su haber, el osito Paddington, creado por el escritor Michael Bond en 1958, es toda una institución británica, tan sólida como el té de las cinco y tan carismática como Gromit, el chucho de plastilina inmortalizado por Nick Park. Esta última comparación viene especialmente al caso, porque, a pesar de que Paddington supone la primera encarnación del personaje en hiperrealista animación digital, la película parece esforzarse por simular un espíritu sumamente artesanal, de producto hecho a mano y cuidado casi en cada detalle (incluso el papel pintado, dinámico y expresivo, que decora el hogar de los Brown, la familia de acogida del osito de origen peruano que llega a Londres como si fuera un huérfano de posguerra).

PADDINGTON

Dirección: Paul King.

Intérpretes: Sally Hawkins, Nicole Kidman, Hugh Bonneville, Peter Capaldi, Jim Broadbent.

Género: aventuras. Reino Unido, 2014.

Duración: 95 minutos.

La película contrapesa la naturaleza fragmentaria de las historias originales de Michael Bond proporcionando un dramático pasado al personaje y convocando a una antagonista calculadamente grotesca —la taxidermista que interpreta Nicole Kidman— que se convierte en la más visible disonancia dentro de un proyecto que evita, por regla general, esa tendencia a la histeria y al exceso tan presente en ese moderno cine infantil que se avergüenza de serlo y tantea la seducción adulta. Paddington logra conquistar un tono atemporal y tiene el detalle de complacer a los amantes de las fuentes adaptando con acierto muchos pasajes de su primer libro, Un oso llamado Paddington.

Sorprende que haya sido Paul King el director escogido para una operación tan delicada: realizador de una serie de humor tan imaginativa y delirante como The Mighty Boosh (2004-07) y director de un único largometraje anterior en clave de comedia onírica y adulta —el inédito en nuestro país, pese a contar con Verónica Echegui en su reparto, Bunny and the Bull (2009)—, King ha abordado el proyecto con el mimo del lector que considera los libros de Bond como parte esencial de una educación sentimental a la que había que rendir justicia. La mezcla de animación e imagen real funcionaba en Bunny and the Bull como estrategia de contraste cómico: aquí, King forja una realidad orgánica, un libro infantil en movimiento.

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