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La Constitución, ¿reforma o ruptura?

Los expertos se pronuncian sobre la modificación de la Carta Magna o el inicio de un nuevo proceso constituyente

Santiago Carrillo (izquierda) charla con Adolfo Suárez en el Congreso de los Diputados en 1983.
Santiago Carrillo (izquierda) charla con Adolfo Suárez en el Congreso de los Diputados en 1983.MARISA FLÓREZ

La reforma de la Constitución está en la mente de la mayoría de los entrevistados, aunque también hay voces que defienden la apertura de un proceso constituyente. Entre los historiadores, Gutmaro Gómez Bravo considera que si la reforma se sigue aplazando por falta de voluntad política, “solo queda expresar la voluntad popular en las urnas a favor de un nuevo proceso constituyente”. Mirta Núñez apunta que si “ha cambiado el régimen e incluso su percepción, también debería cambiar su marco jurídico e iniciar un proceso constituyente”.

Julián Casanova apuesta por hacer “cambios y reformas que mejoren la calidad de la democracia, refuercen la participación ciudadana, pero que impidan también la apertura de un escenario de inestabilidad”. “La mala gestión de la democracia del PP y el PSOE, los efectos sociales de la crisis económica, el debate sobre Cataluña y el abismo entre los dirigentes y la mayoría de los ciudadanos —alimento de populismos— complican muchísimo cualquier cambio o reforma”, añade. Ferran Gallego aboga por la “reforma de la Constitución, lo único viable políticamente en este momento. A no ser que consideremos que puede generarse consenso social y cohesión política sin diez millones de votantes de la derecha y un sector mayoritario de la izquierda”. En un proceso constituyente participaría un “minoría apreciable, pero una minoría social y política”, agrega.

El escritor Javier Cercas recuerda que “los países que funcionan lo hacen sobre la base de las reformas, como los americanos que han ido modificando sucesivamente la Constitución. La Historia de los últimos dos siglos de España es la de sucesivos errores, que consisten en volver a empezar”. La escritora Marta Sanz incide “en que se vulneran derechos fundamentales, como el derecho al trabajo, a la salud, a la educación, a la vivienda, o los derechos de las mujeres”. Y por ello, no cree que sólo sea necesaria una reforma, “un lavado de cara, sino una modificación mucho más profunda”. Las artistas Cabello&Carceller tienen otra visión: “Vivimos en un país regido por una monarquía testicular. No se nos puede pedir que miremos a otro lado. Hay derechos básicos que se nos han negado. Por ejemplo, el género bajo el que se quiere vivir continúa judicializado y bipolarizado. Se ha optado por un inmovilismo exasperante”.

El periodista Guillem Martínez sostiene que “el actual sistema colapsado parece que quiere reformarse a sí mismo levemente y en términos, leves también, federales”. “Preferiría un proceso constituyente”, añade. Para Alberto Corazón no se requiere “un nuevo proceso constituyente sino una segunda Transición”. La actriz Magüi Mira incide en que hay cosas válidas y otras obsoletas e insta a “los expertos a que lo arreglen”. El filósofo Ernesto Castro aboga por una amplia reflexión y, si se inicia un proceso, “no debería hacerse como en 1978, votando con el miedo en el cuerpo, aunque la letra de la Carta Magna actual contiene principios que, si se pusieran en práctica, estarían a la izquierda, como que la propiedad privada está subordinada al interés general”.

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