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CRÍTICA / MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Orquesta de cuerdas

'Canción andaluza', última entrega discográfica de Paco de Lucía, es un ejercicio de extensión y riqueza que conmueve al que escucha

Paco de Lucía, en el pasado festival de jazz de Vitoria.
Paco de Lucía, en el pasado festival de jazz de Vitoria.Pradip J. Phanse

El destino ha querido que la última entrega discográfica del guitarrista de Algeciras se haya convertido en póstuma. Cuesta acostumbrarse a la idea de que ya no habrá más y esa conciencia provoca extrañas sensaciones en la escucha. Hacía un decenio —desde Cositas buenas de 2004— que el maestro no nos entregaba una producción genuina. Puede que ya ahí apuntara parte de las formas que ahora nos ofrece, las mismas que hemos ido sorbiendo en pequeñas dosis en las colaboraciones que su generosidad ha ido regalando en este tiempo: una cierta economía en las notas, pero dichas con mucho sentido (la maestría de la mano izquierda) y con el acento preciso, el que hace conmover al que escucha. Son ideas que, sin embargo, no explican la extensión y riqueza de Canción andaluza.

De nuevo, los caprichos del destino han querido que esta obra esté dedicada a un género que ha vivido décadas de mirada desdeñosa. Con este trabajo, Paco de Lucía hace un serio ejercicio de reivindicación: pone su sabiduría y la experiencia de tantos años para revisitar las conocidas composiciones con un tratamiento señorial y esmerado, el mejor homenaje que hacérsele puede a la llamada copla, a su adorada Marifé de Triana y a su misma madre Luzía. En la elección de los temas, el guitarrista no se esconde. Nada de itinerario alternativo. Directo al meollo que representa el Maestro Quiroga, ya sea con la firma añadida de Antonio Quintero y Rafael de León (el célebre trío) o de Salvador Valverde. Un cancionero que está inevitablemente ligado a la memoria colectiva. Las archisabidas melodías cobran una nueva dimensión y, aunque solo hay una voz en ellas, la del maestro, este rebusca en sus colores y les otorga acentos nuevos con el concurso de una auténtica orquesta de cuerdas: además de la guitarra flamenca, su alter ego, se añade mandola y mandolina, laúd árabe y guitarró. En este suntuoso tratamiento conviven apuntes de modernidad —en los arreglos o en los despliegues armónicos— con la fidelidad a la partitura en las partes cantables, en las que la guitarra interpreta con jondura las viejas canciones (“así se canta, Paco”, que exclamó Gamboa).

Esa fidelidad se plasma también en el respeto de los tiempos para que estas composiciones fueron escritas: aires de zambra (María de la O, Ojos verdes…) y pasodobles (Romance de Valentía y La chiquita piconera) que se mantienen, aunque vayan precedidas de hermosas introducciones y de remates de impresión. El guitarrista juega con esos tiempos y los lleva al terreno de la rumba o de las bulerías. De hecho, con ese compás redondea un medley del célebre trío, con Lola, la Piconera y Candelaria la del puerto, entre otras. Por último, el maestro se ha reservado también la labor de acompañamiento al cante. La elección de las voces para este propósito es tan personal como acertada, Estrella Morente hace suya la hermosa Te he de querer mientras viva con sencillez e intimismo; Parrita, con su voz rota, enlaza dos zambras de Caracol dichas con esmero, y, para terminar, la voz del venezolano Óscar de León para la composición de León y Solano Señorita.

Paco de Lucía. Canción andaluza. Universal

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