La metamorfosis de Crispín Klander

En 1996, un tierno gordinflón con camisas floreadas, flequillo rubio y gafas de pasta se hizo famoso en Esta noche cruzamos el Mississippi. Era Crispín Klander, un “modosito” que alternaba sus apariciones con un clon de Chiquito de la Calzada, el auténtico Lucas Grijander, personaje que tuvo “más éxito que Expediente X en casa del Dr. Jiménez del Oso” y “más peligro que la abeja Maya con una sobredosis de ciripolen”, dos frases míticas de Chiquitistán.

Han pasado casi 18 años y Florentino Fernández (Madrid, 1972) ha logrado con su sencilla pero efectiva forma de ver el humor ser uno de los rostros habituales de la pequeña pantalla. Hoy inicia una nueva etapa en la Sexta (15.30) con Así nos va, en la que se enfunda una chaqueta, “símbolo de una madurez que no debe confundirse con una merma de frescura e ingenio”, puntualiza. Lucirá, además, barba perfectamente recortada. “Ha sido una imposición de los productores para ahorrar en maquillaje, tengo la cara muy grande”.

Nada que ver con la apariencia de su primer asalto televisivo de la mano de Pepe Navarro en Esta noche cruzamos el Mississippi (Telecinco) y La sonrisa del pelícano (Antena 3). En estos programas aprendió “esa filosofía que tenía Pepe del trabajo en equipo y comprender que no solo lo tuyo es válido”. “Estuvimos en la televisión en el momento del desarrollo de las privadas, una época muy importante para ese tipo de programas de entretenimiento”, añade. El éxito de estos personajes le llevó a debutar como copresentador junto a Javier Capitán en El informal, informativo satírico que alcanzó grandes audiencias y que le supuso “el paso definitivo de Crispín a Florentino”. “A partir de ese momento ha sido Florentino el que ha pasado por diferentes fases”. El showman recuerda que la negociación de su contrato se incluyó que en los créditos apareciese su nombre real. “Quería ser más yo que mis personajes”. Fueron cuatro años de trabajo y de aprendizaje.

Pero todo esfuerzo tiene su premio y este llegó con su participación en una de las series más originales, 7 vidas, donde compartió reparto con Amparo Baró (de la que guarda un recuerdo muy especial), Javier Cámara, Anabel Alonso y Blanca Portillo.

Después dio el salto a El club de la comedia, “el único programa que ha pasado con éxito por todas las cadenas”. Dos espacios que le permitieron ser él mismo “sin la necesidad de crear personajes”. Su primera aventura en solitario se la brindó TVE con El show de Flo. “Este fue el primer programa en el que pedí estar en la producción ejecutiva, no para poner dinero, que nunca lo he hecho, sino para que nadie me hiciese decir cosas que yo no quería”. Un nuevo paso en su aprendizaje para marcarse “una línea editorial a la hora de hacer comedia”. Luego vendrían UHF en Antena 3, Splunge y también ¿Y ahora qué? en TVE y dos programas en laSexta, Planeta finito y El club de Flo, espacios que “sufrieron, en mayor o menor medida, el rigor de la esclavitud de la audiencia”.

El nuevo empujón en su carrera se lo brindó Tonterías las justas, programa de Cuatro que se convirtió en líder entre los jóvenes (16%), en parte gracias al impacto de las redes sociales. La no renovación de este espacio tras la integración de esa cadena en Mediaset ha sido, afirma Fernández, su trago más amargo. “El aterrizaje de Mediaset no nos vino bien por una filosofía demasiado agresiva con los presupuestos. Además, no creo que me mereciese que Paolo Vasile [consejero delegado de Mediaset España] me insultase públicamente, fue un traspié que me dejó impactado”.

En 2011 pasó a Antena 3, un grupo que, opina, “apuesta por productos, por un equipo, por un formato y una productora”. La cadena que pilota Planeta dio su confianza a la plantilla de Tonterías como estrategia de crecimiento del canal Neox con Otra movida y, ahora, tras su fusión con la Sexta, con Así nos va, programa que conducirá con Anna Simon y tiene un objetivo claro: “Fijarnos en los que nos rodea, sin ser ni de derechas, ni de izquierdas, dar nuestro punto de vista y que sea el público el que saque sus conclusiones”. De momento, esto es lo que han dado de sí 18 años delante de las cámaras de un vigilante de seguridad reciclado en humorista y presentador.