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Aprendizaje del dolor

Coradino Vega relata en 'Escarnio' la caída en la desesperanza del alumno de un colegio mayor

En la misma línea clara de su anterior novela, también publicada por Caballo de Troya, El hijo del futbolista, Coradino Vega (Huelva, 1976) prosigue con Escarnio su particular indagación sobre las zonas de desazón que condicionan el crecimiento moral. El joven Carlos García, gracias a una beca y el buen consejo de un profesor, viene de la provincia a Madrid a continuar Derecho e ingresa en un colegio mayor católico, adscrito a la Complutense, donde habrá de toparse con una brutalidad que excede la vileza de las novatadas. Su buena voluntad, su disposición a la responsabilidad, y por supuesto su candidez, se verán atropelladas, por un lado, por la jactancia de sus compañeros y, por otro, por la complicidad del director del centro, para quien la sumisión a la norma no contempla la virtud cristiana de la bondad, sino las maniobras de la astucia de la que se nutre una ideología de corte franquista, no tanto residual como permanentemente activada en el centro con aires democráticos.

Con la factura de una novela de aprendizaje que trae a la memoria Las tribulaciones del estudiante Törless de Musil, Coradino Vega revela, en contra de la tendencia a recrear las magias de la realidad, la infausta base de opresión que la articula. Una novela decididamente política, nada estridente, por tanto más dolorosa, enfocada a escrutar la experiencia que lleva de las “ideas nobles” al desequilibrio “entre razón y carácter, entre deseo y voluntad, entre constancia y abandono”. El Carlos García de 19 años que, en la primera línea, entra “por el porche acristalado” del colegio mayor, será en la última página un ciudadano impotente, sin nadie a quien recurrir, porque la posibilidad de amparo se liquida con el asesinato. Una caída en la desesperanza que se produce, a mediados de la década de los noventa, en apenas tres meses, tiempo suficiente para apreciar la ignominia del “vientre de la ballena”, como denomina al colegio mayor, y las consecuencias de tener conciencia.

El editor, en la contraportada, advierte que el franquismo “pudiera ser que estuviera ganando las batallas del hoy y del mañana”. En esos tres meses Carlos García conocerá las tretas del control cultural y las fratrías que reproducen pactos criminales, el poder de hacer callar y que la rueda siga, como ahora mismo. También el estudiante esforzado conoce el amor, y en el acceso a una posible dicha le vendrá la evidencia de la mecánica oprobiosa de la realidad, que se le abre así más con sus repulsas que con sus dones, y lo privará de la ingenuidad para adherirlo definitivamente a la desconfianza. El trayecto es angustioso, pero está narrado, con la voz del propio García, con un tono de baja intensidad, como si se recelara de su valor testimonial al cancelar toda esperanza. Escarnio debería obtener una recepción menos difusa de la que se suele prestar a estas tentativas. No dice nada que no sepamos, pero lo expresa otra vez, con renovaba exactitud, para no olvidar que lo sabemos.

Coradino Vega. Caballo de Troya. Barcelona, 2014. 144 páginas. 14,90 euros

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