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Miguel Ángel Solá: “Soy un bicho raro que vuela hacia la luz”

El actor argentino junto con la compañía Talento en Leve Ascenso estrena el próximo lunes 'Como por un tubo' en el Teatro Infanta Isabel

Aurora Intxausti

 El actor argentino Miguel Ángel Sola (Buenos Aires, 1950) junto con la compañía Talento en Leve Ascenso estrena el próximo lunes Como por un tubo en el Teatro Infanta Isabel. Obra que ha sido vista por más de un millón de espectadores en Argentina y obtuvo buenas críticas en España el pasado año. Llegó a España por primera vez en 1988 y vio un país "con apetito de convivencia y más tolerante. Ahora prefieren que los que llegamos nos fuésemos". Hacer teatro en España resulta cada vez más difícil por el incremento del IVA para la Cultura y el recorte de subvenciones. "Las compañías pequeñas tienen predestinado el cementerio a corto plazo", asegura Solá, que parece crecerse en las dificultades y por ello es capaz de decir: "¡Viva el teatro! ¡Que viva hasta el fin de los tiempos! ¡Y que siga en el comienzo de los nuevos. Y que sea verdad eso de la resurrección. Yo me apunto con tal de hacer teatro".

Pregunta.  Uno recorre su biografía y se cuestiona ¿De dónde ha sacado tiempo Miguel Ángel Solá para hacer tantas obras de teatro, televisión y alrededor de medio centenar de películas?

Respuesta. Sesenta y tres años (cumplidos hace unas horas, su cumpleaños fue el 14 de mayo) dan tiempo para hacer muchas cosas más de las que hice. De todos modos, no han sido tantas. Pero me siento feliz con lo hecho, no soy mucho más ambicioso que eso de haberles dedicado todo mi ser en el momento de hacerlas. Admiro a gente que es capaz de hacer infinidad de cosas en el día, y todas al propio nivel de exigencia, no al ajeno. Ese hacer es muy parecido a la felicidad. Gracias por el halago de pensar que de alguna manera he invertido bien mi tiempo. Yo también lo siento así.

 P. Parece que comentó que con alguna obra dejaría los escenarios y vuelve para representar en el Infanta Isabel ‘Como por un tubo’. ¿Tiene los pies anclados a las tablas?

R.  Aseguré que hubiera querido retirarme haciendo Hoy: el diario de Adán y Eva, de Mark Twain. Me es imposible dejar los escenarios, porque del escenario vivo. No quiero desilusionar a nadie. No soy lo que se espera de mí: no soy adinerado ni gozo de privilegio alguno. Además, el haber adquirido la tarjeta dorada de Renfe, no me da derecho a descansar como no sea viajando en el Alvia. Siento desilusionar a todo el mundo: no soy el magnate que piensa nadie; más bien todo lo contrario. Pero, bueno, soy joven, tengo tiempo de sobra. Es más, soy un tipo con casi cuarenta tres años de experiencia, que, el último trabajo que hizo en pantalla, chica o grande, fue 'U.C.O.', hace cuatro años.

P. Su primer trabajo en España fue en 1988. ¿Qué diferencias encuentra entre aquella España y la que tenemos ahora?

R. Una sociedad con mayor apetito de convivencia hasta hace pocos años. Infinitamente más tolerante y que daba la bienvenida a todos aquellos que quisieran hacer las tareas que preferían no hacer los españoles. Ha pasado agua bajo el puente, y España mira a su bolsillo con asiduidad de hormiga enamorada, prefiere que los que llegamos alguna vez nos fuésemos; esquilmada por su clase dirigente en ejercicio; y gritando contra las subvenciones al cine, al teatro, y, a aquello que hable de Cultura e Investigación. ¿Acaso no subvencionaron y siguen subvencionando a la selección española de fútbol durante cien años, hasta que se aprendió a ser un equipo, glorioso además? Todo es tiempo e inversión, a cualquier y la selección vuestra lo demuestra. ¿Para qué sirve subvencionar? Para ser mejores.

P. ¿Qué hay en Alberto Carlos Bustos para que a usted le atraiga interpretar y dirigir esta obra?

R. Venga a verla, se enteraría por usted misma y por sus compañeros de butaca de las bondades de Como por un tubo.

 P.- Nos encontramos en una situación en España en la que los recortes en Cultura son cada vez mayores. ¿Es más fácil trabajar ahora en Argentina?

R. No, no es más fácil; quizás el sistema de trabajo sea más libre; pero no, no es más fácil, Quizás sea más entretenido por la forma de encarar la búsqueda del trabajo, más libre, más vertiginoso y peor pago, pero no más fácil.

 P. El escenario que se muestra de un estudio de radio tiene poco que ver con los que existen actualmente ¿Ha hecho teatro radiofónico? ¿Sería creíble hacer en estos momentos una obra como La guerra de los mundos, de Orson Welles?

R. He hecho mucha y muy buena radio, radio creativa, llena de ideas, emociones y sentimientos. He colaborado en verdaderas hazañas llenas de creatividad y rigor en materia de ficción. Los estudios que hoy existen son el reflejo de una competencia, a veces leal, no tanta otras, que enarbolan la defensa del copyright de la casa. No son utilizados para explorar mundos diferentes; en todos se diseca la realidad de acuerdo a la propaganda empresarial y/o política que los ampara y exige réditos. La radio es mucho más que lo que hay en acto, pero no quieren que lo sea. El talento, refiriéndome a Welles, puede con cualquier impedimento formal o de modas, a menos que el poder necesite impedir la existencia de él.

P. ¿Para hacer teatro es más fácil en este país constituir una compañía y no depender de las subvenciones?

R. Este país es más caro que el Walhalla. Las compañías pequeñas tienen predestinado el cementerio a corto plazo. Con la que teníamos Miguel Oteyza, su hermana y yo, hicimos dos maravillas adoptadas por la gente y felicitadas por la crítica, otro la tercera obra producida (también de dos personajes), un suceso de crítica y público en las cuatro semanas que estuvo en el Teatro Fernán Gómez , no nos ofrecieron más que cinco bolos en dos años. La productora cerró, y estamos pagando deudas. Pero, ¿a qué con cualquiera de esos tres espectáculos, España, se hubiera sentido muy bien representada en cualquier lugar del mundo? Pero no. El negocio es pequeño y lo reparten entre cuatro. Por eso son necesarias las subvenciones. Insisto con lo de la selección de fútbol. Y no me digan que se invierte más en subvencionar teatro que fútbol. Y que el fútbol es la expresión de un pueblo, porque es muy poco representativo un pueblo que se expresa nada más que a través del balón

P. La gira que han realizado por Argentina con la compañía La Típica en leve ascenso ha resultado exitosa. Después de tantas representaciones acompañado de Graciela Baquero, Daniel Giménez, Carlos Morera y Enrique Quintanilla. ¿Hay mariposas en el estómago el día del estreno o eso se supera con la experiencia?

R. Es nuestra comida, parte de ella al menos, porque tenemos sala solamente los lunes. Pero nos gusta tanto hacerlo, nos divertimos y divertimos tanto, que vale la pena, aunque sea, una vez por semana. Queremos ganarnos el derecho a hacer una temporada, confiamos en el espectáculo porque es raro, inusual, y a la gente le encanta. Y, aunque aún no piensen los dueños de paredes que debamos merecer hacer una temporada completa de todos los días, ya nos vamos a ganar ese derecho, no nos cabe duda alguna.

P. Ayer me comentó que asistía a una clase de preparación al parto ¿Cómo se asume la paternidad en la madurez?

R. Fui padre por primera vez a los cuarenta y seis. La segunda vino con cincuenta. Creo que la palabra madurez ya la pasé. Soy un padre tarjeta dorada, y la asumo en toda la extensión de la palabra padre. Ojalá el nervio ciático no me juegue malas pasadas esta vez, porque este tipo de bendiciones de la vida, de doblar la apuesta, es también gritar en medio de las montañas, para no molestar a nadie, digo: ¡Estoy vivo!

 P. Para los jóvenes actores subirse a las tablas de un escenario suele ser su máximo sueño. Usted, que tiene tantas tablas ¿qué le atrae de la interpretación?

R.- Esta pregunta es motivo de un reportaje tan extenso que me llamaría 'abusador'. Prefiero contestarle que no lo sé. Soy un bicho que vuela hacia la luz, siempre. ¡Viva el teatro! ¡Que viva hasta el fin de los tiempos! ¡Y que siga en el comienzo de los nuevos. Y que sea verdad eso de la resurrección. Yo me apunto con tal de hacer teatro

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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