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Columna
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LOVA

David Trueba

A la educación pública le empieza a pasar lo que me decía Rafael Azcona que le pasaba al cine español: Que solo hablan de él cuando es para algo malo. Hay una inducción interesada en degradar lo que no responde al negocio particular y así en educación, las deficiencias de instalaciones, aglomeración de inmigrantes, carencias o inseguridad, son noticias relacionadas de manera automática con la pública. Sin embargo el servicio cotidiano, la superación y democratización, las maravillosas aventuras de muchachos que han llegado desde la nada a la universidad o a un oficio necesario gracias a la educación pública jamás resaltan entre la catástrofe diaria.

En la pasada Berlinale triunfaron los hermanos Taviani con la filmación del Julio César de Shakespeare interpretado por presos. Actores innatos, encontraron en el teatro una manera de acariciar la libertad. En Bari conocí Fabio Cavalli, el director de teatro responsable de este grupo y que también ayudó en la cárcel de Volterra a formar al protagonista de la última película de Paolo Sorrentino, ahora en Cannes. Escuché al profesor contar que los presos recitaban a Shakespeare con la pasión de quien percibe sus sentimientos personales expresados con belleza y rigor. Sentían que aquella literatura lejana hablaba de ellos desde más cerca que ellos mismos.

Hace tiempo que la iniciativa LOVA, iniciales de La ópera como vehículo de aprendizaje, ha llegado a ciertos colegios públicos españoles, permitiendo que un curso entero de chavales centre su año escolar en la creación de una ópera propia, ajustando sus conocimientos escolares al proceso. Los alumnos escriben, diseñan, producen y organizan lo que se convierte en suceso emocional y educativo que enriquece su paso por la primaria. Se puede ver en la Red el documental Crear para crecer que cuenta el proyecto adaptado a España por Mary Ruth McGinn del programa original de Gregory Pliska y Bruce Taylor. Uno de sus impulsores, Miguel Gil, está transplantado este hallazgo a la cárcel tras su jubilación como profesor. En la reivindicación de estos impulsos formativos heroicos, reside otra muestra del lujo de poseer un sistema público fuerte. Solo lo que es común representa la libertad compartida, la que pone al alcance de todos, sí, todos, las posibilidades de belleza que ofrece la vida.

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