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DEBATE

La crítica en días de tuits

Los prescriptores literarios compiten con blogs y espacios en redes. ¿Quién es el influyente?

Ricardo de Querol
EVA VÁZQUEZ

"La crítica siempre está en crisis, como debe ser". La sentencia es del mexicano Christopher Domínguez Michael, uno de los más respetados expertos en literatura, quien no oculta su lejanía del mundo digital. "Soy un crítico a la antigua. Solo leo libros impresos, y de Internet solo me sirvo para comprarlos". Domínguez mantiene un blog en la revista Letras libres con sus artículos, y admite que le ha permitido llegar a mucha gente. Pero no es su terreno. "Procuro no interactuar en la Red ni contestar el teléfono. Lo mío es la letra impresa. Jamás juzgaría nada que no estuviera impreso o encuadernado".

En el lado contrario, el novelista, poeta y periodista Benjamín Prado ha escrito más de 8.000 tuits y mantiene una conversación frenética con miles de seguidores en su muro de Facebook y en su blog. Sostiene, y es un vivo ejemplo de ello, que nunca los autores han estado tan cerca de sus lectores. "Dialogamos como si estuviéramos en una feria del libro eterna. Eso es extraordinario. A Dickens le habría encantado, a él que publicaba en entregas y tenía en cuenta la reacción del público al escribir las siguientes".

Son distintas formas de adaptarse al ritmo de los tiempos en un mundo, el literario, que como tantos otros se ve sacudido por la revolución digital. Y ahora, ¿de quién se fía el lector? Si la referencia era la crítica, la que se ejercía desde periódicos y revistas por profesionales reconocidos, ¿es eso igual hoy? La crítica se ejerce al modo de siempre en las publicaciones tradicionales, sea en papel o en la web, y también en nuevos medios solo digitales, pero compite con una legión de blogueros más o menos aficionados, más o menos solventes; y con miles de mensajes breves que se intercambian en las redes sociales recomendando tal o cual libro. Así que el boca a boca, al final el gran motor de la lectura, se traslada a redes donde la gente no se conoce físicamente, pero descubre afinidades y crea comunidades. Entonces, ¿quién es el prescriptor cultural en la era digital?

“Los críticos ven con pánico el mundo de los blogs. Es un temor infundado”, defiende el escritor Iván Thays

El autor peruano Iván Thays reivindica al crítico profesional, pero observa en él demasiada aprensión ante los cambios. "Ven con pánico el mundo de los blogs. Es un temor infundado. En realidad, los blogs también se alimentan de ellos". Thays observa que la crítica literaria llega a más gente que nunca, luego tiene más poder e influencia, pero hay nuevos actores, los críticos de blogs serios, que además "pueden explayarse y convertir cada crítica casi en un ensayo". Estas nuevas voces, no académicas, pero a menudo con buen criterio, están sirviendo para enriquecer la discusión literaria, concluye. Y para agitar polémicas, algo muy positivo.

El espacio de la crítica literaria ha ganado en pluralidad y en especialización, con lo que llega a nichos hasta ahora desatendidos. Pero ¿tiene la misma influencia? Algunos creen que no. Al escritor Alberto Olmos se le considera un crítico despiadado cuando escribe en su blog bajo el alias Juan Mal-herido. Su diagnóstico es rotundo: "La crítica literaria es el estamento más deteriorado de todo el entorno editorial. Un editor me dijo que solo afirmar en Twitter que una novela te ha gustado —si el afirmante tiene varios miles de seguidores— le vale tanto, en términos de promoción y comercialización de la obra, como una reseña de cierta extensión". Olmos defiende que "cualquier blog literario que se haga popular tiene un mérito inmenso y deja en ridículo a todos aquellos que firman semanalmente en prensa escrita". Y a quienes recelan del amateurismo de los blogueros les responde: "No hay más inteligencia ni más conocimiento ni más perspicacia ni interés en una reseña profesional (esto es, pagada) que una hecha por amor al arte".

Aunque viva enganchado a las redes, no opina lo mismo Benjamín Prado. "Para ser crítico hace falta una preparación específica, estar muy entrenado en el gimnasio de la lectura. Una crítica es más que una opinión personal". Pero Prado cree que hoy se leen más reseñas que verdaderas críticas. No es el único que añora tiempos mejores para la crítica literaria. "La figura del gran crítico desapareció más o menos con la del gran escritor", ha dicho Philippe Lançon, crítico literario de Libération.

"Vivimos en una feria del libro eterna. A Dickens le habría encantado dialogar así con los lectores", afirma el escritor Benjamín Prado

En defensa de la profesionalidad interviene Ana Rodríguez Fischer, crítica en Babelia, novelista y profesora universitaria de Literatura. "A priori, ni descalifico la crítica que circula en los blogs ni ensalzo sin matices la publicada en los suplementos, porque tampoco estos son homologables entre sí. Pero hay una gran diferencia: la de los suplementos está sometida a filtros, cedazos, jerarquías, contrastes, y por lo general sus autores están acreditados o han refrendado su profesionalidad, lo que no siempre sucede en los blogs".

Fischer conoce blogs de calidad excelente, "en especial los que se ciñen a un género literario, una modalidad, una época, un movimiento, que suelen venir firmados por autores que frecuentan y conocen bien su particular campo preferencial". Cree que la tentación narcisista, la de "erigirse en policía de tráfico" en palabras de Juan Benet, puede darse por igual en uno y otro terreno, pero se da más en los blogs "por una cuestión numérica".

Vicente Luis Mora, escritor y crítico, autor del ensayo El lectoespectador y del blog Diario de lecturas, niega la distinción entre articulistas según escriban en grandes medios o en bitácoras. "Este debate durará lo que dure el prejuicio de consideración de que el papel es un síntoma de calidad: muchos años para la gente de bastante edad, relativamente pocos para generaciones intermedias como la mía y nada para los más jóvenes, para quienes la crítica en papel no solo es antediluviana, sino que nunca ha tenido para ellos ningún valor como prescriptora".

"Un editor me dijo que una buena mención en Twitter  le vale tanto como una reseña de cierta extensión", cuenta Alberto Olmos

Mora ve ventajas en los blogs, desde la mayor libertad de espacio y de forma hasta "la posibilidad del crítico criticado, que puede ser contestado o corregido en el mismo lugar de la publicación y a los cinco minutos de colgarla, tanto por los lectores como por el propio autor del libro". Su conclusión es que tanto el crítico de grandes medios como el bloguero independiente construyen su propia autoridad. "¿Cuál es la diferencia? No hay diferencia. Solo hay dos tipos de críticos literarios: buenos y malos, escriban donde escriban".

¿De quién fiarse entonces? Algo sabrán los libreros. Lola Larumbe, dueña de la Rafel Alberti de Madrid, cree que la crítica sigue siendo importante, pero genera menos confianza en los lectores que antaño, lo que corre paralelo a la pérdida de crédito del periodismo en general. Y no cree que los críticos sean los primeros prescriptores literarios: "La mejor recomendación es la de otro escritor muy reconocido. Que cite un libro Vargas Llosa o Muñoz Molina". Eso tiene un impacto mayor en las ventas que las reseñas de los suplementos culturales, también considerable según su experiencia. Luego hay libros "que se venden solos, por el boca a boca, a los que la crítica llega tarde". En estos casos, blogs y redes sociales cubren el hueco, de forma que cualquier lector puede convertirse hoy en el descubridor de una gran obra. En tiendas como la suya, el librero tiene gran peso en la decisión del lector, porque sus consejos "no tienen trampa ni cartón. Si recomiendo un libro que no gusta, me lo dirán enseguida. Antes que si les gusta".

"Los estudiantes no desdeñan la autoridad, aunque finjan que les molesta", opina la profesora de Literatura Nora Cateli

Nora Cateli, profesora de Teoría Literaria en la Universidad de Barcelona, tiene otra experiencia: "Los estudiantes suelen mantener circuitos separados. Por un lado usan la Red, que es igualitaria (o lo parece) y generacional; por otro, resguardan la experiencia de la literatura, que es vagamente intemporal; y no desdeñan la autoridad, aunque finjan que les molesta". En su opinión, la crítica literaria de hoy "raramente prescribe, porque ha sustituido esa función por otra más interrogativa".

La periodista Eva Orúe, dedicada ahora a la promoción editorial, analiza la eclosión de blogs literarios con una clave: mientras los medios tradicionales han reducido espacio para la crítica de libros, en la web encontraron acomodo los seguidores de géneros como la literatura infantil y juvenil, fantástica, de ciencia-ficción o romántica. "Los eruditos discutirán la calidad literaria de muchas de esas páginas en las que los fans se encuentran, pero lo cierto es que tienen información de primera mano, mantienen una relación fluida con las editoriales, se comunican con los autores, que suelen ser muy activos en las redes sociales, y demuestran un entusiasmo y unas ganas de compartir que es difícil de encontrar en otros terrenos". Por ello, las editoriales los consideran interlocutores privilegiados, en un papel antes reservado a los periodistas.

Josep Oliver publica críticas en blogs como Cisne negro o Papel en blanco. Él sí admite que la crítica en bitácoras puede ser menos profesional o menos profunda, pero a cambio encuentra más frescura, entusiasmo y "menos anquilosamiento". "No sé si es más fiable, más respetable o más independiente. Ciertamente distinta, más cercana a los lectores, con gente que quizás es aficionada, pero llega a leer una cantidad ingente de libros al cabo del año", sostiene. Personas entusiastas y sin compromisos con el sector editorial, subraya. Sin embargo, Alberto Olmos cree que también los blogs literarios "obedecen demasiado a las editoriales, a sus departamentos de marketing. En ese sentido no hemos avanzado mucho".

La influencia fuera de la Red se traslada a la Red. Hay firmas que mueven masas sin apenas utilizar el correo electrónico

Desde Lima, Iván Thays da otro punto de vista: los críticos académicos son más necesarios que nunca, pero el bloguero que tenga un gran capital de lecturas puede alcanzar su misma influencia. Y apunta como fenómeno que Internet se está convirtiendo en un mundo de comunidades, lo que impone una selección: si un blog no es respetado en tu comunidad, no existirá para ti. Al final, señala, quien tiene prestigio fuera de la Red lo tendrá también online. Los mejores articulistas mueven masas en Internet sin utilizar ni siquiera el correo electrónico.

Son distintos diagnósticos sobre el estado de la prescripción literaria en tiempos confusos. Los críticos tienen ante sí más lectores que nunca. Pero ya no están solos en el debate público sobre los libros. Las voces de referencia suenan entre muchas otras que animan el debate. El buen lector sabrá encontrar la excelencia. En cualquier formato. El papel no es la cuestión.

La ‘regla Bambi’: ¿nada de crítica negativa?

"Pretendo no volver a escribir una crítica negativa". Lo anunció en septiembre Lee Seegel en su blog en The New Yorker. "La crítica más efectiva de un mal libro es simplemente ignorarlo", sostenía. Su idea fue emulada por Isaac Fitzgerald, fichado por el portal BuzzFeed para dirigir su sección literaria. "¿Para qué gastar tu aliento machacando a alguien? Si no puedes decir algo bueno de un libro, no digas nada". La propuesta ya se conoce como la regla Bambi y fue objeto de debate en el New York Times,donde la escritora Francine Prose apuntilló: "Escribir un mal libro no es un crimen que deba llevar a la humillación pública".

Entonces, ¿basta con ignorar los libros olvidables? "Si la crítica siempre es positiva, caería en el descrédito y en el aburrimiento", opina Ana Rodríguez Fischer. "No me agrada hacer críticas de novelas que no me interesan, pero se tienen que hacer. Sobre todo si son de nombres consagrados. Un gran escritor puede tener una novela fallida".

Benjamín Prado cree que "dedicar la mitad de las reseñas a decir lo malos que son algunos libros no ayuda precisamente a fomentar la lectura", pero admite que es obligado reseñar ciertos libros por su impacto, como los que ganan premios. "Eso sí, cuando un crítico masacra el primer libro de un chico de 23 años me parece una crueldad innecesaria. ¡Que dedique ese espacio a otro joven que lo merezca!". Y cita a Auden, que sentenció: "Es imposible hablar mal de un libro sin pavonearse".

Iván Thays alerta de que una crítica siempre amable "haría mucho daño". "Crítica viene de crisis; si no hay un cuestionamiento, ¿para qué hacerla?", se pregunta. Y recuerda gloriosos artículos de crítica dura, como el de un Nobel contra otro, Coetzee sobre Memoria de mis putas tristes, de García Márquez. Un varapalo, sí, pero que "enseñaba mucho sobre su literatura".

Seegel justifica que la autoridad del crítico no es la misma en medio del ruido de la sociedad digital que hace medio siglo. En el Times, la escritora Zoe Heller replicó señalando que los autores no son niños de parvulario que necesitan el aplauso de sus padres, sino adultos que ponen su trabajo en la arena pública. Para bien o para mal.

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Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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