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Joan Matabosch: “Soy mortierista acérrimo”

El nuevo director artístico del Teatro Real, en sustitución de Gerard Mortier, defiende que la tradición se puede contradecir, pero hay que tenerla en cuenta

Daniel Verdú
Joan Matabosch, nuevo director artístico del Teatro Real y todavía responsable del Liceo, en Barcelona.
Joan Matabosch, nuevo director artístico del Teatro Real y todavía responsable del Liceo, en Barcelona. GIANLUCA BATTISTA

Joan Matabosch (Barcelona, 1961) está feliz con su nombramiento como nuevo director artístico del Teatro Real. Pero lo que estaba viviendo como un proceso normal de selección para suceder a Gerard Mortier se ha convertido de golpe en una crisis abierta en el coliseo madrileño. La enfermedad del gestor belga, sus polémicas declaraciones en las que denunciaba que el Ministerio quería imponer a un español para relevarle y su fulminante destitución han enrarecido el ambiente. Pero al todavía responsable del Liceo, que ha empezado con buen pie plantándose ante las injerencias políticas, se le ve con fuerza para afrontar la situación.

Pregunta. ¿Cuándo se incorporará a su nuevo trabajo?

Respuesta. El acuerdo es para que sea de inmediato, pero con flexibilidad para facilitar que en el Liceo haya un proceso de transición. Estaré durante un tiempo gestionando las próximas temporadas del Real y programando las futuras, y cuidando de que en el Liceo la temporada en curso se desarrolle con normalidad.

P. ¿Y qué plazos manejan en el Liceo para sustituirle?

R. Lo normal sería que el proceso fuera entre noviembre y marzo. Opino que la incorporación debería ser flexible entre marzo y septiembre. Pero no me corresponde a mí.

P. Con este doble cargo se convertirá en el director artístico más poderoso de la historia de la ópera en España.

R. A mí me dijeron que sustituiría a Mortier en el momento en que él dejara el cargo. En principio, en 2016. Pero se modificó por un imprevisto, su enfermedad, aunque luego haya otros temas que yo desconozco. Ahora hay una incógnita sobre si podrá gestionar la temporada en curso o no. Pero mis funciones en un teatro y en el otro son diferentes.

P. Mortier ha sido destituido, según se explicó, por unas declaraciones que hizo a EL PAÍS. La situación abre una crisis en el teatro inesperada. ¿Le inquieta esta situación?

R. El Real tiene que resolver la situación con Mortier. Y yo no me debo meter. Gran parte de lo que está pasando lo desconozco. Se debe resolver de una forma pactada, y me consta que están hablando y que él tiene una actitud que hace posible resolverlo.

P. ¿Se ve conviviendo con él este año?

Defiendo la ópera como un arte alejado del consumo banal de entretenimiento

R. Vengo a sustituirle en el momento en que se marche. Pero si hay un acuerdo para que mantenga algún tipo de relación con el Real esta temporada, para mí será un honor trabajar con Mortier.

P. Se ha dicho que su nombramiento era una imposición del Ministerio de Cultura, que quería a un español. ¿Qué opina?

R. No me consta que sea así. Según la información que me facilitaron el presidente del Patronato y el Director General, en el proceso ha habido nombres españoles y extranjeros y este tema no ha jugado ningún papel en la decisión. Sería absurdo que se tuviera en cuenta eso. Tan absurdo es decir que tiene que ser un español como que no puede ser un español.

P. El posterior intento de imposición por parte de Wert de un director musical parece darle la razón a Mortier en su denuncia de injerencias.

R. No veo qué relación tiene. El proceso del director artístico ha sido normal. Luego el Real ha hecho prevalecer que tiene que haber una independencia de las decisiones artísticas.

P. Llega con dos temporadas más diseñadas por Mortier. ¿Cómo gestionará ese legado?

R. Será una incorporación progresiva. No llego para arrasar nada. No es mi estilo. Además, yo soy un mortierista acérrimo. Estamos hablando de temporadas diseñadas por uno de los programadores más extraordinarios y maravillosos que ha habido nunca. Un maestro. El proyecto pasa por asumir todo lo bueno que ha tenido su paso por Madrid.

P. ¿Como qué?

R. La defensa de la ópera como un arte complejo, que se aleja del consumo banal de entretenimiento. Y por eso tiene sentido que existan los teatros de ópera. No son un museo, ni un desfile de estrellas. La búsqueda de espectáculos trabajados, con directores musicales que tengan algo que aportar a las obras. Todo eso lo ha hecho y hay que mantenerlo. Es un legado extraordinario.

P. ¿Y a partir de ahí?

R. Mortier tiene las cosas muy claras. Va en línea recta y sin concesiones. Y a veces un pequeño viraje permite incorporar al proyecto a gente que quizá no lo hubiera hecho. La diferencia no está en lo fundamental, sino en los matices que dan al discurso un aspecto diferente. El público ha sido educado en una determinada tradición. Se la puede contradecir, pero hay que tenerla en cuenta.

P. ¿Cuáles son esos matices?

R. Abrir el repertorio a obras de Haendel, que ha escaseado mucho, o al repertorio belcantista romántico con un Donizetti, un Bellini… El repertorio se puede hacer hoy con un potencial teatral inimaginable hace 20 o 30 años. Antes iba asociado al culto a la mitomanía y entiendo esa resistencia. Ya no es así.

P. ¿Cambiará el tipo de directores de escena?

R. Los que ha traído Mortier son de los mejores. Pero hay otros. Abriremos el abanico porque es una cosa sana e higiénica. Además, donde más explotan los escándalos es cuando se hace el repertorio con este tipo de directores. En la ópera los líos se forman más con Lucia de Lamermoor que con Wozzeck.

P. Durante su etapa en el Liceo ha recibido muchos elogios y una crítica muy repetida: el escaso nivel de la orquesta. ¿Por qué no la ha mejorado?

R. El Liceo ha vendido muy mal su orquesta y su coro. Se ha pasado años diciendo que no estaba bien y eso acaba calando. También hay un problema objetivo que tiene que ver con la historia de la institución. Entre 1994 y el 1999, el teatro estuvo reconstruyéndose por el incendio y el personal estuvo seis meses de cada uno de esos años en paro. La mejor manera de cargarse una orquesta. En 1999 se pensó que había que darles un tiempo para que volvieran a su nivel. Debía haber una renovación y un crecimiento. Pero con la crisis, este proyecto está siendo más difícil. Es una orquesta muy mejorable, pero hay unas causas objetivas.

P. ¿Qué le parece la del Real?

R. Ha mejorado muchísimo. Tiene un gran nivel y es una de las cosas que Mortier ha hecho muy bien. Se ha demostrado que su opción [prescindir de un director titular] fue un acierto.

P. ¿Seguirá así o fichará a un director musical titular?

R. Sería absurdo cambiar ahora. Las temporadas están hechas y los directores contratados. Y no es urgente: el sistema funciona. En el futuro tendrá sentido hablarlo. Ahora mismo no hay trabajo para un director titular.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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