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Vodevil de tintes negros

Carlota Pérez-Reverte se estrena en la dramaturgia con 'Perdona si te mato, amor'

Rocío García
Rafa Blanca y Sivlia de Pé, en un ensayo de 'Perdona si te mato, amor'.
Rafa Blanca y Sivlia de Pé, en un ensayo de 'Perdona si te mato, amor'.Bernardo Pérez

“¡Vengo a entregarme. Soy un criminal¡”. El que entra angustiado en la comisaria es un asesino en serie. En la mesa, un policía, medio descamisado y sin corbata, le recibe sin apartar siquiera los ojos de un papel sobre la mesa. “¿Ha cogido número?” le dice . “¿Qué número?” explota asombrado el visitante. “Que no ha cogido número”. El hombre se levanta, busca la máquina, aprieta el botón, saca el número y es entonces cuando confiesa que es el autor de once asesinatos y que ha venido a entregarse.

La escena es un buen ejemplo de lo que subyace detrás de Perdona si te mato, amor, un vodevil de tintes negros, una comedia disparatada que bebe en lo más sagrado de las historias clásicas de detectives, que supone el estreno como autora teatral de Carlota Pérez-Reverte. La obra, dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer, se estrena hoy en las Naves del Matadero, de Madrid.

Un atractivo fiscal de larga gabardina y sombrero, una mujer fatal vestida de rojo, un policía incompetente, una historia de amor. En Perdona si te mato, amor, no falta ningún ingrediente del género de la novela negra, al que Pérez-Reverte, historiadora de 31 años, está entregada desde hace tiempo. El texto lo escribió como ejercicio de creación personal, sin pensar en una hipotética representación teatral. “Nunca soñaba con esto y menos en el Español, era algo inconcebible para mí”, confiesa la autora, que vive estos días una mezcla explosiva de felicidad, pavor y responsabilidad.

El artefacto escénico, el armazón dramatúrgico de la obra, en la que se han incluido algunos cambios, está firmado por Alberto Castrillo-Ferrer, un director bregado en la precisión y los ritmos de la comedia en el teatro. “Ha sido un auténtico trabajo de compañía, algo que no suele ocurrir en los teatros públicos. Todos, incluidos los actores, hemos ido componiendo y analizando esta historia que entronca con la mejor tradición cómica española, con un universo muy reconocible”, asegura Castrillo-Ferrer.

Como si de un tablero de juegos se tratara, la obra se organiza en cinco lugares distintos —una comisaría, un despacho de detectives, una ferretería donde venden venenos, la vivienda del fiscal y el piso en el que aparece el cadáver— todos montados en un mismo escenario, muy cinematográfico, que se van apagando y encendiendo para ir construyendo la historia. “No todo vale en la comedia”, advierte el director, que tal concienzudo relojero va ajustando las piezas claves para hacer de Perdona si te mato, amor un artefacto digno de la mejor precisión humorística.

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