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La monja que cautivó a Italia cantando

Sor Cristina, todo un fenómeno en Internet, compite en la final de 'La Voz'

Cristina Scuccia, en la semifinal de 'La Voz' italiana.
Cristina Scuccia, en la semifinal de 'La Voz' italiana.Luca Bruno (AP)

La historia tiene algo de cuento de hadas. Una chica sueña con ser una cantante famosa, participa —sin éxito— en castings de programas cazatalentos. Pero ella insiste, hasta que llega a la edición italiana de La Voz, en la segunda cadena pública italiana. Y se convierte en un fenómeno aclamado por el público y exaltado por los jueces. Solo un detalle más: Cristina Scuccia, 25 años, gafas de empollona, sonrisa tímida y ni pizca de maquillaje, es una monja. Sor Cristina desbarató la competencia, sus menciones acaparan Twitter durante el programa cada miércoles y su vídeo de debut lo vieron 50 millones de personas. Con la audiencia a sus pies, el pueblo digital que la vitorea y los cuatro entrenadores engatusados, es la probable ganadora de la segunda edición del programa, que termina esta noche.

Sor Cristina es una monja “verdaderísima”, como contestó ella misma a la jueza Raffaella Carrà que le preguntó incrédula: "¿Pero eres una monja de verdad?”. Pisó el escenario por primera vez el 19 de marzo entonando No one, de Alicia Keys, y el plató casi se viene abajo por el entusiasmo.

Tras Alicia Keys —que con un tuit le dio la enhorabuena— cantó What a feeling, de la banda sonora de Flashdance, Livin’on a prayer de Bon Jovi, aunque su interpretación más lograda —quizás por el involuntario efecto de choque cultural— fue Girls just want to have fun, de Cyndi Lauper, todo un himno frívolo a la liberación de las chicas. "Pareces la más libre de todos los contrincantes”, comentó uno de los entrenadores. “Transmite una felicidad instantánea”, dijo su tutor, el rapero hípertatuado J-Ax. Hasta a la versión doméstica de Eminem se le pusieron los ojos brillantes. En el escenario, Cristina se transforma: "Luces energía: has bajado del cielo”, se felicitó la Raffa, admirada. “Siento el volcán adentro”, describe su metamorfosis ella.

Cristina vivió hasta los 19 años a los pies del más alto de Europa, el Etna, en una localidad de 30 mil habitantes de la Sicilia oriental, Comiso. Padre albañil, madre ama de casa. Tenía novio, frecuentaba la Universidad, se presentó sin éxito a las selecciones de Factor X y Amici. En 2008, actuó en un musical sobre la Congregación de las Ursulinas y decide quedarse en la Academia artística de la misma congregación, dirigida por Claudia Koll, exactriz erótica que cambió de carrera tras una repentina conversión. Allí decidió hacerse novicia. Pero sin renunciar a su sueño. En 2013, ganó la competición católica Good News Festival y los productores de La Voz la invitaron para un casting. Gustó. Cuando no se entrena para el programa, vive en un convento milanés y reza para pronunciar los votos definitivos.

"Tengo un don y os lo dono", se presentó con el candor de quien no está acostumbrado a los focos. “Espero de un momento a otro la llamada del papa Francisco —bromeó—, dice que hay que abrirse al mundo. Vine a testificar que Jesús es alegría”. De momento es imposible saber si Sor Cristina replica el efecto Bergoglio y ha logrado engrosar las filas de fieles. Lo que es cierto es que ha engrosado las filas de telespectadores del programa. Los productores descorchan botellas.

"En Italia los religiosos tienen gancho. Atraen el público de la televisión”, registra Massimo Bernardini, presentador de TVTalk, que cada semana estudia los datos de audiencia. “La serie Don Matteo, con un cura que enfrenta altibajos de la vida, lleva 14 años, 9 temporadas y el 30% de share. La más exitosa de siempre”, evalúa. Pero además de conquistar familias y pensionados, "la hermana cantarina se volvió viral en la Red", dice Federico Mello, periodista especializado en Internet. “Personifica el elemento esencial para ser un fenómeno digital: el estupor. Está totalmente fuera de contexto”. Pon a una joven ingenua y sencilla, en túnica negra, la cruz oscilando del cuello, en el reino de la apariencia hecha negocio: acertarás. Si además tiene buena voz, el algoritmo es perfecto.

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