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Prepara la carpeta: las ‘boy bands’ vuelven a molar

Los británicos One Direction y The Wanted, y la banda española Auryn, recuperan el espíritu de The Backstreet Boys y Take That

Ana Marcos
Los cinco miembros de Auryn (en el centro), rodeados por sus 'fans' en el 'camping' de El Escorial, este verano.
Los cinco miembros de Auryn (en el centro), rodeados por sus 'fans' en el 'camping' de El Escorial, este verano.SANTI BURGOS

Si aún no se ha enterado de quiénes son esos púberes con peinado de Beatle que cuelgan en la habitación de sus hijos, sepa que se hacen llamar One Direction, salieron de un programa de televisión de Gran Bretaña, han hecho historia con su número 1 en la lista Billboard de Estados Unidos y no se achantan ni ante Justin Bieber, todopoderoso ídolo adolescente de la primera década del nuevo siglo. En este círculo vampírico en el que gira la música, la aguja, como en una ruleta de la fortuna, se ha vuelto a detener en la casilla de las boy bands. Por mucho que el pomposo regreso de Take That a finales de 2010, con el rebelde Robbie Williams incluido, desempolvara del altillo fotografías, discos y demás material fan, ha sido la hazaña de otros cinco británicos –bastante más jóvenes- la que ha provocado, otra vez, que las hormonas adolescentes vuelvan a bullir como si el calendario siguiera en diciembre de 1999.

Tienen entre 17 y 20 años y se presentaron al concurso X Factor de la televisión británica por separado en 2010. Simon Cowell, gurú catódico, creador de exitosos formatos musicales como Britain´s got talent, de donde salió Susan Boyle, y juez y parte de todos ellos, vio el material que tenía delante y decidió unir a esos tímidos chavales en una boy band que fue creciendo como en una telenovela hasta llegar a la gran final de su programa.

One Direction tuvo que conformarse con el tercer puesto, pero el anzuelo ya estaba echado. Han colocado 12 millones de copias entre discos, singles y DVDS de su álbum de debut Up all night, gracias a un contrato con Syco, división de Cowell en la discográfica Sony. Su primer single What makes you beautiful, vendió más de 131.000 copias en su primera semana de salida con un mensaje tan manido como efectivo –lo que te hace guapa es que no lo sabes-. En la estantería de sus casas paternas hay ya un premio Brit a mejor canción, y tres galardones MTV como mejor artista revelación, mejor vídeo pop, arrebatándole la estatuilla a Justin Bieber, y vídeo más compartido.

“Son la anti boy band”, define David Shack, vicepresidente de marketing internacional de Sony Music para Irlanda y Gran Bretaña. “No hacen coreografías espectaculares, cada uno viste como quiere y son muy diferentes entre sí”. Esta parece ser una de las principales características de esta versión reformulada: se mueven por el escenario con cierta liturgia, pero sin la exigencia militar de los bailes que desplegaban grupos como The Backstreet Boys, ´NSync o New-kids-on-the-block durante su reinado durante los ochenta y hasta principios de 2000.

No solo tienen más libertad de movimiento, sino también de palabra. Las letras de las canciones siguen haciendo diana en los corazones adolescentes, pero subiendo un poco el tono. The Wanted, el otro exponente británico, aprovechan que tienen un par de años más que sus oponentes y esgrimen una actitud provocativa que les permite cantar de sexo en fiestas salvajes con una base de música electrónica de baile, enterrando aquel mensaje naíf, romanticón y saludable de las letras de antaño. “Les gusta salir de fiesta, tomarse sus copas y no les da vergüenza comentarlo”, explicaba su mánager Scooter Braun al periódico The New York Times.

The Wanted salieron de un casting en 2009 ideado por Ashley Tabor, presidente de la fábrica británica de jóvenes talentos Global Talent. Tabor es en 2012 lo que Lou Pearlman fue en los noventa: el rey Midas de este tipo de grupos. La banda cuenta con la inspiración del creador de éxitos Steve Mac, un contrato con Mercury Records para encauzar su entrada en el mercado estadounidense y la catapulta de haber sido parte de la banda sonora de la serie musical Glee. Toda una maquinaria que se antoja costosa en tiempos de recesión sonora. “La baza está en el tipo de fan que arrastra estos grupos: necesitan poseer algo de sus ídolos”, argumenta Shack. “Nuestros estudios arrojan datos curiosos, vendemos más discos físicos que digitales en el caso de las boy bands. Se debe al sentimiento de pertenencia a una comunidad a través de los objetos: no me vale un vídeo en YouTube, quiero llevar el disco en la mochila, escucharlo de vuelta del colegio, en mi habitación,… Les gusta mirar las fotos, seamos honestos”.

La segunda manera de pertenecer al círculo fan ahora se consigue mediante las redes sociales. One Direction está presente en más de 60 países en el mundo gracias a una estrategia en Internet que se organiza y controla desde Londres. “Desde el principio, Sony se dio cuenta de que existía una nueva manera de atraer al público de cualquier parte del mundo”, dice Shack. El primer álbum de One Direction no ha pasado por las avenidas tradicionales de comunicación. Antes de llegar a la radio y la televisión, se disparó al planeta gracias a concursos en el ciberespacio en los que los seguidores votaban para que sus ídolos visitaran su ciudad -10.000 personas se presentaron el 12 de marzo en la primera aparición televisiva del grupo en Estados Unidos-. “La fidelidad que se consigue con una cuenta de Twitter es sorprendente y el grupo fue muy consciente desde el principio de que para alcanzar este nivel de éxito ya no se podía esconder, tenía que participar de manera muy activa en todas las redes sociales”.

La penetración es tal que su próximo lanzamiento el 13 de noviembre, Take me home ha entrado en las listas de singles más vendidos sin pista alguna de cómo suena. “Esta vez vamos a conseguir un fenómeno global en el que se involucren radios y televisiones porque existe una fecha concreta de lanzamiento”, apunta el directivo de Sony.

La vuelta de las boy bands tiene además un marcado acento europeo. El mercado estadounidense ha fagocitado a estos grupos consciente de que su campo creativo lleva en barbecho desde los Jonas Brothers. A The Wanted y One Direction les siguen de cerca Auryn en España. Otros cinco veinteañeros que también vienen impulsados por un programa de televisión –“Destino Eurovisión nos ayudó, pero no fue determinante porque no tuvo muy buena audiencia”, explica Carlos, de 21 años, uno de los componentes- y el éxito en Internet.

Endless Road, 7058 salió de los bolsillos de estos amigos que antes de formar Auryn se dedicaban a la música por separado. La discográfica Warner se encontró con 12 canciones en inglés y español, de las que cuatro están compuestas por ellos mismos. Tras la redición entraron en el número 4 de la lista de ventas de España, la misma semana que, por ejemplo, Miguel Bosé volvía con su exitosa fórmula Papitwo. “Son una apuesta segura para una compañía: hacen música mainstream que suena en Los 40 Principales y ocupan un hueco en España”, explica Magí Torres, representante de Auryn.

Su efervescencia en las redes sociales –“cada uno tiene su perfil en Twitter que usa continuamente”, aclara Carlos- ha acabado en proyecto tridimensional. Una fan compartió en Internet su sueño de pasar unos días de acampada con estos chicos y el deseo se consolidó este verano en la segunda edición de My Camp Auryn. Tres días de convivencia en El Escorial, en Madrid. “Es nuestro modo de agradecer a nuestros seguidores que estén ahí”, dicen los componentes de la banda. Más de 150 admiradores desembolsaron 320 euros para llevar el concepto cibernético de compartir a la vida real.

“Tenemos la suerte de que el apoyo es a nivel grupal, claro que cada seguidor tendrá sus favoritos, pero no me imagino en la música sin ellos”, dice Carlos. Un mensaje similar se extrae de los miles de vídeos y entrevistas de sus compañeros británicos. Si el compañerismo, el poder diseminador de las redes sociales y la parada en la rueda musical hacen efecto más de una década –período natural de supervivencia de una boy band- son futuribles que estos jóvenes no conciben por el momento.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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