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Tentaciones
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La profesora Brown Sugar

Claudia Lennear, corista de Tina Turner, amiga íntima de Jagger y Bowie, presenta el documental '20 Feet From Stardom', sobre la historia de las coristas afroamericanas en la música pop.

Claudia Lennear está a 20 pasos de la cajera del supermercado. Mira con hipocondría el reloj, porque ha salido a hacer la compra de la semana con muy poco tiempo antes de la hora en la que debe estar en clase impartiendo español. En el hilo musical suena Brown Sugar, de los Rolling Stones. Incluso tararea esa canción porque le trae buenos recuerdos. Nadie se gira ni la señala. No saben que hace unas décadas fue una de las ikettes que acompañaban a Tina Turner, ni que grabó un hermoso disco en solitario, ni que apareció en Playboy, ni, mucho menos, que compartió confidencias, jets y habitaciones con el líder de la banda que suena ahora mismo. No saben, en definitiva, que cuando Jagger canta “How come you taste so good, now?” se lo está cantando a la mujer que llega tarde a su clase y hace cola en el supermercado.

Pero incluso los que saben todo eso, y que también Bowie le dedicó Lady Grinning Soul y que cantó en el histórico concierto por Bangladesh de George Harrison, incluso los que han tenido la fortuna de ver 20 Feet from Stardom, película programada en el festival In-Edit sobre la importancia de las coristas negras en la música pop de los setenta, probablemente no sospechen que su otra pasión era leer a Maupassant y a Flaubert. Y que su escritora favorita española sigue siendo Ana María Matute. “Yo pensaba que estaba dando clase en California, muy cerquita de donde vivo. Pero hoy me han dicho que vive en Barcelona. Me he pasado el día mirando por la calle, emocionada, pensando que en cualquier momento la vería”, bromea. Reposada pero con ojos brillantes, emocionada por esta nueva aventura pero humilde en cada respuesta, hoy se ha bebido una copita de vino (“una es suficiente”) porque le ha tocado recordar muchas cosas y porque ya en el viaje hizo sus primeros amigos: “Un vuelo maravilloso. Comencé a hablar con unos chiquillos, muy jóvenes, y luego resultó que se dedicaban a la música. Venían a Barcelona a cerrar un negocio para Lil Wayne, el rapero. Qué coincidencia, ¿no? Luego les expliqué mi historia… Y sí, claro, ¡fliparon!”. Tanto como todos los que vean este documental, dirigido por Morgan Neville, pero menos que los que tengan la suerte de conocerla en persona.

Twenty feet from stardom, trailer oficial. 

¿Le han dado vacaciones sus alumnos para venir a promocionar la película?

Ellos ya saben lo que hay… Es curioso lo cansado que es: no es como dar un concierto, pero mentalmente es aún peor. Puedes acabar exhausta.

¿Y no le piden que les cante?

Claro, me presionan mucho para que lo haga… A veces estoy generosa y doy ejemplos cantando. Pero normalmente les digo: sólo cantaré un poquito si hacéis los deberes (ríe).

Pero usted da clases de español… ¿les canta canciones en castellano?

A veces… Amo Shakira… Ohhhhh… Ella es la mejor, sí, muy buena pareja con el deportista. Me parece que tiene un talento tremendo, también bailando. Y no puedo parar de escuchar sus canciones con Wyclef Jean…

¿Aprendió castellano con la música, cuando iba de gira por medio mundo?

No, no, me interesó desde jovencita. En el college cogí el grado de literatura francesa, pero la segunda asignatura era el castellano.

¿Y qué autores le interesaban?

 Sin duda, Guy de Maupassant (entorna los ojos de pura admiración)… Claro, cuando íbamos de gira teníamos un montón de tiempo, así que entre concierto y concierto, en los hoteles, leía a Flaubert, Stendhal, Balzac…

 Precisamente, cuando salía de gira no…

Un momento, ¿no me vas a preguntar mi española favorita?

¿Quién?

¡Ana María Matute! Qué delicia de mujer… Mi cuento favorito es Bernardino, es una historia tan preciosa sobre la adolescencia…

Antes de venir, uno pensaría que usted sería más de ‘Bernadette’, de los Four Tops…

También, claro. Esas son las canciones que marcan la adolescencia. Mira, un concierto de los Temptations me cambió la vida, literalmente. Mi madre me llevaba a los clubs a ver la música en directo. Ella me decía que así me controlaba, pero es que además a le encantaban y quería que yo me dedicara a eso.

¿Era la típica mamá que sueña con su hija en el escenario y guarda los recortes?

Exacto. Era su sueño: compraba todas las revistas y las películas. En ese concierto una agente que contrataba a coristas me invitó a una audición con Ike y Tina Turner. Canté y bailé para él y segundos después ya me había dicho que estaba contratada, pero con una condición: ¡empezaba al día siguiente!

¿Y en casa?

Mi madre ya me tenía las maletas al segundo, ¡estaba encantada!

Entonces Ike se convirtió en una especie de segundo padre, o de tutor…

Más bien era mi mentor, pero Tina era mi amiga, mi hermana mayor y la persona que más me ayudó.

¿Eran dulces? La verdad es que viendo cómo bailaban aquello parecía fruto de una especie de West Point musical…

Sí, era muy duro. Entonces yo no entendía que fueran tan estrictos, pero ahora lo comprendo perfectamente. Gracias a eso mejoré muchísimo…

Es delicado, pero al margen de sus métodos, no sé si era muy tenso vivir con ellos… Recuerdo un reportaje sobre los Turner muy legendario, pero absolutamente aterrador, de Ben Fong-Torres en la antología de Rolling Stone de Paul Scanlon.

Tengo que decir que en los años que pasé con ellos, nunca vi ninguna evidencia de violencia doméstica. No digo que no tuvieran pequeñas discusiones, o que antes de que yo llegara sí existieran ojos morados, cosas horrorosas, pero yo nunca lo vi. Y fui afortunada, porque habría sido muy difícil elegir entre los dos…

Las Iketes.
Las Iketes.

De algún modo, las Ikettes cambiaron el rol de las coristas. Eran muchísimo más sexuales, liberadas, más violentas, más primitivas y sofisticadas que el resto…

Todo fue idea de Ike: melenas largas ondeándose, vestidos muy cortos y sexies y mil coreografías…

Sí, pero imagino que cambiaron la vida de muchas adolescentes, un nuevo rol femenino con más personalidad…

Sí, ¡y también la nuestra! Nos daba mucha libertad para aportar ideas y nuevos pasos. La única cosa, y no quiero que suene mal, es que yo solo me preocupaba en bailar y cantar, no en el negocio. Di tantísimas ideas a Ike, muchíiiisimas ideas. Y antes de que te dieras cuenta ya estaban en papel y publicadas… Y, claro, nunca nos pagaron.

Ese es uno de los hilos conductores del documental: como Darlene Love, que cantaba y luego veía su voz en discos de The Crystals… Como Milli Vanilli.

¡O peor! Me parece normal que se enfadara… Aunque no soy mucho más joven, yo crecí con sus canciones. Esa especie de frustración, pero sin berrinches, porque disfrutamos mucho, nos une a todas las protagonistas de la película….

Algunas afirman que se sentían cómodas en el papel de coristas… Imagino que durante las giras era más fácil que no las reconocieran.

Yo siempre me he mezclado con la gente de cada ciudad: museos, restaurantes locales… Podía ir sin gafas de sol. Nadie se giraba.

¿Seguro que nadie se giraba?

Bueno (risita), es cierto que algunos hombres se giraban. Pero yo me movía con libertad.

¿Estuvo en España?

Adoro en España. Yo ya estuve aquí en la época de (bisbisea) Franco… Vine de vacaciones a Málaga con un amigo parisino. Me di cuenta de cómo ese hombrecito diabólico influía en las vidas de la gente. No podía entender que en Cataluña no pudieran hablar catalán o que la gente tuviera que meterse en casa a partir de una hora. Yo venía de Los Ángeles y de París… era muy raro. Además, yo ya conocía el Gernika, y la historia que ese maravilloso cuadro contaba…

Imagino que aquello le impactó. ¿Alguna anécdota concreta?

Toda mi vida estaba en mi maleta, ni siquiera podía sacar los vestidos… Pero las grandes anécdotas solían venir de mis jefes: Joe Cocker, Leon Russell…

Le tengo que preguntar por Mick Jagger…

Oh, no me importa, cariño. Lo admiro muchísimo. Era un compositor muy inteligente, un músico muy talentoso y un showman brutal…

Y un astuto empresario…

También, pero eso es casi tan difícil como lo otro.

¿Qué es lo primero que pensó cuando lo vio?

Que era monísimo (risas). Era muy diferente, casi afeminado, pero no lo digo de modo condescendiente, esos labios, esos movimientos… Pero esa no fue la razón para que me atrajera. La razón por la que me sentí atraída fue que era totalmente diferente cuando estábamos juntos y cuando estaba en escena (imita el paso gallináceo de Jagger y despacha unas cuantas carcajadas). Era un caballero y muy divertido. Nos cambiábamos de ropa en la habitación, jugábamos mucho. Además, cuando yo era joven y viajaba con Ike y Tina, pensaba que la vida del músico era ir en autobús. Y Mick me invitó a Las Vegas. Convenció a Ike para que le diera permiso. Ya aluciné cuando me dijo que iríamos en avión. Pero luego entramos y le solté: ¿Dónde está la gente? Era su jet privado… Estuvimos sólo dos horas en Las Vegas porque se le metió en la cabeza que jugáramos un par de hora al baccara. Sospecho que fue porque él era inglés y se quería hacer el James Bond (risas)…

Quizás era un espía del MI6…

¡Tenía actitudes para serlo, sin duda!

Sí, aunque ese rol le pega aún más a David Bowie, con el que también intimó mucho.

Con Bowie.
Con Bowie.

Él tenía ese personaje andrógino y frío… Pero no era así a solas, era muy dulce e inspirador. Increíblemente listo. Lo podías ver: siempre estaba apuntando cosas en servilletas, se iba un momento y volvía con una canción…. Y te la tocaba.

¿Como ‘Lady Grining Soul’?

Bueno, sí (pasa cierto apuro)… Dicen que me la dedicó, eso dicen. Está bien… Pero a mí me gustaba cuando me hacía la rutina de Marcel Marceau, el mimo, eran como espectáculos privados, sólo para mí. Qué suerte, ¿no?

¿Hablaban de libros?

Sí, y él por supuesto lo había leído todo… Yo no había escuchado su música, hasta Fame, que tenía la cosa soul… Antes solo me interesaba sus portadas, sus ideas. Bueno, me gustaba mucho esta canción… Jean Jeanie (la tararea), una de mis favoritas.

Parece que ese tipo de músicos las valoraban más que los que venían de su propia tradición...

Todos ellos querían tener un sonido negro… Y la forma era llamarnos a nosotras. Eso los diferenciaría, no lo digo de forma condescendiente o racista. Sino simplemente que les ayudamos a conseguir su objetivo.

Pero luego el icono fue usted… Al margen de la portada en Playboy, usted sacó un muy buen disco en solitario...

Sí, y cuando lo acabé me sentí tan relajada y aliviada que lo titulé Phew!…. (se saca el sudor imaginario con la palma de la mano). Hasta entonces yo sólo era feliz cantando y bailando, y de repente todo recaía en mí. Tenía que coordinar a músicos, productores… Fue agotador. Quedaba menos tiempo para lo que realmente amo hacer.

Lisa Fischer explica esa misma idea, pero hace ya tiempo que ha vuelto a cantar de gira con los Rolling Stones… Y Darlene Love recuerda en el documental que, ya retirada del negocio, un día estaba limpiando la casa de alguna familia muy adinerada, escuchó en su radio uno de los discos de Navidad que había grabado y decidió volver a cantar en público… ¿Esta película no le ha hecho sentir esas ganas de nuevo?

Darlene y Lisa son maravillosas… ¿Sabes que Lisa ahora girará con los Nine Inch Nails? (Cara de susto y carcajada). Yo le dije: Ok, you go girl! (chasquido digital y risas)…

 ¿Pero le gustaría dejar por un tiempo las aulas y volver a los escenarios?

Si surge la idea, claro, ¿por qué no? Si me lo piden educadamente Nine Inch Nails… ¡es muy probable que me lo piense! (más risas).

Claudia Lennear en Barcelona, la semana pasada.
Claudia Lennear en Barcelona, la semana pasada.

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