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Palabra libre de perro

Ramón Fontseré adapta 'El coloquio de los perros', de Cervantes La obra recrea la noche de dos chuchos sabios con el don del habla Se trata del debut del actor al frente de la legendaria compañía de teatro

Elsa Fernández-Santos

Ante los palos de ciego de los humanos, los perros siguen su rumbo por carreteras secundarias pero sin perder ni el olfato ni el sentido común. Han pasado 400 años desde que Cervantes escribió El coloquio de los perros, en el que otorgaba el don del habla a los canes Cipión y Berganza, y la perplejidad de los viejos chuchos ante la insensatez humana no ha dejado de crecer. La adaptación libre de esta febril Novela ejemplar sirve ahora de trampolín para el debut como director de Els Joglars de Ramón Fontseré, actor forjado en la Cúpula (mítico espacio de trabajo de la compañía) que el próximo martes estrenará en el teatro Pavón de Madrid su primer montaje al frente del legendario grupo de Albert Boadella.

Después de 51 años, Boadella cedía en septiembre las riendas de su “banda de ácratas justicieros” a Fontseré. Más de seis meses después, este actor con inequívoco aire de Peter Sellers se limita a levantar los hombros con timidez y cautela ante las expectativas que despierta su inminente estreno. “Mi obsesión nunca fue dirigir, pero Albert me lo pidió y como en el fondo me gustan las aventuras no me negué y acepté el reto. Lo cierto es que mi experiencia dirigiendo era nefasta, se remonta a cuando era un principiante y estaba de ayudante de dirección en una obra cuya directora desertó. Yo me quedé al frente y las actrices acabaron a puñetazos entre ellas. Pensé que jamás volvería a dirigir nada, que cada uno resolviera sus problemas con el psiquiatra o lo que fuera, pero que a mí me dejaran en paz”.

Tras ser durante más de 30 años el actor principal de Els Joglars, a Fontseré le cuesta explicar cuál puede ser “su sello” en esta nueva etapa. Y la sombra de Boadella (que participa en la dramaturgia) es alargada. “Como en el Renacimiento, yo he sido un alumno en el taller de un pintor. Son 30 años de observación de una forma de trabajo y es difícil saber lo que es propio. Yo intento que haya disciplina pero también mucho juego e intuición, algo muy importante. Hay que estar muy vivo y receptivo en los ensayos para salir de los atolladeros que surgen en el trabajo diario. Para encontrar esas salidas la experiencia es muy importante pero también lo son las ganas de jugar con pasión”.

Ramón Fontseré y Pilar Sáenz, en 'El coloquio de los perros'.
Ramón Fontseré y Pilar Sáenz, en 'El coloquio de los perros'.DAVID RUANO

Para ese juego, el nuevo director propone un viaje con elementos mínimos (cinco actores, unas máscaras y una tabla de madera fija) capaces de trasladar a la actualidad la mirada “realista, cruda e irónica” de Cervantes. Una propuesta esquemática que implica trabajo duro. “Nadie regala nada. A mí me cuesta mucho hacer los personajes. Si no sufro, mal rollo”, afirma. Con Cipión, sin embargo, el tormento del actor ha sido escaso, o diferente. “Con este perro he sufrido poco porque tenía demasiados frentes abiertos y ha ido saliendo según se iba cocinando el resto. Sí hay un proceso de preparación en la voz y en la observación de perros, los de los amigos. Yo no tengo perro, tengo gata. La gata me ayudó, pero los felinos son bonsáis al lado de los perros”.

Fontseré se saca un apunte de metamorfosis canina y emite un ladrido, luego balbucea algo hasta que empieza a hablar, pero como un perro “cervantino”. “He grabado muchos ladridos y he hecho muchas fotos. No podemos hacer al animal indigno. Si dominásemos nuestro cuerpo como Michael Jackson no sería tan difícil, pero conozco a pocos que sepan moverse así”.

El actor recuerda que para su Josep Pla apenas se agarró a la textualidad del escritor. “Del Pla auténtico no había más de 10 minutos, pero todo sonaba a Pla. Es cuestión de tono, lo importante es llegar al tono cervantino desde hoy”.

Un presente que solo ayuda a acentuar el absurdo del mundo “bípedo”. El coloquio de los perros, tercer cervantes de Els Joglars después de El retablo de las Maravillas y El Quijote, plantea el disparate humano en una noche sobrenatural. “Cervantes cuenta historias muy duras, violaciones, muertes, enredos, que ahora serían carne directa de de Sálvame deluxe. Pero Cipión y Berganza tienen algo épico. Es el cuento de estos perros que desde su mudez rota nos cuentan la realidad, una realidad muy distinta a la oficial”.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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