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Magnates divertidos y despreciables

El videoartista Federico Solmi parodia al poder y sus líderes en una exposición en Madrid

Tommaso Koch
Una de las imágenes de 'Chinese democracy and the last day on Earth'.
Una de las imágenes de 'Chinese democracy and the last day on Earth'.FEDERICO SOLMI

Todos odian a Dick Richman. De Lisboa a Roma, de Madrid a Atenas, cualquiera que aún sangre por los arañazos de la crisis debería despreciar a este tipo. Porque él la causó. Él es “un magnate de Wall Street, artista del fraude, el más consagrado gilipollas de la historia”. Así se lee en una de las 15 pantallas de la videoinstalación Douche bag city de Federico Solmi (Bolonia, 1976), creador de este personaje ficticio y tremendamente real. El trajeado y despiadado muñeco protagoniza también unas cuantas más de las obras que el artista expone en A song of tyranny, una muestra que se ríe del poder en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid hasta el 31 de enero.

Douche bag city, en concreto, es una suerte de videojuego en 15 etapas que van de la creación del buen –es un decir- Richman por parte de EE UU hasta su merecido castigo. La obra pertenece a un centro de Shanghái, que apreció su ironía contra los yanquis pero seguramente aplaudiría menos la última videoinstalación del artista, Chinese democracy and the last day on Earth, que también se expone en Madrid. Allí, la nueva superpotencia asiática conquista y esclaviza a la anterior y se carga al planeta.

“Si el mundo algún día termina, seguramente sea por el error de un líder político. Han acabado con todo”, relata Solmi. Entre dictadores con bazooka y tiburones bursátiles, mareas de dólares y de colores, entre la pintura y la animación en pantalla, el italiano esboza un retrato de los poderosos que inquieta y divierte: “Una finalidad exclusivamente estética no me interesa. Quiero que la gente se meta en un mundo que le haga reflexionar. Un artista que mande un mensaje y tenga éxito puede ser una bomba de relojería”.

Poco después, algo también parece explotar dentro del propio Solmi. De repente, el río de palabras que suelta su habla torrencial encuentra un dique. El creador se para y se conmueve, con los ojos humedecidos. Cuenta cómo dejó el negocio familiar para mudarse a Nueva York y convertirse en artista autodidacta, la preocupación de su madre y el esfuerzo de un hermano que le ayudaba al principio comprando algunas de sus obras.

El videoartista Federico Solmi, ante sus obras expuestas en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid.
El videoartista Federico Solmi, ante sus obras expuestas en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid.claudio álvarez

Ya no le hace falta. Mientras más del 70% de las piezas contemporáneas españolas subastadas en 2012 no encontró comprador, según Artprice.com, Solmi vende a más no poder. De hecho, todas las piezas expuestas en A song of tyranny son prestadas por los coleccionistas que las adquirieron. Las pagaron entre unas pocas y decenas de miles de euros, según el tarifario del italiano. “Algunas obras las vendo incluso antes de que estén terminadas. Hay compradores que ni siquiera las ven en persona”, relata Solmi.

Aun así, el artista insiste en mantener ganas y espíritu del novato: “Vivo cada uno de mis eventos como si fuera una muestra en el MoMa”. Sin embargo, con una beca de la Fundación Guggenheim en el bolsillo, sus obras distribuidas por galerías de Milán, Bruselas, Washington o Barcelona -la ADN, a la que da las gracias varias veces-, y un laboratorio donde trabaja junto con una decena escasa de ayudantes, el futuro de Solmi cuenta con pilares robustos: “Quiero intentarlo con la escultura. Estoy realizando unos muñecos en 3D de los personajes sacados de los vídeos, con una estética bastante inusual”.

Inusual, cuando menos, es también el compatriota del creador que a sus 77 años sigue protagonizando la política de Italia. Y sin embargo, entre tanto líder grotesco, no hay sitio para él en el arte de Solmi. “Berlusconi no me ha interesado nunca. No tengo respeto por la política italiana”. Por una vez no hay parodia. Solo indiferencia.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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