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Sumisión y masoquismo a cuatro manos

"Mi película va sobre la dominación", asegura el director de 'La Vénus à la fourrure'

Gregorio Belinchón
El director Roman Polanski y su mujer, Emmanuelle Seigner, protagonista de su filme presentado en Cannes 'La Vénus à la fourrure' (La Venus de las pieles).
El director Roman Polanski y su mujer, Emmanuelle Seigner, protagonista de su filme presentado en Cannes 'La Vénus à la fourrure' (La Venus de las pieles).ERIC GAILLARD (REUTERS)

Puede que la carrera de Roman Polanski siga por muchos años, pero que esté a punto de rodar D, sobre la injusta acusación al capitán Alfred Dreyfus que generó el famoso Yo acuso, de Émile Zola, y que haya estrenado en Cannes La Vénus à la fourrure (La Venus de las pieles),en la que se pueden encontrar múltiples visiones de su relación con las mujeres, parece un ajuste de cuentas vital. Polanski jamás hizo nada sinsentido. Es uno de los cineastas más inteligentes, y de los que más saben del alma humana. Su propia biografía es, en el fondo, un recorrido por la historia de la humanidad del siglo XX.

Así que cuando asegura que su último filme, una comedia con solo dos personajes, lo escogió sencillamente porque lo leyó y le pareció divertido, nadie se lo acaba de creer completamente. “Deseaba hacer una película con solo dos actores. En El cuchillo en el agua eran tres en un bote. Aquí quería llegar a dos. Me siento como cuando buscaba retos en la escuela de cine. Y ha sido fácil, divertido y agradable”. También se dio cuenta de otras posibilidades: “Me parecía que ahí había un personaje para Emmanuelle [Seigner, su esposa], que se mueve estupendamente en esta ambivalencia de la actriz que encarna, pero que para desarrollarlo tenía que ser en francés. Y ya era hora de que rodara una película en esta lengua, ¿no?”.

La acción transcurre en París, en vez del Nueva York de la obra de teatro original de David Ives por Seigner y por un interés escenográfico: “Al contrario que en Nueva York, donde las pruebas de reparto se hacen en habitaciones, en Francia y en el resto de Europa se realizan en teatros. Yo necesitaba huir de la claustrofobia del salón y meterlos en una sala grande, con butacas y escenario”. El otro actor en liza es Mathieu Amalric, que para ahondar en lecturas psicoanalíticas de la película, parece un Polanski joven. Él mismo Amalric contó: “Mi madre ya me lo dijo. Y mi abuela era judía polaca…”. El matrimonio mantuvo un curioso cruce de frases preguntado sobre la sumisión y masoquismo —el tema de la película— en la vida diaria, y sobre la posibilidad de que la actriz encarnara a una venganza femenina. Empezó Polanski: “La película va sobre dominación. Es cierto, ella[EMMANUELLE] me domina y nunca tiene suficiente”. “Mi personaje, ¿una diosa de la venganza? Puede. No la enfoqué desde ese punto de vista. Lo hice desde un acercamiento más positivo, divertido... Como actriz he vivido esos momentos humillantes de las pruebas, así que sí puede que sea esa vengadora”. Oído lo cual el pequeño diablo que encierra el gran cineasta chisporroteó sus ojos.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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