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El coleccionismo también es un arte

El Lázaro Galdiano acoge 70 obras del acervo del galerista Leandro Navarro

Leandro Navarro, ante dos obras de José Gutiérrez Solana.
Leandro Navarro, ante dos obras de José Gutiérrez Solana.BERNARDO PÉREZ

El sobrino de Hermógenes, acuarela de Benjamín Palencia, fue el primer hito de su largo camino de coleccionista. Corría 1956 y pagó por ella 15.000 pesetas. Medio siglo después, la colección del galerista Leandro Navarro (Madrid, 1927) sigue girando en torno a perdurables hechizos como el paisajismo, la figuración española del siglo XX y Gutiérrez Solana, siempre Gutiérrez Solana. El sutil pintor de los matices del negro más español es pieza fundamental en el acervo de Navarro, que mide estos días sus fuerzas de coleccionista de arte con el legendario José Lázaro Galdiano (1862-1947) en el palacete madrileño de la fundación que lleva su nombre.

Allí, las pinturas y esculturas de la colección personal de Navarro se exponen en paralelo a los fondos del museo. Bajo el eficaz título de Coleccionismo al cuadrado, la muestra compone una peculiar biografía del propietario de las obras a través de 70 piezas expuestas, con nombres como los de María Blanchard, Domínguez, Torres García, Antonio López, Carmen Laffon, Pablo Gargallo, Zabaleta, Barjola o Lucian Freud.

Navarro ha escogido personalmente las pinturas, dibujos y esculturas de la exposición. Cada una cuenta una historia personal, como parte de un todo existencial, que arranca con media docena de imponentes cuadros de Gutiérrez Solana (cuatro óleos y dos acuarelas). Es el testimonio de una pasión que compartió con su mujer, Conchita. Desde el inicio queda clara,por tanto, la implicación biográfica de las obras expuestas; no corresponden a la galería, habitualmente cuelgan de las paredes de sus viviendas en Madrid y El Escorial.

“Jamás he vendido nada de mi colección. Siempre he mantenido que lo expuesto en la tienda puede subir a la casa. Nunca al revés”, señala. “Y a veces me he metido en aventuras difíciles de sostener económicamente. Pero cuando elegíamos una obra, no era para especular con ella. Ese, creo, tiene que ser el espíritu de un buen coleccionista”. Considerado un histórico en el negocio de las galerías de arte en España, Navarro desgrana los recuerdos de sus comienzos con la también pionera Juana Mordó: “Ella se decantó más por el informalismo y yo por la figuración, aunque incluyéramos otras tendencias en nuestras galerías”.

Abogado de profesión, descubrió pronto que su futuro estaba en el arte y en el trato con los artistas. Asegura que nunca ha dado un pelotazo con sus representados, pero está convencido de que tampoco se ha equivocado. ¿Algún arrepentimiento? “No. Creo que ninguno demasiado grave. A la vista está. ¡Si hasta puedo acompañar a un coleccionista como Lázaro Galdiano!”.

Un asunto ciertamente más espinoso resulta el del futuro de las galerías. “Lejos de eliminar trabas burocráticas, han subido el IVA de manera que ya es imposible competir. España ha sido siempre muy difícil, pero ahora será imposible mantener los negocios”.

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