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Los Goya: más humor, menos dinero

EL PAÍS vivió los preparativos de la ceremonia con guion irónico y combativo La gala viene marcada por el recorte de presupuestos y las posibles protestas del sector

Gregorio Belinchón
Los cuatro directores que optan a los premios Goya. De izquierda a derecha, Pablo Berger, Fernando Trueba, Alberto Rodríguez y Juan Antonio Bayona, en la azotea de EL PAÍS.
Los cuatro directores que optan a los premios Goya. De izquierda a derecha, Pablo Berger, Fernando Trueba, Alberto Rodríguez y Juan Antonio Bayona, en la azotea de EL PAÍS.CLAUDIO ÁLVAREZ

Kilómetro 13,200 de la A-2. Suena a título de película de Berlanga, pero es que hasta allí ha tenido que irse la ceremonia de los Goya, al hotel Auditorium, que alberga en su interior el auditorio Príncipe Felipe, con más de 2.000 butacas. Cerrado el habitual Palacio Municipal de Congresos por orden del Ayuntamiento (tras la tragedia del Madrid Arena), diversos miembros de la Academia de Cine visitaron todos los locales posibles en la Comunidad de Madrid. “Por ver, vimos hasta un auditorio cubierto que hay medio abandonado en el parque de Atracciones”, comenta Enrique González Macho, presidente de la Academia. El resto de las opciones fallaban, bien en tecnología, en tamaño o en instalaciones: por ejemplo, el Circo Price funciona para albergar el evento en sí, pero no hay espacio para la prensa ni para la alfombra roja. Así que académicos, patrocinadores, entregadores (que así se denomina a quien entrega un Goya a sus compañeros), nominados y galardonados, trabajadores varios, periodistas y autoridades, todos al Auditorium.

Ayer por la mañana, en la entrada del gigantesco hotel ocupado en una cuarta parte por el auditorio, se cruzaban intérpretes como Javier Cámara, Raúl Arévalo, Miguel Ángel Silvestre, Álex González o Ana Wagener con los trabajadores que levantaban paredes de madera que servirán de fondo para la entrada de los invitados. La alfombra roja se realizará esta noche de 20.00 a 22.00 (hora a la que empezará la gala) y a ella se accede desde una calle lateral, una puerta que da directamente al salón de actos sin tener que cruzar por el vestíbulo del hotel, un monstruo de ladrillo y cristal, pensado más en su estilo aséptico para convenciones o actos como el que ayer se celebraba en otro salón: una reunión de amantes de la bachata. Dentro, el escenario rehúye en esta edición, la 27ª, un leitmotiv que inspire su diseño. “Me molesta el rollo temático”, cuenta el productor de la ceremonia, Emilio Pina, veterano del cine, exmiembro de la junta directiva de la Academia y que un año se animó a ejercer este trabajo en la gala. “Y ahora me engancha”. Así que el escenario “está pensado desde la estética, con detalles art déco y bastante blanco y negro, porque su inspiración es el cine de este año”.

A su alrededor se movían por primera vez en las instalaciones azafatos y azafatas, técnicos de TVE —que retransmite la ceremonia— y se vigilaba con sumo cuidado el acceso al auditorio. La alfombra roja y un enorme cabezón de Goya que recibirá en la puerta a los invitados no se instalan hasta esta mañana de domingo, para eludir desperfectos provocados por lluvia o heladas: hace frío en Madrid. Si el exterior estaba ayer a medio montar, dentro solo faltaban detalles. La sala del backstage donde se juntarán los entregadores —y en la que dispondrán de todo el champán que quieran cortesía de uno de los patrocinadores— estaba a punto. Los ensayos pulían los tiempos de la gala, que rondará en su duración las dos horas y media. “Hay que entregar 28 premios más el de honor, sorprender a la audiencia televisiva [que en 2012 logró cuatro millones de espectadores y una cuota de pantalla de 23,3%], recordar a los fallecidos y yo leer mi discurso institucional. En menos tiempo no se puede hacer”, asegura González Macho. Eva Hache repite como maestra de ceremonias, visto el éxito del año pasado, y cambiará de vestido siete veces. El brillante y mordaz monólogo de Santiago Segura, que dejó un gran recuerdo, ha sido sustituido por otras piezas irónicas. “Pero Santiago sí participa en la gala”, cuenta Pina. “El guion está repleto de humor, en un modelo de ceremonia muy parecido al del año pasado”. Eso sí, hay varios cambios porque la situación económica ha empeorado aún más. “En 2012 hubo referencias a la crisis, en esta edición esté presente en todo el guion”, cuentan el productor y el presidente de la Academia, que, volviendo al espectáculo, también prometen interacciones con el patio de butacas. “Atentos al inicio”, confiesa Pina. “El año pasado empezamos con un número musical, hoy el arranque es también espectacular”, aunque basado en un vídeo. Otras piezas desperdigadas por la ceremonia parodiarán a las principales películas candidatas.

Y aunque detrás de la ceremonia haya semanas de trabajo, en los últimos días se acumulan los acontecimientos. Según Pina, “había algo preparado para Penélope Cruz”, que finalmente no asistirá. Sí darán premios Santi Zannou, Enrique Urbizu, Alejandro Amenábar, José Coronado, Belén Rueda, Antonio Resines, Gracia Querejeta, Michelle Jenner y Quim Gutiérrez. El mismo viernes se cayó una gran presencia de fuera —no, ni Naomi Watts ni Ewan McGregor estarán—, aunque sí estará bien representado el taquillazo francés Intocable, candidata a la mejor película europea, con sus directores Eric Toledano y Olivier Nakache, y su protagonista, François Cluzet.

González Macho: “Sabemos en qué momento estamos, pero es una fiesta”

La crisis tendrá su papel protagonista no solo en el guion. Este año el presupuesto de la gala se ha reducido en un tercio, hasta quedarse en 600.000 euros, una cifra aproximada porque es difícil trasladar a lo crematístico aportaciones de diversos patrocinadores. En otros años las productoras de la gala fueron Globomedia o El Terrat. En esta edición es la misma Academia. “Adelgazas de donde puedes, para que se note lo mínimo”, dice su productor. No hay patrocinador principal, como en otras ocasiones Loterías del Estado o un whisky, y es de ese dinero del que depende la gala, porque los 180.000 euros que salen de los Presupuestos Generales del Estado para la Academia del Cine se destinan a sus gastos corrientes, no a la ceremonia. Finalmente, entre publicidad y patrocinios hay dinero para, según Pina, “hacer la ceremonia que queríamos”.

La otra gran preocupación en la Academia ha sido los llamamientos de la Unión de Actores y del Sindicato de técnicos TACEE (que ayer mismo reunió a sus miembros en un acto en la Filmoteca) para que en la ceremonia haya reflexiones sobre la crisis económica. “Sabemos en qué momento estamos, pero esto es una fiesta”, dice González Macho. “Confío en el buen hacer de la gente, pero el discurso institucional lo doy yo”. Haya o no protestas, se logre o no que todos los académicos se queden contentos —hay 600 personas en lista de espera de entradas—, gane Blancanieves, Lo imposible, Grupo 7, El artista y la modelo, Las aventuras de Tadeo Jones o Carmina o revienta, la fiesta seguirá en el Casino de Madrid, en el centro de Madrid. La crisis también ha acabado con las fiestas privadas y Academia y películas candidatas juntarán en una única celebración el final de la 27ª edición de los Goya. Pero eso ya será el lunes.

Eva Hache, maestra de ceremonias, cambiará de vestido siete veces
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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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