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El mapa del tesoro de TEFAF, la feria de arte y antigüedades más importante

La cita de Maastricht tiene una lista de espera de más de 300 candidatos para exponer

Isabel Ferrer
'Estudio de cuerpo humano' (1986), de Francis Bacon, en la galería Marlborough de Zurich.
'Estudio de cuerpo humano' (1986), de Francis Bacon, en la galería Marlborough de Zurich.

La dureza de su comité de selección, ha convertido el sello de TEFAF, la Feria holandesa de Arte y Antigüedades de Maastricht, en uno de los más respetados del mundo. Formado por conservadores de museos como el de Bellas Artes de Boston, o el de Artes Decorativas de París, además de historiadores y galeristas, los que exponen en la antigua villa monumental junto al Mosa, forman parte de una liga especial. Si repiten pieza, se arriesgan a no ser invitados de nuevo a subirse al Rolls Royce de las carrocerías feriales, cuya lista de espera supera los 300 colegas. Y que solo acepta obras genuinas y de procedencia incontestable.

El otro polo de atracción de TEFAF, este año en su 27 edición, es el público. En una sociedad como la holandesa, alérgica casi a la ostentación, los clientes autóctonos superan en extravagancia al resto de invitados. A su sombra, los galeristas intercambian género, coleccionistas entregados, como el español que se llevó Icaro, una escultura de Dalí, entran con las primeras luces, y los ojeadores brujulean. Procedentes del MoMA, la National Gallery de Australia, y la Hispanic Society, entre otros, ellos buscan tesoros para su catálogo. A veces hay encuentros curiosos. Como una tauromaquia de Ramón Casas, el pintor barcelonés, gran aficionado a las corridas. Fue adquirida en 2009 por el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

Entre las 274 galerías de 22 países abiertas temporalmente en el Centro de Congresos de Maastricht, hay cinco españolas: Deborah Elvira, Artur Ramón Art, Caylus, López de Aragón y Coll&Cortés. Todas coinciden en las ventajas del estricto control de calidad, que también da alegrías. Diego López de Aragón, dueño de la que lleva su apellido, ha visto confirmada la autoría de un busto de mármol del siglo XVI. “Se llama Hércules y la Hidra”, y el comité lo ha atribuido a Giambologna. "Es el mejor escultor del Renacimiento después de Miguel Ángel, y en los últimos ochenta años solo ha habido uno así en el mercado”, dice. A pesar de que la mejora aumenta su valía, él sigue pidiendo 1.200.000 euros por la obra.

Esta es una selección, subjetiva, de algunas de la obras más caras, sorprendentes o evocadoras -hay 30.000- de la actual edición.

Las joyas son una de las mayores atracciones de la Feria, y la española Deborah Elvira presenta un conjunto de oro y cristal de roca anterior a 1641. Rescatado en 1993 del galeón español Concepción, hundido frente a la República Dominicana, vale 400.000 euros.

Chopard, el orfebre de las estrellas de cine, expone una sortija con el diamante Camaleón (cambia de tono con la luz) más grande del mundo. De 31,32 quilates, está valorado en 7,3 millones de euros.

De despedida, tres obras exquisitas y dispares: una escayola con la figura de D’Artagnan, el jefe de los mosqueteros, firmada por Gustavo Doré en 1883; unos zuecos bretones tallados en madera por el pintor Paul Gauguin en 1890, y un reloj mecánico en forma de avestruz, de la casa real de Lichtenstein.

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