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La Victoria de Samotracia vuela de nuevo en el Louvre

La diosa alada Niké se expone al tras una restauración de 10 meses y cuatro millones de euros

La victoria de Samotracia siendo ubicada en su espacio en el Louvre.
La victoria de Samotracia siendo ubicada en su espacio en el Louvre.EFE

La Victoria de Samotracia, la célebre estatua alada del siglo II a. C., situada en una de las más magnas escaleras del Louvre, volvió hoy a su espacio monumental, tras 10 meses de restauración que le han devuelto el color de su mármol blanco de la isla de Paros y algunos valiosos fragmentos. Esta diosa de la victoria que reina en el Louvre, junto con La Gioconda y La Venus de Milo, recuperó una mecha de su moño y tres plumas de su ala izquierda, como subrayaron dos de los tres comisarios de la operación, encabezada por el presidente del museo, Jean-Luc Martínez. La obra maestra puede ser visitada desde hoy por el público.

Además de darle su máxima belleza a Niké, su nombre griego, y a la proa del barco donde posó sus pies, la restauración ha permitido recolocar en su lugar trece fragmentos de los 30 conservados en el museo. La operación ha costado cuatro millones de euros. Un  millón fue reunido gracias a 6.700 donantes por crowdfunding, el resto por grandes mecenas franceses y extranjeros. Para honrar su colaboración, los benefactores serán recibidos de manera especial en el museo antes del próximo octubre, según el tipo de donación realizada, explicaron sus portavoces.

Una exposición documental completará, ya en 2015, los trabajos sobre esta estatua, que hace siglos se quedó sin cabeza pero sin perder un ápice de su extrema perfección, realizados intensivamente por un equipo de ocho especialistas con las técnicas más avanzadas, que incluyen métodos de análisis innovadores y una impresión en 3D.

La operación requirió desmontar cada parte de la escultura de 2,75 metros de altura, así como los 23 bloques mármol gris azulado de la isla de Rodas que constituyen su zócalo, un navío recuperado en el Santuario de los Grandes Dioses, de la isla de Samotracia, en el mar Egeo, en 1875. Otra de las principales tareas consistió en trocar algunos rellenos añadidos en el siglo XIX por polvo de mármol, para darle una mayor coherencia visual a la obra, indicó la comisaria Marianne Hamiaux. Eliminaron también el bloque de cemento colocado en 1933 entre la estatua y la proa del barco, con la intención de darle más protagonismo, pero haciéndole perder el efecto original de que la diosa acababa de aterrizar sobre el puente del navío.

En cambio, los restauradores dejaron tal cual los complementos de yeso añadidos hace dos siglos en el ala derecha y en la parte izquierda del busto de la mediática escultura, cuyos fragmentos fueron descubiertos en 1863 por el vicecónsul francés Charles Champoiseau, quien los hizo llegar a París. Tras volver a desmontarlos como un puzle y retirados de su pedestal para poder ser limpiados, investigados y restaurados meticulosamente, los investigadores descubrieron "ínfimos restos de color azul", por completo invisibles para el ojo, que confirman que la estatua, en su día fue policromada, explicaron. Laugier resaltó que el impresionante conjunto escultórico, que mide 5,57 metros y pesa veintinueve toneladas, y no treinta como se creía, "no estaba en peligro", sino simplemente "muy sucio". Eliminados ahora los tonos negruzcos del navío, y los marrones oscuros que la afeaban, la Victoria de Samotracia acaba de recuperar la escalera Daru, transitada cada año por siete millones de visitantes.

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