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María Rovira ante Carmen Amaya

La coreógrafa catalana lleva al Teatro Nuevo Apolo de Madrid su particular homenaje a la legendaria figura del baile flamenco en el centenario de su nacimiento

Una escena del espectáculo de Maria Rovira sobre Carmen Amaya.
Una escena del espectáculo de Maria Rovira sobre Carmen Amaya.

“Bailar para no morir y vivir para bailar” dice la coreógrafa catalana María Rovira así podríamos resumir la trayectoria de la bailadora Carmen Amaya, una artista singular, nacida en el barrio chabolista del Somorrostro, que acabó seduciendo con su arte a medio mundo. En 1963 se apaga su vida en la habitación de su casa en Begur, donde pasa sus últimos días y muere a los 50 años, víctima de una enfermedad renal que ella mantenía a raya bailando frenéticamente, sin hacer caso de consejos médicos o de períodos de reposo. En ese mismo espacio donde Carmen Amaya se despide del mundo, empieza un espectáculo de Rovira, un viaje coreográfico y musical que recorre, de manera poética y libre, momentos imaginados de su existencia, una dramatización danzada que no se atiene a un relato realista sino de esencias poéticas e imágenes de baile.

Ahora viene al Teatro Nuevo Apolo de Madrid (del 24 de abril al 5 de mayo) la compañía Trànsit Dansa con la última creación de su directora, una nueva incursión en la figura de Carmen Amaya, figura que ha sido antes inspiración para otros coreógrafos españoles como José Antonio Ruiz o Víctor Ullate, que han creado también piezas de evocación.

Desde el duelo y la tristeza hasta el grito y la vitalidad extrema, este espectáculo de Rovira quiere recordar a esta mujer inclasificable, auténtica y profunda, gitana catalana y universal, de cuerpo pequeño, rostro trágico y una intensa mirada en negro. Es, en la danza de Rovira, una Carmen Amaya evocadora de sus esencias y de su fuerza, pero a la vez quiere ser metáfora de su vital despliegue de libertad creativa y vivencial. En el decir de la propia Rovira “una propuesta donde la música y el flamenco se encuentran con el lenguaje más contemporáneo de la danza; es un recorrido sensorial, impulsivo y onírico, más que cronológico, donde se siguen las huellas de la playa del Somorrostro, se cruza el océano, se abrazan otras culturas y, finalmente, nos devuelve al mar que la vio nacer”. Es verdad que Carmen Amaya siempre bailó con una fuerza y una personalidad únicas, hasta el último instante, y que dejó innumerables aunque fragmentarios testimonios filmados de su baile.

Rovira divide la trayectoria de esta gran bailadora en cuatro episodios vitales e imaginados, y cada una de esas estampas quiere acércanos a un momento trascendental de Carmen Amaya:

De negro

La habitación en Bagur, el luto, el duelo, el llanto de la muerte, la pérdida, su gente, el cante hondo. El círculo de la vida.

De luz

La infancia, la arena, la playa del Somorrostro, el mar, la orilla. Barcelona antes de los viajes, los cestos de mimbre donde poníamos de todo. Aquí Rovira inserta unas frases de la artista: “Tengo los pies abiertos de tanto correr, no de la técnica, de la arena, de la arena…” o “Mi vida y mi arte nacieron del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me vino del ritmo de las olas”.

De lejos

La Travesía, los viajes, artistas nómadas…. “Cargar siempre con los míos”. La Compañía de Carmen Amaya por América y Europa. El éxito, la tristeza, la alegría y la algarabía. Otra vez su voz: “Yo no sé andar sola por el mundo y si no van los míos conmigo, no saco sustancia a la vida”.

De prontoSe cierra el círculo. La muerte, la vida, el origen, la fiesta, el ritual ancestral para recordarla. El llanto es risa, carcajada. Vitalidad extrema justo antes del final. “Quisiera dormir, me duelen los riñones; pero hoy no, necesito ganarme el público, embrujarle”. Las frases dibujan el perfil de una artista singular: “Hay gente que por la noche no hace más que dormir. Yo, sin embargo, me convierto en una especie de médium, oigo hasta el menor sonido. Me pongo a bailar y no concilio el sueño hasta que se hace el silencio por completo”.En 1985 Maria Rovira crea la Compañía Trànsit Dansa en Mataró como bailarina y coreógrafa, con el propósito de establecer una agrupación residente en su ciudad natal donde trabajar  pedagógicamente la danza y los nuevos públicos. Son ya 27 años de recorrido que para Trànsit Dansa representan numerosos espectáculos, algunos reconocidos y premiados hasta llegar a este “De Carmen, bailando en la arena”, que debutará la semana próxima en el Nuevo Apolo madrileño.

María Rovira (Premio Nacional de Danza, 1998) es una de las coreógrafas españolas de danza contemporánea más activas y ha trabajado extensamente por toda Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Su formación partió de la legendaria escuela de Ramón Soler y participó en la Internacional Dance Workshop, dirigida por Gerard Collins. Durante los años 80, estudió en París con Peter Goos en la Internacional Dance Center y realizó el curso oficial en el Centro Internacional de la Danza de París. Más tarde, estudió en la Merce Cunningham School en Nueva York y en la Maison de la Dance de Lyon, con profesores básicos para definir su perfil estético como Hans Zülling o Jean Cebron.

FICHA: Teatro Nuevo Apolo: “De Carmen”. Compañía Trànsit Dansa.

Coreografía: Maria Rovira. Música: Juan Gómez “Chicuelo”. Del 24 de abril al 5 de mayo.

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