_
_
_
_
Tentaciones
_

Guitarras con destino Londres

Desde que Joaquín Sabina viviera en Londres cada vez más músicos españoles eligen la ciudad para buscarse un futuro en la música En 2010 se instalaron en el Reino Unido más de 4.500 españoles.

Jorge Ramírez Escudero, Hyperpotamus.
Jorge Ramírez Escudero, Hyperpotamus.

En la página web de The Guardian hay una sección llamada New band of the day. Una forma no muy original pero sí bastante práctica de dar salida a las propuestas más destacadas de la música británica. Un cajón de sastre por el que de vez en cuando pasa una futura estrella… y en cuyo capítulo 1.199 se habla de “un hombre-orquesta sin orquesta, con una voz de oro y un pedal de loop”. Algunos le llaman Hyperpotamus y otros, Jorge Ramírez Escudero.

"Nací en Japón y hasta los 13 años viví en Londres, Bruselas y Santiago de Chile, pero mis padres son de Bilbao y donde más tiempo he pasado es en Madrid”, explica el hombre-orquesta. “Decidí volverme a Londres por muchas razones. La principal fue haber fichado por la editorial Feraltone pero me olía que la crisis iba a durar mucho y abandoné el barco antes de que se hundiera”. Jorge ha sido uno de los últimos en incorporarse al bote salvavidas británico. Pero, aunque no hay forma de averiguar cuántos músicos españoles viven actualmente en Inglaterra, todo apunta a que son muchos... y cada vez más.

Los datos del INE revelan que en 2010 se instalaron en el Reino Unido más de 4.500 españoles. Una cifra inexacta, con toda seguridad, porque abundan los residentes que no se han dado de alta en registro alguno, pero que confirma una tendencia alentada por la crisis y por los vuelos de bajo coste, que el pucelano David Casarejos –DJ Senor Casarejos en la discoteca Carpe Diem de Leeds – también dice haber percibido: “La llegada de españoles ha subido exponencialmente en los últimos meses”.

Está claro que los músicos son solo una minoría pero, por citar solo a algunos de los más mediáticos, Marc y Belly, de Dorian, decidieron mudarse a Londres en 2010 para formar After After Hours. Y ahí está también Lupe Núñez-Fernández, el 50% de Amor de Días.

El frontman de Dorian explica que ellos no hicieron las maletas huyendo de la crisis sino, sobre todo, para empaparse de “otras músicas”. De hecho ha sido el dinero lo que les ha devuelto a casa: “Vivir en Londres es muy caro así que, como íbamos a estar medio año fuera, grabando nuevas canciones y de gira, decidimos regresar temporalmente”.

¿Pero qué tiene Londres que no tengan Madrid o Barcelona? “Hemos descubierto muchísima música, hemos conocido a gente increíble y también hemos vuelto al barro de los garitos, a las peleas con promotores chorizos y, en definitiva, a todo lo que supone empezar de cero”, explica Marc. Y Lupe, de Amor de Días, asegura que Londres te da acceso a “un contexto musical y artístico con mucha energía creativa, muy internacional y muy independiente”.

Lupe Núñez-Fernández y Alasdair Maclean (de The Clientele) forman el dúo Amor de Días.
Lupe Núñez-Fernández y Alasdair Maclean (de The Clientele) forman el dúo Amor de Días.

Jorge, de Hyperpotamus, señala que las “oportunidades” que te da Londres son la cara. En su caso, la grabación de un disco y la posibilidad de hacer música para cine o publicidad. Pero que también existe una cruz porque “la competencia es fuerte. Hay que insistir, insistir e insistir… y claro, mientras tanto no te olvides de pagar el alquiler”.

A algunos les ha ido bastante bien, como a Oskar Vizán, que lleva 17 años en Londres y además de haber publicado varios discos, y de haber tocado por todo el mundo junto al productor Talvin Singh (Björk, Madonna, Massive Attack, etc), ahora ha montado su propio sello (Fotone) y está a punto de dar a luz un nuevo proyecto en el que mezcla “surf, rock y shoegaze”: Spectre Spector.

“La competencia es fuerte. Hay que insistir, insistir e insistir…"

Otros acaban de llegar, como el bilbaíno Xabier Oiarbide, y para ver cumplido su sueño apuestan por promotores que, previo paso por caja (1.450 libras, en su caso), te ayudan a grabar un par de temas en un estudio profesional, y luego los mueven durante un año y medio. Radios, discográficas, locales de música en directo… “Aquí, si quieres tocar, tienes donde hacerlo. En España todo es gratis y muchas veces tenías que acabar dando las gracias y arrastrándote por hacer tu trabajo”.

¿La dictadura del todo o nada?

Javier Vielba, voz y guitarra de Arizona Baby y Los Corizonas, llegó a la capital británica en 2004 y compaginó su vocación musical con trabajos normales (en una tienda de discos o como profesor suplente de instituto). Al cabo de unos meses ingresó en The Rebecas como sustituto de Pat Walden, guitarrista de los Babyshambles de Pete Doherty.

En el centro, Javier Vielba, con Los Corizonas.
En el centro, Javier Vielba, con Los Corizonas.

“En dos años dimos más de 75 conciertos. Tocamos en todos los garitos míticos de Londres: en el 1001, en The Bull & Gate… Sitios por los que habían pasado U2, Oasis o Nirvana”, dice. “Teníamos un estilo parecido al de Arcade Fire o dEUS y la revista NME nos nombró una de las cinco bandas sin contrato discográfico más interesantes del momento. Pero lo más que ganamos fue en cerveza y alguna que otra propinilla para gasolina”.

“En España puedes ir tirando pero en Londres no existe la clase media. O pierdes dinero o vives de puta madre, como les pasó a los chicos de Bloc Party, que ensayaban en el local de al lado y ¡pum! De repente pasaron de estar como nosotros a sacar el disco y tocar en grandes festivales… ¡A Pat (Walden), por ejemplo, le regalaban una guitarra nueva cada dos o tres meses!”.

Una murciana en la final de ‘The X Factor UK’

A Ruth Lorenzo también le regalan las guitarras. En 2008 fue una de las finalistas de la edición británica de The X Factor y la discográfica EMI no tardó demasiado en ofrecerle un de esos contratos con muchos ceros. Su historia es, ciertamente, una entre un millón. “Yo trabajaba cantando los fines de semana en Polaris World [una macro urbanización murciana con campos golf]… y, como la mayoría de los clientes eran ingleses, un día me trajeron un formulario del The X Factor británico”.

Ruth Lorenzo en The X Factor .

Meses después se había convertido en una auténtica celebridad en el Reino Unido. Mucho más que en España, de hecho, donde por cierto nunca pasó de la segunda audición en los castings de Operación Triunfo. “Llegué sin nada y ahora tengo un equipo de personas trabajando para mí… ¡y estoy grabando con Jeff Beck!”.

"Los ingleses son más indiferentes que activamente hostiles”.

Fan de Muse, Amaral y José Luis Perales (“mi sueño es sentarme a escribir con él”), Ruth señala que en el Reino Unido el público es más respetuoso, y que Londres ofrece más posibilidades de hacer “cosas distintas”. Una opinión casi idéntica a la que expresa Marie Lasalle en la novela Alta fidelidad, y que su autor, Nick Hornby, justifica con el hecho de que, probablemente, los ingleses sean “más indiferentes que activamente hostiles”. Sea como sea, en unos meses Ruth publicará su primer disco (íntegramente en inglés), y también un EP con cuatro temas en castellano.

Londres ya era Londres en los 70

Joaquín Sabina llegó a la capital del Támesis en 1970, 12 años antes de que naciera Ruth Lorenzo. Pero al genio de Úbeda no le esperaba ningún casting. De hecho, más que un viaje fue una huida. “Yo no elegí Londres. Londres me eligió a mí”, explica por teléfono. “Por aquel entonces tenía una novia inglesa que había conocido en la Universidad de Granada y, aunque no tenía ni pasaporte, conocí a un tipo que se llamaba Mariano Zugasti y que me regaló el suyo… así que solo tuve que cambiarle la foto”.

"En el ambiente más underground, el de los guetos de inmigrantes, que es por donde me movía yo: había un hervidero artístico muy interesante".

Sabina vivió de okupa y empezó a ganarse la vida tocando en las calles y en el metro. “Cantaba canciones de Bob Dylan, de Paco Ibáñez y de Serrat, que en aquel entonces ya era Dios”. Era el Londres de la resaca “post-Beatles y Rolling Stones. Estaban los punkies, los hippies, los beats… Y en el ambiente más underground, el de los guetos de inmigrantes, que es por donde me movía yo: había un hervidero artístico muy interesante”.

Joaquín Sabina regresó a España en 1976, “cargado de sones blueseros anglosajones” que, según dice, le hicieron “mucho bien”. A aquella novia inglesa lleva años buscándola por Internet pero no ha vuelto a saber nada de ella. Y a Londres, aunque “de la Thatcher pacá está un poco de capa caída”, vuelve al menos una vez al año para pasear y buscar su “juventud perdida en los rincones de Portobello”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_