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La gran voltereta de Sarah Palin

Canal + estrena esta noche 'Game Change', una película que retrata la campaña presidencial republicana de 2008

“Esto no es una campaña. Es un reality show de los malos”. Con esa frase, Steve Schmidt, asesor de John McCain e interpretado por Woody Harrelson en la película Game Change, se enfrenta a lo innegable: la elección de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia en las elecciones de 2008 ha sido una decisión nefasta, que se ha llevado por delante la campaña del veterano senador republicano. Finalmente, más que para un mal reality, aquellos hechos han dado para una detallada dramatización, correcta en el análisis político y certera en el retrato personal.

Game Change, que hoy emite Canal + 1 a las 22:00, se basa en un libro del mismo título, publicado en 2010 por los periodistas John Heilemann y Mark Halperin. Reduce su trama a un sólo y único drama: el de Sarah Palin, extraída del averno político de Alaska, para verse a las puertas mismas de la Casa Blanca. Es la tragedia de una mujer superada por las circunstancias, falta de preparación para el reto al que se enfrenta, carcomida por la desconfianza de la campaña de McCain, que es, irónicamente, la que la eligió en un primer momento.

La actriz norteamericana Julianne Moore se crece ante el reto. Su interpretación de Palin es apasionada, pero acometida con cierto distanciamiento, lo que le permite al espectador distinguir cuándo Palin pasa de víctima a victimaria, algo que hace con frecuencia. Moore se sometió a una serie de alteraciones físicas, desde sesiones de bronceado a un agrandamiento del iris con lentes de contacto, para lograr un mayor parecido con la candidata.

Lo cierto es que parece que Moore pasó más tiempo preparándose para su papel que el equipo de McCain investigando el pasado de Palin y decidiendo si estaba lo suficientemente preparada para el reto. Todo queda claro en uno de los momentos cruciales del guión, cuando Schmidt le explica a McCain, interpretado por Ed Harris, que no ganará la presidencia si elige a un posible vicepresidente varón. Necesita apelar al voto femenino. “Pues encontradme a una mujer”, le dice McCain. “Cualquiera”, podría añadir.

“Es una mujer con pistolas, John. Las bases van a estar dando volteretas”, le dice Schmidt en un momento, defendiendo la elección de Palin. Pronto se dará cuenta de su grave error. ‘Game Change’ muestra las bambalinas de la campaña de 2008, una de las que más atención ha suscitado en las décadas recientes. A la Palin que vieron las cámaras de televisión, la película contrapone otra Palin, una mujer en muchas ocasiones al borde del derrumbe emocional, víctima de su propia osadía al aceptar una labor para la que no está preparada, ni profesional ni emocionalmente.

En el largometraje abundan los momentos en que Palin llora, a punto, parece, de tirar la toalla, cediendo ante la presión de una campaña, la de McCain, que la ha elegido para luego denostarla sin demasiado disimulo. Este propio film es un momento último de venganza cruel. En el libro original no se citan fuentes. Pero en el guión, sin embargo, queda claro quién fue la garganta profunda que regaló todos los detalles de lo que pasó en 2008: Schmidt.

La historia se cuenta, eminentemente, desde el punto de vista de Schmidt, un operativo republicano que provenía de asesorar a George W. Bush y Dick Cheney en la Casa Blanca. Es de hecho, la narración detallada de un gran fracaso, el suyo propio, propiciado por una apuesta de elevado riesgo, como es la elección de la propia Palin. En un momento, él se hunde ante McCain, dándose cuenta del gran error que ha cometido: “Siento habértela propuesto, John”, le dice a su jefe.

El filme retrata a Palin como una mujer acosada no sólo por las críticas de los periodistas, sino por su propia vulnerabilidad ante ellas. En eso, el retrato que se hace de ella es también certero. Cuando la cadena HBO emitió el telefilm en EE UU, Palin lo criticó profusamente, tachándolo en varias ocasiones de cúmulo de mentiras. Paralelamente, dijo también muchas veces que no lo había visto. Son esas contradicciones las que quedan fielmente plasmadas en este largometraje.

La noche electoral de noviembre de 2008, en Arizona, ante la apabullante victoria de Obama, la campaña de McCain y Palin se derrumbó, carcomida por luchas intestinas. Sobre el estrado, los periodistas reunidos en Phoenix vimos al candidato asumir sus responsabilidades con dignidad, mientras Palin aparecía compungida, al margen. La tensión era patente. Intuíamos que algo había sucedido entre los dos candidatos. Un relato como el de Game Change ofrece, detalladas, las explicaciones necesarias para entender el desafortunado final de aquella arriesgada voltereta.

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