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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Risa no, bochorno

Mariló Montero y una tropa de humoristas consagrados se estrellan en 'El pueblo más divertido'

Ricardo de Querol
Mariló Montero y Millán Salcedo, presentadores de 'El pueblo más divertido' en TVE
Mariló Montero y Millán Salcedo, presentadores de 'El pueblo más divertido' en TVE

Dos premisas. La primera: España tiene una fabulosa tradición de comedia desde el Siglo de Oro hasta los monologuistas de hoy, el clan chanante u Ocho apellidos vascos. La segunda: no todo el humor tiene que hacer pensar o ser corrosivo, también es legítimo un humor blanco y blando, apto para toda la familia, sin más pretensiones que entretener, como el que se ha practicado tantas veces en la televisión pública. Pero El pueblo más divertido no resulta en absoluto divertido. Tras reunir en un plató a humoristas con la trayectoria de los dos Martes y Trece, Pablo Carbonell, Las Virtudes o Miki Nadal, apenas se arrancó alguna carcajada. Los sentimientos se deslizaban más bien hacia el estupor, el bochorno. No se pasaba un buen rato.

En busca de un programa fresco -adjetivo propio de estos calores, en la línea del célebre Gran Prix- la idea no prometía mucho, pero el resultado es peor. En el concurso que arrancó este lunes, TVE pretende designar al pueblo más divertido de España, que será el que mejor actúe bajo la batuta del cómico que les adiestre para desempeñar espectáculos callejeros o competiciones de esas que rozan lo ridículo. En contra de la manida marca España, el programa muestra a esos pueblos (adonde ya ha llegado el wifi y la era digital) en su más tópica estampa de fiestas patronales, charanga y borrachera.

La conductora del programa es Mariló Montero, estrella de Las mañanas de La 1 y protagonista habitual de Twitter por comentarios desconcertantes, como el de que el alma se transfiere en los trasplantes o que el toro de la Vega no sufre en absoluto cuando lo alancea una multitud. Mariló Montero participó hace unos meses en Ilustres ignorantes, programa de humor surrealista en Canal+ donde se manejó bastante bien junto a Coronas, Cansado y Colubi, demostrando que es capaz, buena señal, de reírse de sí misma. Su participación en este nuevo programa no la reforzará como presentadora de variedades, menos aún como cómica, no digamos nada como periodista.

A Montero la acompaña en el intento Millán Salcedo, coautor de charlotadas inolvidables para varias generaciones cuando formaba parte de Martes y Trece. Anoche Millán volvía a televisión y se reencontraba con la otra mitad del dúo (antes fue trío), Josema Yuste, uno de los instructores de los pueblos. Ambos trataron de recuperar la chispa de algunos de sus tics del pasado, sin que llegaran a funcionar igual. Así y todo fueron lo más entretenido del programa, que no es decir mucho. En el jurado, acaparó el foco un Mario Vaquerizo cargante por sobreexpuesto. Si el planteamiento del programa no era brillante, mucho menos lo fue extenderlo durante dos horas que se hicieron interminables en ese desfile de padrinos y vecinos de los 22 pueblos que quizás vivan con ilusión su minuto de gloria.

Tiene algo de injusto juzgar un programa por la audiencia de su primer día, pero es que el público desertó en masa. Lo vieron 1,4 millones de espectadores, un 8% de la audiencia, un dato vapuleado por Chiringuito de Pepe, la nueva ficción de Telecinco, que reunió a 4,6 millones, un 24,6% de los que veían la tele esa noche. El pueblo más divertido quedó también por detrás de la película Fuga de cerebros 2 (en Antena 3), que se llevó un 15%, y también de Pesadilla en la cocina (La Sexta), que emitía una recopilación de viejos capítulos y tuvo un 8,5%.

Lo malo es que El pueblo más divertido es un proyecto muy avanzado, con mucho material rodado, así que para TVE no debe ser nada fácil abandonar el formato ahora. Lo bueno es que después de la gala de anoche el programa solo puede mejorar.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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