La jauría de existir
En el proceso de creación de este lujoso documental de Gutiérrez Acha se pueden distinguir rodaje, montaje y tratamiento de texto
En el proceso de creación de Guadalquivir, lujoso documental de naturaleza de Joaquín Gutiérrez Acha sobre el ecosistema animal a lo largo del río, se pueden distinguir tres partes: rodaje, montaje y tratamiento de texto. Para el rodaje, a lo largo de un pacientísimo año y medio, Gutiérrez ha podido filmar en formato 4K; en alta velocidad de hasta 1.000 fotogramas por segundo para captar, por ejemplo, la espectacular pelea a muerte entre un par de zorros; con el método contrario, el time-lapse, para mostrar el crecimiento de una planta; y con la cámara cineflex para planos aéreos, con estabilizador y superzoom. Hasta ahí, un lujo para los sentidos, capturando la bellísima jauría animal que permite la pervivencia de nuestro ecosistema.
GUADALQUIVIR
Dirección: Joaquín Gutiérrez Acha.
Género: documental. España, 2013.
Duración: 90 minutos.
En cuanto al montaje, habría que diferenciar los instantes en los que los animales interactúan en el mismo plano, de arrebatador impacto, y aquellos en los que se unen miradas, reacciones y hasta historias a través de la edición, donde siempre cabe la invención, la ficción; lícita, faltaría más, pero con menos mérito, por mucho que lleve a una emoción, digamos, reconstruida. Por último, la parte más discutible de Guadalquivir es su constante texto, narrado por Estrella Morente, donde se ha optado por la poesía: una sobredosis de figuras retóricas compuestas por el guionista Fernando López-Mirones, donde metáforas, dobles sentidos, asociaciones, hipérboles, sinestesias y una ingente cantidad de prosopopeyas acaban recargando unas imágenes que no necesitaban de tanta lírica.