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Martín Patino retrata la felicidad callejera del 15-M

El documental ‘Libre te quiero’ se estrena en la Seminci de Valladolid El movimiento "liberó la imaginación de millones de personas en el mundo", asegura el cineasta

Rocío García
El director Basilio Martín Patino en la madrileña Puerta del Sol, ocupada por los miembros del movimiento 15M.
El director Basilio Martín Patino en la madrileña Puerta del Sol, ocupada por los miembros del movimiento 15M.DAVID PANIZO

Basilio Martín Patino está estos días recordando al famoso comisario Yagüe que en los años más duros del franquismo venía a cada poco a detenerle a su casa del pueblo de Fuencarral para llevarle a la Puerta del Sol, sin saber muy bien el porqué. “Era bajito y gordito. Nos ponía a todos en fila en una habitación siniestra e íbamos pasando delante de él. Normalmente había muchas chicas y a todos, incluidas ellas, les atizaba unas hostias… Pero cuando llegaba mi turno no me tocaba. Yo hasta me mosqueaba y un día me enfrenté a él y le dije que por qué no me pegaba a mí. No me contestó y me hizo pasar sin hacerme nada. Creo que como yo era un personaje conocido que salía de vez en cuando en los periódicos europeos, en Le Monde, no se atrevía a tocarme. Tenía mucha mala leche, no nos llegamos a hacer amigos pero nos veíamos mucho y terminamos por respetarnos, aunque yo algunas veces me puse gallito y agresivo”.

Ahora todo ha cambiado para Martín Patino en la Puerta del Sol. Al menos en la calle. A sus 81 años, el director de títulos tan emblemáticos del cine español como Nueve cartas a Berta, Canciones para después de una guerra o Queridísimos verdugos, ha presentado hoy en la Seminci de Valladolid, fuera de concurso en la sección Tiempo de Historia, un emocionante documental, Libre te quiero, donde rescata la felicidad que se vivió en la plaza madrileña en torno al 15-M en 2011 y sitúa en la memoria colectiva este movimiento que “liberó la imaginación de millones de personas en el mundo”. “Fue una reacción hermosa y espontánea de la sociedad. Una conmoción colectiva, una fiesta”, aseguraba Martín Patino, bastón en mano, tras la proyección del documental, que contó con la actuación en directo de Amancio Prada, interpretando la canción que da título al trabajo con letra de Agustín García Calvo. “Libre te quiero / como arroyo que brinca / de peña en peña / pero no mía”. Al final, Prada dijo: “Con esta película se recupera la esperanza”. La música de Libre te quiero ha inundado la sala llena del teatro Zorrilla, donde previamente se proyectó otro trabajo sobre el movimiento que nació en Madrid en mayo del año pasado, Ensayo de una revolución, dirigido por los gaditanos Pedro Sara y Antonio Labajo, que narra la acampada en la plaza de los Palilleros de Cádiz y los deseos de cambio que durante esos días vagaron por tantos rincones de España.

Sin guion previo –Martín Patino se lanzó a la plaza madrileña desde su cercana vivienda al oír los gritos, la música y las canciones que llegaban de allí y al día siguiente ya estaba rodando día y noche con varias cámaras y colaboradores– Libre te quiero deja que las imágenes hablen por sí solas, sin comentarios, entrevistas a cámara o voces en off. Solo con el sonido de las canciones en la calle, las consignas de los acampados, los gritos de las manifestaciones y la música de Amancio Prada. “Es una hora de la más grande fiesta callejera que uno pudiera imaginarse”, dice su realizador, que rodó 25 horas en total.

Nada parece haber escapado a la mirada de este cineasta tan personal. En la misma Puerta del Sol, el director salmantino y su equipo cruzaban cada día la plaza y sus alrededores para buscar los mítines, el reparto de comida, el baño de unas jóvenes en la fuente, la limpieza de las calles. También ese enfrentamiento, diríamos cívico, que se vivió entonces entre las fuerzas policiales y los jóvenes acampados en Madrid, al contrario de la violencia que se instaló por esos mismos días en Barcelona, y que Martín Patino también ha incluido en su trabajo. “Llega un momento en el que no entiendes nada, que todo es absurdo. Yo me preguntaba: '¿Por qué no dejan a estos chicos que hagan lo que quieran y que chillen y que acampen si no hacen daño a nadie?”. A este cineasta, el director de la Seminci, Javier Angulo, le ha calificado como “curtido en tantas guerras y tan joven”.

Un tanto apabullado y extrañado por la acogida tan emotiva que le brindaron en el teatro Zorrilla, aplausos interminables al final, Martín Patino ha dejado claro que él no es apóstol de nada, ni tiene vocación de misionero, pero que detrás de toda aquella alegría había discusiones políticas apasionantes.“No lo hice por ningún motivo político, sino por pura satisfacción personal. En ningún rodaje he sido tan feliz. Fueron días de respeto colectivo, de una sensación de estar rodeado de gente amable y de una gran camaradería”.

Más de una sorpresa se encontró Martín Patino en Sol. Una tan personal como el descubrir a su hija con unos amigos que habían colocado en un lateral de la plaza una placa que ponía así: “Dormíamos, despertamos”. Hoy más de uno ha despertado de nuevo en la oscuridad de un teatro de Valladolid.

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