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LIBROS

Pessoa desasosegado pero en orden

La editorial Pre-Textos lanza una edición del libro fundamental de Pessoa más limpia y comprensible al eliminar textos, aunar fragmentos y colocarlos en orden cronológico

Fernando Pessoa y su galaxia de heterónimos, dibujados por Fernando Vicente.
Fernando Pessoa y su galaxia de heterónimos, dibujados por Fernando Vicente.

“Es el único escritor muerto que publica más que escritores vivos; un milagro, un emblema de la modernidad”. El entusiasmo procede de Antonio Sáez Delgado, traductor de la nueva versión de El libro del desasosiego. No es una más de la obra maestra de Fernando Pessoa. La versión de Pre-Textos poco tiene que ver con las anteriores. Por primera vez se basa en una relectura de los textos originales; por primera vez siguen un orden cronológico. Además, la eliminación de textos que no eran de la obra y la unificación de fragmentos (de más de 700 a 450), consiguen El libro del desasosiego más diáfano de su sinuosa historia.

Aún hay caballeros que sueñan con el Santo Grial, alquimistas en busca de la fórmula del oro, bucaneros con una pata de palo y medio mapa del tesoro, pero solo los filólogos hallaron el suyo, un baúl con 30.000 papeles de escritura manuscrita o mecanografiada y sin apenas orden ni concierto. Pessoa (1888-1935) había dejado a su temprana muerte una herencia a la humanidad de incalculable valor, pues no se puede calcular lo que aún no se ha publicado. Y, 80 años después, en ese baúl siguen husmeando investigadores, editores, traductores y, por supuesto, apasionados lectores de un autor que añade a su obra desordenada, una personalidad tan misántropa como poliédrica.

Se tardaron 47 años en publicar El libro del desasosiego (1982), los mismos que vivió Pessoa, dato que le haría cavilar, dada su afición al esoterismo. La tardanza no fue a costa de la exactitud. La autoría del libro se adjudicó a uno de sus escritores en los que se desdoblaba -uno de los heterónimos, Bernardo Soares-. Pessoa seguía provocando el desconcierto.

Pese a la incomunicación entre el escritor portugués y la intelectualidad española, prácticamente al año siguiente ya había versión en castellano, gracias a la valentía de Ángel Crespo (Seix Barral). Fue la primera traducción no portuguesa; luego siguieron en España las de Perfecto Cuadrado (Acantilado) y Manuel Moya (Baile del Sol). La cuarta va firmada por Antonio Sáez Delgado.

“Pessoa es un constante work in progress, un proceso inagotable de creación y actualización de textos”, explica Sáez, profesor de traducción y literatura comparada en la Universidad de Évora desde 1995, y galardonado este mismo año con el prestigioso premio Eduardo Lourenço. “Es un libro construido con la acumulación de fragmentos y al que su autor nunca llegó a dar forma definitiva -aunque sí título y autoría, ambas cosas muy extrañas en su mundo-, con un ciclo de escritura muy amplio y que sigue de cerca la evolución estética y vital del autor real de la obra, Pessoa, y los autores ficticios por él creados, los semiheterónimos Vicente Guedes y Bernardo Soares”.

La primera parte tiene un estilo simbolista-decadente, más esteticista. La segunda parte es más sobria y similar al dietario, aunque siempre sobre la reflexión del tedio y la inacción, la perplejidad ante la condición humana, el escepticismo y el elemento de unión de Lisboa, clave de la atmósfera del libro. Pessoa es Lisboa

En 1986, António Quadros publicó en Portugal una nueva edición que dividió los fragmentos en dos grandes fases de escritura, una que comienza hacia 1913 y la segunda en torno a 1930. En 1991, Teresa Sobral Cunha entrega otra edición, con la misma idea: encuadrar la obra en dos grandes fases de escritura que corresponderían a los dos autores ficticios.

La revolución en la edición de El Libro del desasosiego no llega por vía de un portugués, sino de un colombiano, Jerónimo Pizarro, que, en 2010, establece una datación posible o aproximada de prácticamente todos los fragmentos que constituyen el libro. Viéndolas venir, Pizarro aclara que es luso-colombiano. “Mi mujer es portuguesa, estuve once años investigando a Pessoa en Portugal, lo sigo haciendo en Colombia, donde soy la representación del Instituto Camoes”.

Pizarro se integró en el equipo de investigación que auspició en los 80 el Gobierno de Portugal para poner orden en ese baúl. El grupo dirigido por Ivo Castro, ha publicado varias ediciones críticas, pero más pensando en filólogos, que en lectores. Otro equipo, de la Universidad Nova de Lisboa, con Teresa Rita Lopes a la cabeza, eligió una variante más cercana al público. Si se quiere montar un buen lío, cree dos buenas comisiones trabajando en lo mismo.

“Esa edición crítica se centró en la poesía, porque en principio se redujo a Pessoa a poeta, quizás por el prejuicio de que la poesía es superior a la prosa. Se publicaron cinco tomos de la poesía que Pessoa dejó fechada, y se relegó el resto. Faltan otros cinco que no tienen fecha”.

Aunque Pizarro dejó el equipo de investigación oficial, fue autorizado por la Biblioteca Nacional para acceder a todos los papeles de Pessoa. “Me extendieron todos los documentos sobre las mesas, los manuscritos, los mecanografiados. Pude comparar tamaños de papel, colores de tintas, la cintas de las máquina de escribir…” Y, partiendo de cero, comenzó su ...Desasosiego.

El resultado es una obra más corta y dividida en dos fases de escritura: la centrada entre 1913 y 1920 cuyo primer autor ficcional sería Guedes, y una segunda entre 1929 y 1934, protagonizada por Soares. “La lectura es más clara. La primera parte tiene un estilo simbolista-decadente, más esteticista”, explica Pizarro. “La segunda parte es más sobria y similar al dietario, aunque siempre sobre la reflexión del tedio y la inacción, la perplejidad ante la condición humana, el escepticismo y el elemento de unión de Lisboa, clave de la atmósfera del libro. Pessoa es Lisboa”.

Sáez ha traducido la edición de Pizarro. “Existirán tantas ediciones como lectores tenga la obra”, escribe en el prólogo de la edición de Pre-Textos. “Su prosa, llena de tensiones lingüísticas, de extrañamientos y polisemias, se acerca con inusitada frecuencia a las características del lenguaje poético”.

La primera edición contaba con más de 700 fragmentos, pero ya Crespo, el primer traductor al español, varió el orden de algunos de ellos. “Es un libro maleable absolutamente por los profesionales del libro, pero también por sus lectores”, argumenta Sáez.

El hombre de las 136 caras

Tras su revolucionaria edición crítica, Jerónimo Pizarro tiene en puertas otra obra que aclarará más, o no, la mundología del escritor portugués: la publicación de los 136 autores ficticios que construyó Pessoa en su corta vida. A cada nombre, Pizarro adjuntará algunas muestras de sus textos correspondientes.

Con 11 años, Pessoa recibía cartas de un tal Alexander Search, él mismo por supuesto, y se las contestaba como si fuera la primera vez que las leía. Tampoco su único amor, platónico, Ofelia Queiroz, se libraba de la multipolaridad de Pessoa. La mujer era cortejada por él, pero recibía cartas de otros, papelitos firmados por alguno de los heterónimos y no por Fernando, para enfado de la mujer.

También despistó a periodistas y lectores, con las polémicas que desarrollaba en los periódicos, respondiendo a las cartas de lectores, que también habían enviado alguno de los personajes en los que se desdoblaba. "Creo que la publicación de los 136 heterónimos, figuras o personajes ficticios, llamémosles como queramos", explica Pizarro, "va a contribuir a completar el mundo de Pessoa y a comprenderlo mejor".

“Según la Universidad de Coimbra solo en Portugal existen 16 ediciones diferentes de la obra, a ellas se deben añadir las traducciones, diferentes más allá del año de publicación”, argumenta Pizarro. “Hay valores subjetivos del mismo traductor, que propone soluciones diferentes al texto, por lo cual se puede concebir que haya millones de Desasosiegos”.

Sáez justifica la nueva traducción. “Yo soy partidario de revisar las de los clásicos, y también de los clásicos modernos, cada 25 o 30 años, para limpiar el lenguaje de polvo y barniz. También se ha adelgazado el libro. Hay menos fragmentos; algunos se han suprimido porque no formaban parte del libro y otros se han juntado. Un desafío fundamental para el traductor de esta obra es la oscuridad, el hermetismo. Lo que no puede el traductor es añadirle más oscuridad de la que le dio Pessoa, y en algunos fragmentos tal vez se había hecho. Hay que mantener la fidelidad a la oscuridad, pero no aumentarla”, razona Sáez.

“El ordenamiento cronológico”, añade el traductor, “nos informa del recorrido de su escritura; otros lo habían publicado con un orden temático o por fases, pero no cronológicamente. Asi vemos que el libro evoluciona y el escritor también; lo que intentaba Pessoa en 1910 es radicalmente diferente a su estilo de escritura en los años 30”.

Pessoa no inventaba personajes, inventaba poetas, escritores completos. “Es un emblema de la modernidad”, dice Sáez. “Aún mucha de su obra está inédita y tardará años en publicarse, si es que alguna vez sucede. Es un autor sin obras completas; es la modernidad, tal vez líquida”.

Tanto el investigador Pizarro como el traductor Sáez coinciden en que la historia editorial de Pessoa es una metáfora de la misma sociedad portuguesa: “ese rigor extremo con el que se intenta hacer todo”, dice Sáez, “pero a la vez mezclado con la falta de recursos. “Y finalmente una desidia por cambiar o acabar las cosas”, añade Pizarro.

Pizarro da la versión de su cronología: “En los textos de la primera parte de El Libro del desasosiego, el que corresponde a 1913-1918, Pessoa nunca pone fechas. Es un diario simbolista, de paisajes, lagos, ninfas. En el segundo corpus, el que va de 1928 a 1934 todo está fechado. Es la parte centrada en la ciudad de Lisboa. La ciudad, su tiempo, su clima va absorbiendo todo el libro y se abandona absolutamente el simbolismo”.

“El gran cambio es la organización cronológica de los textos, pero también su selección. El Desasosiego era un libro muy impuro", añade el luso-colombiano. “Se habían incluido textos que no escribió Pessoa. Es un libro canonizado antes de tiempo, en términos filológicos, que tenía textos que no le pertenecen y en un orden póstumo subjetivo. Muchos fragmentos no eran del libro, las ediciones portugueses varían entre 400 fragmentos y 700. El lector español se va encontrar con la trayectoria diáfana de un work in progress tan decisivo como el de Joyce. Es una traducción que respeta las rarezas de la obra, con la que Pessoa soñó una lista de non-errata, para que no lo fueran a corregir".

Y de ese baúl siguen saliendo inéditos. Se acaban de publicar en Portugal las obras completas de su heterónimo Álvaro de Campos, uniendo poesía y prosa en un solo volumen. En España en los últimos meses Acantilado ha publicado Quaresma, descifrador, una recopilación de sus novelas policiacas, Funambulista ha preparado una breve antología del propio Libro del desasosiego, Gadir ha reeditado sus diarios escritos en inglés y Salto de Página ha hecho lo propio con el poema Antinoo mientras Abada publicaba el cuarto tomo de los poemas de Álvaro de Campos. “Siempre se ha dado una prevalencia a la poesía de Pessoa”, critica Pizarro. “cuando es un escritor muchísimo más amplio, que abarca el ensayo político, la filosofía, la psicología, el esoterismo, la astrología...durante décadas los investigadores se han centrado en su poesía. Redujeron los 30.000 folios escritos a los 4.000 de la poesía".

Poco a poco, dice Sáez, la imagen de Pessoa como poeta misántropo y ensimismado ha ido cediendo terreno a la imagen de un escritor curioso y preocupado por muchos de los acontecimientos sociales e históricos de su tiempo. “Pessoa es el mayor milagro de la literatura de los últimos 30 años. Murió bastante olvidado; los únicos que le publicaban eran sus amigos. Solo 50 años después de su muerte, sus restos fueron trasladados al monasterio de Los Jerónimos, reconocido por su propio país como se merece”, dice Sáez Delgado. “Yo le colocaría al lado de Borges como el mayor escritor del siglo XX”.

Libro del desasosiego. Fernando Pessoa. Edición de Jerónimo Pizarro. Traducción de Antonio Sáez Delgado. Pre-Textos. Valencia, 2014. 496 páginas. 27 euros.

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