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CRÍTICA DE 'MAMÁ'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

No sin mis hijas

Las dos niñas que 'sufren' a su madre en 'Mamá'.
Las dos niñas que 'sufren' a su madre en 'Mamá'.

En 2008, el director de origen argentino Andrés Muschietti realizó en nuestro país, con producción de su hermana Bárbara Muschietti, un conciso cortometraje de tres minutos titulado Mamá, que enfrentaba a dos niñas al asedio sobrenatural de una figura materna capaz de helar la sangre al espectador más bregado en sobresaltos. Esa miniatura impactó hasta tal punto a Guillermo del Toro que el mexicano decidió apadrinar el salto al largo de los Muschietti. El resultado es la notable ampliación de esa pesadilla que ahora llega a las pantallas. Mamá, el largometraje, merece el mayor elogio al que aspira toda producción del género —es una película realmente aterradora, con imaginario propio y dimensión poética—, pero crear un contexto para ese germinal fogonazo de horror también tiene sus contrapartidas.

Mamá ha contado con la participación del prestigioso Neil Cross —novelista y creador de la serie Luther— en el guión y cuenta con una atmosférica dirección de fotografía de Antonio Riestra, responsable de bañar nuestra posguerra de turbia luz sobrenatural en Pa negre (2010). Lo que en el corto tenía el poder evocador de un mal sueño se convierte aquí, por un lado, en un cuento negrísimo que se abre con la crisis financiera —las niñas protagonistas podrían ser una respuesta a Hansel y Gretel para los tiempos de Lehman Brothers— y, por otro, en un intento, algo forzado, de trasladar a un paisaje forestal canadiense una mitología que recuerda demasiado a los fundamentos legendarios del horror oriental modelo The ring (1998).

MAMÁ

Dirección: Andrés Muschietti.

Intérpretes: Jessica Chastain. Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse, Javier Botet, Daniel Kash.

Género: terror. Canadá-España, 2013.

Duración: 100 minutos.

El talento de Muschietti brilla en lo sutil —esos suaves movimientos de cámara que revelan, sin énfasis, la sombra de la enigmática madre jugando con su hija pequeña—, pero, a ratos, sucumbe al golpe de efecto de posproducción. Son, no obstante, pequeños reparos a una eficaz película de terror.

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