_
_
_
_
_
ENTREVISTA CON TOM JONES

“Sinatra me dijo que Las Vegas te chupa la sangre. Y es cierto”

El veterano artista británico, que sigue en activo a los 74 años, actúa mañana en Barcelona y el martes en Madrid y en agosto cantará en Málaga

Diego A. Manrique
El cantante británico Tom Jones.
El cantante británico Tom Jones. sandra johnson

Impresiona. Impresiona tener esa voz de trueno al otro lado del teléfono. Tom Jones (Tretford, Gales, 1940) no ha perdido su tesitura o su afabilidad. Aunque ese buen humor no es compartido por la encargada de supervisar la conversación, que interrumpe para regañar al periodista por determinadas preguntas y que finalmente corta la entrevista antes de lo previsto.

Gajes de tratar con las superestrellas. Lástima, ya que estamos ante alguien con cintura y que manifiesta la obligada modestia. Recientemente ejerció de telonero de Morrissey, cuando la lógica sugiere que debería haber sido al revés: “Fue un buen emparejamiento, al final no sabíamos quién llevó a más público. En contra de lo que te hayan dicho, Morrissey es un tipo encantador. Le conocía de… Bueno, los británicos que vivimos en Los Ángeles solemos quedar para tomar té y recordar la vieja patria”.

La gente que dice que ya no hay música como la de los sesenta se equivoca”

Cuesta imaginar semejante tea party, siendo Morrisey un antimonárquico vociferante y Tom un devoto súbdito de Isabel II, que le nombró sir en 2006, sobre el fondo de ese coro de voces disidentes que siempre protesta cuando se honra a un exiliado fiscal. La voz vigilante advierte que no proceden “las preguntas políticas”.

Desde 1974, Tom reside en Estados Unidos, donde tiene su principal mercado. Fueron demasiados años en Las Vegas, reflexiona: “Sinatra me dijo que tuviera cuidado, que Las Vegas te chupa la sangre. Y es cierto, lo vi con Elvis: actuar se convierte en una rutina y no te das cuenta de que hay otro mundo ahí fuera”.

Con todo, no niega que se divirtió: acostumbradas a lanzarle ropa interior, las fans de Las Vegas añadían las llaves de sus habitaciones. Las ingenuas ignoraban que Jones era sibarita en cuestiones amorosas: durante décadas, el rider de sus contratos especificaba que, aparte del camerino, el cantante necesitaba una habitación de tales características para sus expansiones sexuales. Llega otro aviso: esos temas son off limits. Jones quiere reservarse los detalles: está escribiendo su autobiografía.

Discografía selecta

Along came Jones (1965).

It's not unusual (1965).

What's new pussycat? (1965).

Delilah (1968).

This is Tom Jones (1969).

Tom (1970).

She’s a lady (1971).
Say you’ll stay until tomorrow (1977).
Reload (1999).

Mr. Jones (2002).

Praise and blame (2010).

Asombra saber que Tom lleva 57 años casado con Melinda, la que fue su novia juvenil, una relación basada en el “lo que no se ve, no duele”. Como amortiguador, está su hijo, Mark. Desde adolescente, se iba de gira con su padre y así adquirió un completo conocimiento de los intestinos del show business. No estaba previsto, asegura Tom, pero en 1986, cuando murió su descubridor, el legendario Gordon Mills, Mark ascendió a manager.

A Mark cabe atribuirle el asombroso relanzamiento de la carrera de Jones, que comenzó en 1988 con una fibrosa versión de Kiss, el tema de Prince, grabado con Art of Noise. “Mark y su esposa, Donna, son fanáticos de la música. Escuchan todo tipo de discos y me van dando pistas”. Y Tom Jones siguió esas pistas. Lanzó un potente disco de duetos (Reload, 1999), se dejó producir por el rapero Wyclef Jean (Mr. Jones, 2002), firmo un disco tan ascético (Praise and blame, 2010) que causó consternación en la cúpula de su discográfica. Pero es muy sencillo, aclara: “El asunto consiste en que yo me divierta, que tenga la impresión de estar cubriendo territorio nuevo. Son sensaciones que, por ejemplo, mi amigo Elvis no disfrutó en sus últimos años”.

A la vez, intenta evitar convertirse en una broma, algo de lo que Jones es muy consciente: “Desde que me sacaron en El Príncipe de Bel-Air o Los Simpson, sabía que encarnaba una caricatura: el cantante de ropa ajustada, con mucha libido. En realidad, no había tanta caricatura [risas]. Hasta que un día, viéndome por televisión, me dije que parecía un farsante: ‘Todos saben que tienes 70 años y tú lo estás negando’. Dejé de teñirme el pelo y aprendí a amar mis canas”.

Otro factor de rejuvenecimiento ha sido su participación en la edición británica de The Voice. “Me tomo muy en serio la función de coach. Busco canciones adecuadas, les hago planteamientos profesionales a corto y medio plazo, me implico. Oigo protestar a gente de mi generación, que insiste que ya no hay música como la que se hacía en los sesenta. Y yo respondo que están muy, pero que muy equivocados”. Profesionalidad que se verá en sus conciertos en España, en Barcelona (mañana), Madrid (el martes) y Málaga (17 de agosto).

Con todo, suspira cuando se le recuerda This is Tom Jones, el programa musical que presentó entre 1969 y 1971. “Si me preguntas por momentos álgidos de mi vida, tengo que retroceder a algunos de los duetos que grabé entonces. Imagina, un chaval que ha crecido admirando a Jerry Lee Lewis o Little Richard y de repente está apoyado en su piano: si el Cielo existe, tiene que ser algo parecido”.

Me identificaba con El Cordobés. Yo también fui un chico pobre”

“¡Y las damas!”, añade. “Canté con Aretha, Janis, Ella Fitzgerald”. También con un vocalista español, le recuerdo: “¡Raphael! Me acordé de él cuando sufrí una de mis mayores frustraciones profesionales. ¿Sabes lo de Matador?”. ¿La película de Pedro Almodóvar? “¿Qué? No, no. Matador era un musical basado en la vida de Manuel Benítez. Tenía canciones formidables de Mike Leander y me comprometí a hacer lo que fuera necesario, actuar las primeras semanas, lo que quisieran. Me identificaba con El Cordobés, yo también fui un chico pobre que me lo jugué todo”. Curioso: hacia 1965, Brian Epstein especuló con unir a sus Beatles con el torero en una película. “Ya ves, nada nuevo bajo el sol. El caso es que, cuando llegué a Londres, el guion estaba alterado. Los defensores de los animales habían protestado y los productores se acobardaron, quitaron muchas referencias al toreo y potenciaron a una especie de Ava Gardner. No lo entiendo: todo era simbólico, los toros estaban encarnados por bailaores flamencos”.

Parece genuinamente cabreado: “Sin los elementos dramáticos, yo me descolgué y el musical se cerró en pocas semanas; echaron la culpa a la Guerra del Golfo pero los responsables fueron los productores. No, nunca he ido a una plaza de toros pero uno debe ser respetuoso con tradiciones que no entiende. Pasó lo mismo con la caza del zorro en Inglaterra, prohibida por gente que nada sabe de…”. Un clic y su voz se desvanece. La entrevista ha terminado.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_