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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Dennis Potter: la mejor entrevista

Marcos Ordóñez

La mejor entrevista que he visto nunca se la hizo Melvin Bragg a Dennis Potter el 15 de marzo de 1994 en el programa Without Walls, de Channel Four. Dennis Potter fue el mejor guionista de la televisión inglesa y uno de los grandes revolucionarios del medio, autor de clásicos instantáneos como Pennies from heaven, The singing detective o Lipstick on your collar. Se estaba muriendo de un cáncer de páncreas con metástasis en el hígado y sabía que le quedaban apenas cuatro meses de vida cuando Bragg le llamó. Nada que ver con los epílogos al uso. Busquen esa entrevista en YouTube; busquen el libro, Seeing the Blossom, que editó Faber: hace de eso casi 20 años y parece anteayer o pasado mañana. Un programa histórico, una lección de coraje humano y de periodismo.

La conversación se grabó a las siete de la mañana porque para Potter era su mejor hora del día. No sabían lo que podría aguantar: 20, quizás 40 minutos. Acabó aguantando 80. El trabajo de Bragg, como cuenta en su prólogo, era crear un clima íntimo y darle espacio, evitar sentimentalismos, intentar mantenerle interesado. Empezaron con una copa de champán en la antesala del plató. Potter quería tener a su alcance café negro, cigarrillos (“Ahora puedo romper cualquier regla”) y una petaca con morfina líquida.

Fue el mejor guionista de la televisión inglesa y uno de los grandes revolucionarios del medio

Empezaron hablando directamente del cáncer, sin tapujos. Potter da la impresión de que puede quebrarse en cualquier momento como una rama seca. Hay una gran levedad en su cuerpo y en sus palabras, una suerte de transparencia, como si hablara ya desde la otra orilla, pero no ha perdido un átomo de su pasión ni de su sentido del humor, tan seco y de burbujas tan finas como el champán que hay en su copa. Habla con una dulzura infinita de su difícil infancia en Gloucestershire, de lo poco que pudo abrazar a su padre y lo mucho que le echa de menos; habla, con sincero patriotismo, de su amor por Gran Bretaña, del cieno en el que está encharcada. Llama “Rupert” a su cáncer, por Rupert Murdoch (“Hoy el cabrón de Rupert me está fastidiando un poco”) y fantasea, como guionista, con la idea del personaje sentenciado que decide cargarse a alguien. “Sí, le pegaría un tiro a Rupert”, dice, “porque no hay nadie más responsable de la polución de la prensa inglesa y de la política inglesa y del cinismo que se ha instalado en nuestro país, pero tengo poco tiempo y prefiero aprovecharlo para escribir”.

Se estaba muriendo de cáncer de hígado y sabía que le quedaban apenas cuatro meses de vida

En el tercio final de la entrevista aprovecha también la oportunidad para unir a las dos cadenas rivales, BBC y Channel Four, en torno a Karaoke y Cold Lazarus, su doble serie testamentaria, y se excita como un crío al proponerles que emitan conjuntamente los episodios, en distintas franjas horarias. Y consigue lo nunca visto: no solo cumplieron su petición sino que coprodujeron.

Karaoke cuenta la historia de un guionista con cáncer terminal que comienza a ver cómo las frases de su último guion cobran vida propia y crean una nueva realidad; en Cold Lazarus, que sucede tres siglos más tarde, un malvado magnate televisivo pretende conectar la cabeza criogenizada del guionista a una pantalla para crear el reality absoluto: revelar sus anhelos, sus secretos, convertir la memoria en espectáculo. La doble serie, extraordinaria, la programó Antonio Trashorras en Album TV, de Canal Plus, un regalo que nunca le agradeceré bastante. El libro que incluye la entrevista de Bragg se llama Seeing the Blossom porque alude a uno de los momentos más emocionantes de la conversación. Dennis Potter cuenta que se levanta a las cinco de la mañana porque quiere escribir 10 páginas al día y ha de cuidar a su mujer, también enferma. Habla del ciruelo recién florecido que ve a través de la ventana de su estudio. “Todo es más trivial y más importante de lo que nunca fue, y la diferencia entre ambas cosas ya no importa”. Importa, dice, the nowness of everything, el ahora mismo, el absoluto presente de todo. Evoca las esplendorosas flores del ciruelo y le dice a Bragg, sonriendo a lágrima viva: “Boy, do you see it! And, boy, can you celebrate it!”.

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