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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Coser dudas

Francisco Nixon y Ricardo Vicente han publicado dos libros distintos que sirven para conocer algo de la parte reservada de la cabeza de unos tipos que hacen canciones

David Trueba
Ricardo Vicente
Ricardo Vicente

Pese a la presencia abrasiva de la música en torno a nosotros, donde no hay ya espacio público en el que no se pretenda aturdirnos a golpe de hilo musical, ganarse la vida con las canciones exige, sin embargo, un esfuerzo de ingenio. Dos voces que estuvieron unidas en proyectos musicales, el grupo La Costa Brava y luego una gira llamada El problema de los tres cuerpos, nos traen reflexiones profesionales a mitad del camino de la vida. Francisco Nixon y Ricardo Vicente han publicado dos libros distintos, pero complementarios a su música. Porque ambos sirven para conocer algo de la parte reservada de la cabeza de unos tipos que hacen canciones. Francisco Nixon ha reunido en Aprendiz de kung-fú un puñado de destellos cazados al vuelo sobre un oficio que ya no se parece al que era antes, pero sigue siendo igual.

Entre medias de una filosofía que incluye sobre todo la observación de los fenómenos populares bajo un enamoramiento de la vida, Nixon afirma que el oficio de un cantante es remover emociones y el camino más corto para lograrlo es la sinceridad. No resulta fácil asumir algo así en un territorio donde la impostura y el atajo suelen ser tentaciones irresistibles. Pero si conoces el secreto de que para ganar siempre tienes que haber perdido antes, la ruta es lenta, pero más sustanciosa. En el caso de Ricardo Vicente, el libro, novelesco y rizado, es un abrigo para el disco llamado ¿Qué haces tan lejos de casa?, en un tiempo en que los discos pasan mucho frío ahí fuera.

En ambos la presencia más recurrente es la ausencia de Sergio Algora, músico y cómplice zaragozano fallecido en 2008. Puede que porque nada enseña más de la vida que la muerte o sencillamente porque fue un tipo que se lo hizo pasar bien y esa deuda ni se olvida ni se termina de pagar nunca. Ricardo Vicente presenta el oficio como el arte de defender los textos de sus canciones, agotado de intentar defender lo mismo en la vida real. Esa prolongación personal en las canciones complica el juicio fácil de la industria. Música es escuchar música frente al aturdimiento musical. Se agradece que alguien desde ese oficio se atreva a coser dudas.

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