_
_
_
_
_
65º FESTIVAL DE CANNES

Resnais y Kiarostami, dos incombustibles en La Croisette

Los directores presentan dos películas fieles a sus respectivos estilos: 'Someone in love' y 'Vous n’avez encoré rien vu'

Gregorio Belinchón
El director Alain Resnais (derecha) posa en La Croisette con Pierre Arditi (izquierda) y Sabine Azema (centro), durante la presentación de 'Vous n'avez encore rien', en Cannes.
El director Alain Resnais (derecha) posa en La Croisette con Pierre Arditi (izquierda) y Sabine Azema (centro), durante la presentación de 'Vous n'avez encore rien', en Cannes.CHRISTIAN HARTMANN (REUTERS)

Día de incombustibles en La Croisette y día de gala en especial para el cine francés, porque la película de Alain Resnais, Vous n’avez encoré rien vu, es un homenaje a los actores galos y esa interrelación tradicional del cine y el teatro francés. El otro creador a concurso, el iraní Abbas Kiarostami, tampoco ha traicionado a sus creencias fílmicas y en Like someone in love solo ha cambiado el paisaje de su obra, porque la película se desarrolla en Japón.

Alain Resnais (Vannes, 1922) lleva trabajando desde 1948, y en los últimos años sus películas se mueven entre reflexiones sobre la memoria y teatro filmado. Aquí la cosa se entremezcla: un dramaturgo (personaje ficticio) convoca vía testamento tras su muerte a los actores (todos reales, interpretándose a sí mismos) con los que trabajó en diversas versiones de Eurídice. Su ayudante enseña al grupo una grabación de una joven compañía en una última versión de Eurídice y pronto el patio de butacas actúa más que los de la pantalla, interrelacionando personajes y sentimientos. Como además la obra se ha representado en diversas épocas algunos personajes son encarnados por intérpretes de distintas edades. El papel ficticio de dramaturgo le toca a Denis Podalydés, y los actores más conocidos son Anne Consigny, Pierre Ardati, Sabine Azéma, Lambert Wilson, Anny Duperey, Hippolyte Giradot (presentes ayer en Cannes), Mathieu Amalric y Michel Piccoli. Una forma de sacar pecho para mostrar la potencia actoral francesa.

Resnais llevó el peso de la rueda de prensa, y arrancó explicando el título de la película: “Surgió en el montaje –No has visto nada todavía sería su traducción- y me pareció una buena forma de empezar, de jugar con distintos niveles, de pensar en lo poco que sabemos de nosotros y de lo que ocurre en la Tierra. Digamos que es una máscara con la que empezar”. Todo el reparto habló maravillas, del disfrute del juego de paralelismos –aunque las parejas que repiten personajes (hay dos Orfeo y dos Eurídice) confesaron que decidieron no espiar a los rivales-, y del ambiente de bromas que se respiró en el rodaje, en el que en numerosas jornadas coincidieron todos. “No puedo explicar mi emoción cuando oigo a este grupo de genios alabándome. Rodamos en 16 días con los 15 actores y es complejo contar lo bien que fue todo y lo agradecido que estoy a ellos”, confesó Resnais. “En los últimos años tengo la suerte de que vienen muchos de ellos a ofrecerse”.

Sobre el juego que cimentan la película, Resnais tuvo una larga respuesta: “En los últimos diez años he leído en muchas entrevistas a directores y actores que explicaban a su entender la enorme diferencia entre teatro y cine, dándole al primero una categoría noble y negándosela al cine. De acuerdo, hay diferencias, sobre todo técnicas. Pero hay materias y sentimientos compartidos. En ambos hay actores y otros paralelismos, y para mí es muy importante recalcarlo. Desde mi primera película he jugado en ese terreno común”. Aunque apostilló: “Para mí no hay conexiones entre esta película y el resto de mi carrera. Y desde luego no me la tomo como un testamento. Son coincidencias”.

En este certamen coinciden Emmanuelle Riva, con Amor, de Haneke, y Resnais: el cineasta dirigió a la actriz en Hiroshima, mon amour en 1959, anécdota que el director definió con pocas palabras: “Que estamos aquí aún es uno de esos regalos de la vida, de esas coincidencias de las que estamos hablando esta mañana constantemente”. Y eso le llevó a hablar sobre los recuerdos y la muerte, afrontados de forma amable en su película. “Es imposible responder a todo eso. La muerte es, obviamente, inevitable, y por eso hay tantas y tantas obras sobre ella. En fin, no creo que quieras una conferencia universitaria”. Sí le gustó recordar los tiempos en que las películas eran mudas y les acompañaban pianos u orquestas en las salas. “Sospecho que algo de eso está en este trabajo”, comentaba sin quitarse las gafas de sol, necesarias por la fuerza de los focos en la sala de prensa.

Abbas Kiarostami tampoco ha traicionado su estilo. En Like someone in love sumerge al espectador en un día de la vida de una estudiante dedicada a la prostitución y su relación con un viejo profesor –nuevo cliente- y su novio, que sospecha a qué se dedica la chica por la noche. De ritmo pausado, sin casi cortes en la edición, con desde luego aciertos puntuales (impagable la vecina cotorra del profesor o la relación de este viejo traductor con la tecnología), lo parsimonioso de su desarrollo ha provocado muy diversas reacciones entre la prensa en Cannes. Como decía un crítico español, Like someone in love gana más contada que vista, y crece en los corrillos posproyección. No parece que haya Palma de Oro para el padrino del cine iraní.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_