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CRÍTICA: 'ETERNAMENTE COMPROMETIDOS'

Funerales y donuts

Fotograma de 'Eternamente comprometidos'.
Fotograma de 'Eternamente comprometidos'.

Tras debutar con Paso de ti, Nicholas Stoller tanteó la buddy movie cómica con la irregular Todo sobre mi desmadre (2010) —spin off protagonizado por uno de los secundarios de su ópera prima— antes de alterar las formas canónicas de la comedia romántica con Eternamente comprometidos, película que es más de lo que parece, pero menos de lo que podría ser. Sus toques de distinción son su renuncia al insistente discurso sobre la inmadurez masculina y su interesante juego con las convenciones de género y la recurrente cronología de la especialidad: la película explora un limbo temporal —una dilatada espera entre el compromiso y el matrimonio— a partir de la frustración masculina frente al progreso profesional femenino.

Eternamente comprometidos

Dirección: Nicholas Stoller.
Intérpretes: Jason Segel, Emily Blunt, Chris Pratt.
Género: comedia. EE UU, 2012.
Duración: 124 minutos.

Armonizando la química entre la pareja protagonista con la ya probada complicidad entre el director y su estrella Jason Segel, Eternamente comprometidos está cargada de buenas ideas —los funerales como medida del tiempo, el uso narrativo de la caja de donuts duros—, pero su máxima limitación está en su incapacidad de convertir esos hallazgos en estilo: se quedan en aciertos de la dramaturgia y la estructura de guion.

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