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Harmony Korine: “No quiero asustar a los padres con la película”

Es el director de 'Spring breakers', una película llena de superestrellas de Disney que es mucho más de la comedia tontorrona que aparenta

Gregorio Belinchón
Harmony Korine
Harmony KorineMatt Carr

Harmony Korine cumplió el 4 de enero 40 años. La cosa tiene su miga, porque el guionista y director ha trabajado siempre con mimbres como la adolescencia vibrante y el peterpanismo salvaje. A los 19 años escribió Kids, el guion que Larry Clark llevó a la pantalla en 1995, y Nueva York, el cine juvenil y la irreverencia no volvieron a ser lo mismo. Cuatro años más tarde ya había debutado como director con Gummo y filmado un dogma, Julien Donkey-Boy. Korine ahora es padre de familia, ha acumulado más títulos a su filmografía, aún cree en un cine simbólico más que narrativo, y acaba de estrenar Spring breakers,que sin dejar de lado sus impulsos creativos, parece pensada para un público más general. Por de pronto en el cuarteto de chicas protagonistas están Selena Gómez y Vanessa Hudgens, procedentes del mundo Disney. Las cuatro quieren disfrutar de unos días locos de vacaciones en primavera, en el equivalente estadounidense a la semana blanca escolar española, pero tanta fiesta, alcohol y drogas les lleva a congeniar con un matoncillo —un dj que se dedica más a ser camello y ladrón…— con ambiciones de escalar en el hampa.

Para darle verosimilitud, Korine rodó de verdad en mitad de estas hordas de veinteañeros salidos… y con paparazis locos por fotografiar a las chicas Disney en biquini. “Fue horrible. Nunca tengo suficiente tiempo, porque soy muy ambicioso con mis proyectos. En esta ocasión, además, la película era distinta, tenía otras complejidades, que complicaron el rodaje. Me apoyé en amigos. Me quitaron tiempo encima del rodaje…”. De aquel caos, Korine recuerda algunos detalles desternillantes. Como que la madre de Selena Gómez es más joven que él. “No me lo podía creer. ¡Tiene cinco años menos que yo y dice que es mi fan! Tanto Selena como Vanessa mueven a su alrededor… una locura. Seguidores, merchandising propio… Jamás había lidiado con algo así. Yo trabajaba con un equipo reducido, y de repente veías helicópteros de paparazis con más cámaras de las que yo disponía. Deseaba filmar con ritmo frenético, en mitad de los chicos que estaban de vacaciones, absorber toda aquella energía loca y volcarla en pantalla”.

A Korine la idea de contar una historia le pone nervioso y por eso optó en Spring breakers por una construcción musical que superara el lenguaje cinematográfico: “Me acaban aburriendo las narrativas tradicionales. Así que me fui a las bases de electrónica y cree una especie de loop visual, microsecuencias muy rápidas que se repiten de vez en cuando para que la película dé una sensación de consumo de drogas”.

James Franco, que encarna al DJ, aseguraba que Spring breakers es como un vídeo de Britney Spears —presente musicalmente en el filme— rodado con el ojo de Gaspar Noé. “Es divertido, y me siento muy representado en esa frase. Noé y Leos Carax, ambos amigos míos desde hace casi veinte años, son cercanos. No los siento como influencia sino como creadores con los que comparto mundos”. ¿Formarían una generación a pesar de ser de continentes distintos? “Sí, así me gustaría que nos vieran”.

Sin embargo, Spring breakers no quiere retratar a una generación. “Nunca he dado lecciones a nadie. No espero asustar a ningún padre. Es sencillamente mi reinterpretación de una cultura, de un momento. Obviamente, yo he escrito esos personajes y quiero que el espectador sienta lo que ellos, pero no deja de ser una estilización fílmica de lo que ocurre”. Con colores flúor, electrónica salvaje y cuerpos perfectos.

El californiano degusta la tostada. Tiene canas en la barba recortada, está cansado al parar en Madrid en mitad de la gira europea de promoción del estreno —es la primera entrevista de la mañana—, y en el salón de al lado las cuatro chicas empiezan a montar su show. Una de ellas es además su mujer y la madre de su hijo. “Me gusta rodar la adolescencia y su final porque es un tiempo de cambios, en el que crees que todo es posible. Muchas cosas colapsan en tu cabeza y vives como si no hubiera un mañana. Me gusta pensar que no he cambiado mucho… bueno mentalmente, ya sé que físicamente soy distinto. Tengo los mismos gustos de entonces, como que el cine aún es mi motor vital. ¿He madurado tras ser padre? Espero que no”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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