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OBITUARIO

Henri Dutilleux, un clásico contemporáneo

El compositor era considerado heredero de Ravel y Debussy

Henri Dutilleux, compositor francés, en 1988.
Henri Dutilleux, compositor francés, en 1988.JACQUES SARRAT (CORBIS)

Había sido elogiado como “mejor compositor vivo” del mundo y era uno de los autores contemporáneos más interpretados. Fue declarado heredero de Maurice Ravel y Claude Debussy. El prestigioso sello Deutsche Grammophon incluyó la grabación de su obra de plenitud, Correspondances (2003), como joya de su nuevo catálogo. Esa misma obra fue la que eligió Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín, para abrir sus conciertos con la orquesta en la Sala Pleyel de París, en febrero pasado. Y ayer, la misma tristeza que emana de los primeros compases de Tout un monde lointain (Todo un mundo lejano) invadió a los amantes de la música al saber que Henri Dutilleux (Angers, 1916), que desde hacía muchas décadas ya era tenido por un clásico, había fallecido a los 97 años.

El recorrido musical de este genio lamentablemente poco conocido en España comienza, como en tantos otros maestros, con tempranos estudios de solfeo y piano. Tras el final de la Primera Guerra Mundial, su familia se trasladó a Douai, en el norte de Francia. Inscrito en el conservatorio de la localidad, su talento desbordante no tardó en atraer la atención del director del establecimiento. El primer premio del Conservatorio de París en 1933, y el Grand Prix de Rome (1938) de composición son algunos jalones tempranos de los incontables reconocimientos que obtuvo: era miembro de de la Real Academia de Música de Londres, en 2004 recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor y en 2008 la medalla de oro de la Royal Philharmonic Society.

Dutilleux era un artista versátil que no solo plasmó su peculiar universo sonoro en partituras destinadas la sala de conciertos, sino que, sobre todo al inicio de su carrera, dotó de bandas sonoras a películas y puso música a obras de teatro o ballets. Pero fue tras las II Guerra Mundial, que había interrumpido sus estudios en Roma, cuando empezó a dar la verdadera medida de su calado artístico y su voluntad de experimentación, que se refleja característicamente en el abandono de la habitual agrupación orquestal por secciones de instrumentos. Así, por ejemplo, en su Primera sinfonía (1950) subdivide la orquesta en dos grupos independientes, dando a cada instrumento casi un rango de solista. Una disposición semejante adopta en su segunda sinfonía, Le double (1959), en la que independiza una sección de doce instrumentos, a los que trata como una orquesta de cámara, articulando un diálogo entre esta y el resto de la formación. También es singular la escritura orquestal de otra de sus composiciones más interpretadas, Métaboles (1965). En todas estas obras, la forma en que reinterpreta la dialéctica entre instrumentos da a su música una textura sonora única.

En 1970 presentó en el Festival Internacional de Arte Lírico de Aix-en-Provence su obra Tout un monde lointain, un concierto para violonchelo y orquesta le había pedido Mstislav Rostropovich, al que había conocido en los años sesenta. La obra, uno de las partituras para chelo más bellas del siglo XX, transporta al oyente a un imaginario por momentos inquietante y distópico. No en vano, Bartók e Stravinsky figuran entre las referencias musicales del compositor. Otra de sus grandes partituras para instrumentos de cuerda es el concierto para violín L’arbre des songes (El árbol de los sueños), encargo de Isaac Stern, que lo estrenó en 1985.

Alejado de manierismos escolásticos y dogmatismos estériles, Dutilleux fue un artista sumamente culto y receptivo a las corrientes más diversas, del serialismo al jazz, sin que ninguna se impusiera a su talento original ni rompiera la unidad creativa de su obra. Como inspiración para sus partituras, bebía en las fuentes más diversas, fueran musicales o literarias. Por ejemplo, Tout un monde lointain toma su título de un verso de Baudelaire, cuyos “armónicos más íntimos y secretos”, según confesó el compositor, trata de reproducir musicalmente; también se inspiró en poemas de Rilke y musicó textos del disidente ruso Alexander Sholzenitsin o fragmentos de la correspondencia entre el pintor Vicent Van Gogh y su hermano Theo. Otra de sus obras, Memoria de las sombras, está compuesta como homenaje a Ana Frank.

Aunque escribió música para piano —primero para su esposa, Geneviève Joy, aunque la integral de su obra la grabaría Anne Queffélec—, para orquesta, ballet, instrumentos solistas y música de cámara, Dutilleux no fue un compositor prolífico. Además, pese al reconocimiento de que disfrutó precozmente, destruyó o se distanció de la mayor parte de sus composiciones tempranas, a las que consideraba excesivamente deudoras del modelo de Ravel: catalogó como su Opus 1 la sonata para piano que compuso entre 1946 y 1948. Sin embargo, ninguna de sus obras mayores es epigonal y todas han dejado una huella profunda en la música contemporánea.

El 22 de enero pasado, fecha de su último cumpleaños, la Filarmónica de Radio France, dirigida por su antiguo alumno Esa-Pekka Salonen, rindió un homenaje al casi centenario compositor. A la alegría de la celebración se sumó la de ver reeditadas sus Correspondances.

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