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Un extrabajador de la catedral, detenido por el robo del Códice

Arrestados también su mujer, su hijo y la pareja de este como presuntos cómplices. Los agentes encontraron en su domicilio 1,2 millones de euros

Foto: atlas | Vídeo: Xurxo Lobato / Atlas

La investigación sobre la desaparición hace casi un año del Códice Calixtino de la Catedral de Santiago se ha saldado con cuatro personas detenidas, un electricista que trabajó en el  templo, su mujer, su hijo y la pareja de este.

El principal detenido había trabajado durante más de 25 años como autónomo para la Catedral de Santiago y fue despedido tras falsificar un documento laboral para simular ser un trabajador fijo contratado por el templo. El electricista llegó a reclamar a la Catedral 40.000 euros por su despido improcedente y, a pesar de no trabajar ya en el edificio religioso, continuó yendo a la Catedral diariamente y participando en algunas de las rutinas religiosas.

La Policía Nacional ha localizado 1,2 millones de euros y varios libros religiosos procedentes de la Catedral de Santiago, así como ocho facsímiles del Códice Calixtino, en los registros de cuatro domicilios relacionados con los detenidos  Según ha informado el cuerpo, se realizaron cuatro registros en domicilios, garajes y trasteros en Santiago, O Milladoiro y Negreira (A Coruña) y en O Grove (Pontevedra), que se prolongaron hasta las 4.30 horas de la madrugada. Los agentes intervinieron en uno de los domicilios más de un millón de euros, mientras que 200.000 fueron localizados en otro inmueble. A mayores, se han recuperado varios libros religiosos antiguos, entre los que se encuentra el Libro de las Horas, cuya desaparición de la Catedral de Santiago también había sido denunciada por el Deán de la Catedral.

Los cuatro detenidos permanecen en la Comisaría de la Policía Nacional de Santiago de Compostela a la espera de pasar a disposición judicial en las próximas horas, previsiblemente el jueves, ya que los investigadores tienen que analizar numerosa documentación encontrada.

Fuentes próximas a la investigación que se ha valido de pinchazos telefónicos ordenados por el juez para averiguar el paradero de este tesoro, cuyo valor económico ni siquiera los expertos en arte internacional se atreven a calcular, apuntan a que desde que tuvieron constancia de que el códice no había salido de España ni estaba en manos de traficantes de arte, todos los focos apuntaron a este exoperario del templo.

Según ha podido saber EL PAÍS, su mala relación con el deán, José María Díaz, le señaló muy pronto como uno de los principales sospechosos. La tesis que manejan tanto la policía como el ministerio público parte de que la desaparición de esta joya de la literatura, un libro de viajes que data del siglo XII y que durante ocho siglos había sido custodiado en el santuario compostelano, obedece a una venganza personal. Durante varios meses, la policía y el juez siguieron los pasos de este extrabajador de la Iglesia y ahora, coincidiendo con el aniversario de la desaparición, el juez Vázquez Taín dio la orden de practicar el arresto.

En todo este tiempo, el deán ha realizado enigmáticas declaraciones públicas en las que advertía que el objeto estrella del templo no podía andar muy lejos. Tan pronto como trascendió la desaparición, manifestó: "Si sospecho de alguien no lo digo, primero, porque es pecado hacer juicios temerarios y, en este caso, si es un juicio temerario interior para este fin puedo formularlo pero nunca manifestarlo. El que se lo llevó, sabía de qué se trataba, de su incalculable valor y cómo llegar a él".

Esas declaraciones causaron perplejidad entre los investigadores y el propio juez, convencidos de que no ayudaban en su labor de dar con el culpable. Ahora que todas las piezas empiezan a cuadrar aquellas palabras cobran todo el sentido. Hace un mes y pese a las advertencias de los investigadores, el máximo responsable de la Catedral insistía a la prensa: “Lo único que se permite decir es que hay perspectivas positivas, el problema en un caso de esto no es encontrar al ladrón sino al objeto”.

Ayer, antes de que saltase la noticia, el propio deán aseguró que tenía órdenes de sus superiores de no pronunciarse sobre este asunto y añadió que tampoco era “lo más apropiado” por su delicada salud. Tal locuacidad dejó perplejos a los investigadores y al propio juez, convencidos de que las pistas que iba dando el deán no ayudaban en su labor de dar con el culpable. Algunas fuentes próximas al caso ponen en tela de juicio la colaboración de este y otros mandos eclesiásticos y citan las evasivas que utilizaron algunos de ellos en los interrogatorios, más de 70, que practicaron los agentes de la Brigada de Patrimonio del Cuerpo Nacional de Policía.

El Códice Calixtino o Codex Calixtinus, una joya del siglo XII que no estaba asegurada, desapareció hace justo un año, el 5 de julio de 2011, de la caja fuerte del archivo de la Catedral de Santiago en el que se custodiaba. La puerta, según confesó el deán del templo días después, no fue forzada y las llaves estaban puestas. El ladrón parecía querer dejar en evidencia el descuido en la protección de este tesoro medieval. La ausencia de medidas de seguridad contundentes causó un gran malestar en el Gobierno gallego, que en privado lamentó muchas veces la dejadez de las autoridades eclesiásticas, una lectura que el juez Vázquez Taín le ha hecho llegar también a sus colaboradores más próximos.

Los responsables del templo compostelano admitieron ya en su día que el control de las llaves de la cámara supuestamente acorazada donde se guardaba el Códice era laxo, aunque intentaron defender que se controlaba el acceso de cualquier persona ajena al templo. Fue precisamente un investigador el que echó en falta el libro y alertó al deán. Los religiosos y trabajadores de la Catedral, excompañeros del ahora detenido, peinaron las estancias de la sede y finalmente optaron por denunciar el robo. Compuesto por cinco libros y dos apéndices, aunque encuadernado en un tomo único en 1964, el códice, que nació con el objetivo de propagar la devoción por el apóstol Santiago, era una especie de guía para los peregrinos que se dirigían a la ciudad, con consejos, posibles alojamientos, descripciones de la ruta, de las obras de arte así como de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino. También contiene ricas ilustraciones y 22 piezas polifónicas que se cuentan entre las más antiguas de Europa. Mide 30 por 21 centímetros y consta de 225 folios de pergamino.

Su desaparición tuvo repercusión mundial y propició que se activase una alerta internacional con la entrada en escena de Interpol. Y aunque en un primer momento los investigadores apuntaron a que se podría tratar de un robo planificado por especialistas en tráfico internacional de obras de arte, pronto las pesquisas se centraron en la ciudad de Santiago, donde ayer se produjo la detención del extrabajador de la Catedral.

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