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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gran dormida

Raymond Chandler permanece en el tiempo como un escritor admirado

David Trueba

Raymond Chandler permanece en el tiempo como un escritor admirado por sus frases impresionistas dentro de libros de género. Sus ráfagas de literatura plástica presiden historias donde quizá quedan hilos de trama sin resolver, pero sobra atmósfera y talento. En una hermosa descripción de estado de ánimo, el narrador nos dice: “Encendí un cigarrillo que me supo como el pañuelo de un fontanero”. A veces, en la España de hoy, uno tiene esa misma sequedad agria en la boca ante la decrepitud y la insolvencia de quienes están al mando de la nave. Y a uno le sabe la realidad como el pañuelo de un fontanero. Cuando el antiguo presidente de Cajamadrid, Miguel Blesa, pasa unas horas en la cárcel, hay todo un rosario de sensaciones acumuladas, que explican la gran dormida de estos últimos 20 años. El big sleep del que hablaba Chandler.

Si nos detenemos a mirar alrededor, posiblemente encontramos un antes y un después de la expulsión del juez Garzón de su plaza. Pese a los errores y defectos, su impulso por combatir ciertas impunidades fue un hito que lo ha hecho famoso en el mundo entero. Por la fisura que deja su ausencia, determinados jueces están empeñados en la regeneración. Se topan casi siempre con las más altas autoridades, empeñadas en devolver el favor a los políticos e intereses que les situaron en la cima. De ser cierto que la reforma judicial concederá al Gobierno más margen para nombrar a los miembros de los tribunales superiores, estaremos presenciando cómo se lleva a cabo precisamente lo contrario de lo que se presume de estar haciendo. Lograr la independencia es la clave de la reforma, no lo opuesto.

En la trama de corrupción sigue quedando sin explorar una línea argumental fuerte: cómo algunos bancos se vaciaron en beneficiarios escogidos, cómo las finanzas públicas desmadradas engordaron a algunos ungidos por el don de la impunidad.

Las novelas de Chandler siempre acaban en una digna derrota. De los jueces independientes, con un margen de maniobra local que exprimen desde la fe en su oficio, depende que nuestra derrota también termine por ser digna. Al menos, narrada con precisión y luz. Y sacarnos de una vez fuera de la boca este regusto a pañuelo de fontanero.

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