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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vivimos una era de intensidad tenue

Harold Bloom es para mí uno de los más grandes críticos y ensayistas junto con Steiner de estas últimas décadas. Por lo tanto, todo lo que dice lo dice un maestro. Un maestro con el que podemos estar de acuerdo y, a veces, discrepar precisamente porque la crítica y el ensayismo son géneros sometidos a la interpretación personal. También Harold Bloom es uno de los más grandes profesores de la literatura comparada. Entre mis muchas admiraciones, la mayor es por su capacidad de haber leído tanto y en tantas lenguas distintas a lo largo de su vida.

Cada época vista desde la perspectiva histórica tiene sus luces y sus sombras y no todas las épocas han brillado con la misma intensidad. Probablemente ésta, la de finales del siglo XX y principios del XXI sea de una intensidad tenue.

Evidentemente, no hay autores de la talla de Proust, Joyce, Kafka, Beckett o Borges pero sí interesantes, sí ejemplares y sí generosos. Las grandes cabezas no se dan, desgraciadamente, con abundancia. Son escasas y, cada vez más, porque también desgraciadamente la sociedad masificada y de consumo en la que vivimos las requiere menos. Es cierto que estamos ante el ocaso de las humanidades, de los periódicos y de la cultura en general como la hemos vivido hasta hoy. Las nuevas tecnologías y todo lo que ellas implican todavía ahondarán más en este abismo. Hay buenos lectores, magníficos libros pero, cada vez más, como dice Harold Bloom: “La basura nos invade”.

Precisamente, por esa industrialización a la que sometimos a la creación literaria y por la cada vez más extendida idea de la diversión y de la “cultura del entretenimiento”. La enseñanza, la lectura y la escritura son fundamentales en cualquier sociedad, y valores que deben defender la familia, la educación primaria y la universitaria. Es decir, el Estado. Un derecho de todos los ciudadanos que muchas veces no se cumple. Es cierto, no hay nada radicalmente nuevo en la creación literaria y, probablemente, no lo vuelva a haber. Estamos en un mundo de la sobrevivencia. ¿Sobrevivirán los géneros literarios tal cual los hemos conocido hasta ahora? ¿Sobrevivirá el periodismo tal cual lo hemos conocido hasta ahora? ¿Sobrevivirá la creación tal cual la hemos conocido hasta ahora? ¿Ayudarán las nuevas tecnologías o serán quienes lo decapiten todo? Estamos en una época difícil y la crisis no sólo es económica sino social, cultural y educativa.

Un mundo nuevo o diferente está a punto de aparecer. No sé si Harold Bloom y muchos de nosotros pertenecemos ya al pasado. Pero un pasado que no debería olvidarse, en el que el saber y el conocimiento han sido fundamentales para alcanzar la libertad.

César Antonio Molina es director de la Casa del Lector de Madrid.

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