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Pequeños tiranos

Els Joglars lleva a escena la "excesiva complacencia" de la educación de los niños

Isabel Valdés
Uno de los momentos de la representación.
Uno de los momentos de la representación.David Ruano

Los niños ya no lloran. No al menos si mamá o papá pueden evitarlo. Consentidos, excesivamente complacidos, mimados. Un trío de cualidades educativas que convierte a los infantes en pequeños grandes tiranos al mando de las rutinas de todos aquellos que les rodean. Es la idea de la que parte Els Joglars para su nueva obra, V.I.P., la ironía de que los más pequeños se conviertan en esa very important person de la que todo depende, para la que todo vale y a la que todo se le da. El máximo privilegio para unos pequeños que crecen bajo el suave y bienintencionado mando de los padres, "por complejo o por dar una confortabilidad de la que ellos carecieron", explica su director, Ramón Fontseré. Estarán desde el miércoles 8 de octubre hasta el domingo 26 en el teatro María Guerrero de Madrid. "Encantados de volver", asegura Fontseré, con la segunda pieza bajo su dirección después de El coloquio de los perros y tras el pase del testigo por parte de Albert Boadella en el otoño de 2012.

Un ceremonial con el que Els Joglars tratan de hacer una reflexión y una crítica sobre la actual educación: "La sobreprotección, la abundancia, la falta de disciplina, ¿están construyendo un pequeño reyezuelo?", se pregunta Fontseré. Los padres son, para el catalán, unos pseudo insectos, "progenitores que se encogen frente al niño", cuenta mientras contorsiona manos y brazos para teatralizar su narrativa. Una vez que vuelve a estirarse, recuerda su época, y no encuentra comparación: "Rigidez, disciplina y collejas. El jarabe de palo era lo más normal". El péndulo ha ido de un extremo a otro sin apenas detenerse en la verticalidad. Sin términos medios.

Cinco actores representan más de 30 personajes.
Cinco actores representan más de 30 personajes.David Ruano

El retrato de la sociedad que ha hecho la histórica compañía, fundada en 1961, ha partido de la observación: "A los hijos, a los sobrinos. En la calle, en los restaurantes, viajando. A veces los niños lo dominan todo, en cualquier parte", comenta el director. Una pieza sin pretensiones didácticas e hilada mediante la asociación de sentimientos y emociones. Tiene un lenguaje propio y humorístico. "La inmersión en la realidad es a través de escenas recogidas de momentos para nada ficticios. Flashes que se materializan en la obra con los comentarios, micrófono en mano, de los actores". Solo cinco para más de treinta personajes cubiertos por una escenografía minimalista y funcional, "como siempre en esta casa. El teatro es el arte del actor, y este espacio ayuda a evidenciarlo", sentencia Fontseré. Para Martina Cabanas, ayudante de dirección y encargada del espacio escénico, la dramaturgia de la obra, organizada a través de gestos y sentimientos, ha llevado a este universo austero: una especie de rueda blanca tumbada sobre el suelo que va dando paso a los distintos personajes. "Un espacio de juego y no realista que nos permite pasar de una escena a otra con la ayuda de una preciosa iluminación que contextualiza".

La sobreprotección, la abundancia, la falta de disciplina, ¿están construyendo un pequeño reyezuelo?

Alejados de la parodia, "si no es perfecta se puede caer en el ridículo", avisa Fontseré, han intentado convertirse en niños sin que se note el esfuerzo. Dolors Tuneu, actriz de la compañía, amplía el concepto y los visualiza como víctimas de esa educación: "Construyes un monstruo que es víctima de ese entorno. A algunos padres les parece que la educación es solo responsabilidad de las escuelas; a la misma vez a los profesores se les coarta muchísimo. Y la ley lo respalda. Tanto si es como si no es cierto. El poder que acumula el niño es tremendo".

Una realidad de volúmenes aumentados para mostrar un segmento candente y difícil de resolver que produce carcajas y mejillas ruborizadas en los espectadores cuando se ven reflejados sobre el escenario. Tuneu cuenta que, el maestro de timbalas, en un ensayo en la Cúpula —su mítico laboratorio creativo— se puso rojo el día que vio que coronaban a Ramón (en la obra Lucas, el niño protagonista), y dijo: "Es exactamente lo que yo hago en casa". No importa la geografía ni el umbral de la renta, Martina Cabanas rememora una conversación con una pediatra: "Trabaja en un barrio marginal con gente con pocos recursos. Una madre le explicaba que su hija solo comía hamburguesas, porque era lo único que le gustaba. La niña era además diabética, y la madre lo permitía. De locos".

'V.I.P.' llega al María Guerrero de Madrid el 8 de octubre.
'V.I.P.' llega al María Guerrero de Madrid el 8 de octubre. David Ruano

La esclavitud de los padres hacia los hijos no es cuestión de cuentas corrientes y se extiende, además, hacia todos aquellos dentro del perímetro. Fontseré, con la mirada cómplice de Dolors Tuneu, cuenta cómo se preparan para la invasión cuando sus sobrinos, convertidos en el huracán Katrina, llegan a la masía donde viven. Es el piano de su mujer el que sufre la peor parte: "Hay que quedar con el afinador una vez al año para que venga hasta la casa, de nada vale cuando llegan ellos. Los padres no dicen nada, y mientras yo oigo cómo aporrean las teclas ellos siguen hablando de fútbol y otras cosas y tú, por educación, callas". 

Para sus sobrinos, machacar el piano debe ser una actividad divertida, no tanto para Fontseré, "a veces es un mal sueño". Pero tanto él como el resto de la compañía saben que se siente al jugar. Es lo que ellos hacen cada día en cada teatro que pisan y cada bambalina que trasiegan. Lo asegura el director, con una media sonrisa: "Tenemos el privilegio de seguir haciéndolo, de seguir jugando sobre el escenario". Llevan en ello 53 años y más de cuatro decenas de obras.

'V.I.P.'

V.I.P. podrá verse en el teatro María Guerrero (calle de Tamayo y Baus, 4, Madrid) del 8 al 26 de octubre. De martes a sábados, a las 20.30 horas; y los domingos a las 19.30 horas. Entradas desde 4 euros hasta 12 euros.

Dirección: Ramón Fontseré.

Dramaturgia y texto: Ramón Fontseré y Martina Cabanas.

Actores: Ramón Fontseré, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xavi Sais, Xevi Vilà

Espacio escénico: Martina Cabanas.

Vestuario: Laura García.

Diseño de iluminación: Bernat Jansà.

Ayudante de dirección: Martina Cabanas.

Fotos: David Ruano.

Diseño de cartel: Isidro Ferrer.

Producción: Els Joglars en colaboración con Centro Dramático Nacional y Teatro Principal de Zaragoza.

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Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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