_
_
_
_
_
crítica de 'la mula'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El absurdo de la guerra

A pesar del desbarajuste fotográfico, hubiese sido una pena que este trabajo de Michael Radford quedara en el limbo

Javier Ocaña
María Valverde y Mario Casas, en 'La mula'.
María Valverde y Mario Casas, en 'La mula'.

“Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justificaban todo”, escribió Manuel Chaves Nogales en su clarividente prólogo de A sangre y fuego. Contienda, miedo, mentira. Algo de eso hay también en La mula, novela de Juan Eslava Galán que habla de humanismo y también de absurdo; de piedad y terror; de violencia y amistad; de ideales y confusión, de españoles convencidos con su causa y de otros que simplemente pasaban por allí y que, obligados por las circunstancias, actuaron según su modo y manera, con la fuerza del sentido común.

LA MULA

Dirección: Anónimo.

Intérpretes: Mario Casas, María Valverde, Secun de la Rosa, Jesús Carroza, Maite Sandoval.

Género: tragicomedia. España, 2013.

Duración: 100 minutos.

Comienza la película y, desde sus trincheras, cada bando grita las excelencias de la comida de la noche anterior. ¿Es La vaquilla, de Luis G. Berlanga? No, es La mula, de Michael Radford, alias Anónimo por culpa de otra guerra incruenta, esta económica y artística alrededor de la producción. En principio, sorprende que las dos películas arranquen exactamente igual. También que tengan a un animal como metáfora de una España apaleada. ¿Qué las separa, que las iguala? Las iguala su capacidad para reírse, a pesar de todo, y el rechazo de cualquier maniqueísmo. Las separa que el humor de Berlanga es ácido, atroz, punzante, negrísimo, y el de Eslava es más amable, más compasivo, de sabio del terruño. Así, La mula entronca con aquellas maravillosas películas alrededor de la guerra y el fascismo creadas en Italia por gente como Mario Monicelli o Luigi Comencini, a La gran guerra, Todos a casa y La marcha hacia Roma, a aquellas historias de cobardes y descaminados, de falsos héroes, de supervivientes que a veces eran más honorables que cualquier orgulloso guerrero.

De ambientación primorosa y meritorio trabajo con el acento jiennense, casi siempre conseguido por el trío protagonista, con vocales muy abiertas y destierro de eles, eses y eres finales, La mula probablemente tiene otra película dentro de la película. Y sin embargo, a pesar del desbarajuste fotográfico (secuencias nítidas mezcladas con otras de grano durísimo), hubiese sido una pena que este trabajo de Radford quedara en el limbo. Porque, como dice el estupendo Mario Casas en un desgraciado momento, lo que queda al final es el absurdo: “¡Me cago en la puta guerra, Chato!”.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_