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Arte para ver, escuchar y oler

Arts Santa Mònica nos convida a afinar el olfato con la exposición 'Olor Color'

El arte ha sido, tradicionalmente, una experiencia para ser vista. La pintura y la escultura -la arquitectura menos- despierta nuestro interés tras ser percibidas por nuestro sentido de la vista. Pero la cosa ha cambiado y, desde hace años, han entrado en acción el resto de los sentidos. Primero el oído y más tarde el olfato. La exposición "Olor Color. Química, Arte y Pedagogía" que se puede ver en el Arts Santa Mònica de Barcelona (Espacio Archivo) hasta el 25 de septiembre, es una experiencia para poner a punto nuestro tercer sentido: el de la nariz.

A partir de 88 obras de artistas nacionales e internacionales de la talla de Salvador Dalí, Miquel Barceló, Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, Jaume Plensa, Rebecca Horn, Joan Brossa, Christo y un largo etcétera. Todas pertenecientes a la colección de Ernesto Ventós, un empresario vinculado, como no podía ver de otra forma, al mundo de la perfumería. El centro de arte de las ramblas propone un experimento: descubrir las sensaciones olfativas que se esconden en las obras tras clasificarlas en una tabla periódica de colores y olores, como si lo hubiera hecho un perfumista.

El propio Ventós recibe a los visitantes, podríamos decir que casi literalmente. Eugenio Merino es el autor de la escultura The Smell of Art en la que reproduce a tamaño natural y de forma hiperrealista al coleccionista de rodillas y portando entre sus manos, como si fuera una ofrenda, una de las piezas más "olorosas" de la historia del arte: una lata de Mierda de artista, en las que el italiano Manzoni aseguró que había guardado sus excrementos.

El origen de la colección de Ventós está en la exposición "Suggestions olfactives" que organizó en 1978 la Fundación Miró en la que participaron varios perfumistas (entre ellos Ventós) y tenía como protagonista el olor. Entonces Ventós comenzó a entablar contactos con galeristas y sintió la necesidad de reunir obras como Lavanda, de Albert Ràfols Casamada, en la que el pintor a partir de dos colores, el verde y el lila nos obliga casi a olisquear. Luego vinieron la enorme fotografía de Robert Mapplethorpe de una rosa (en blanco y negro) que invita a acercar nuestro apéndice nasal; "Lo spiedino", un bronce pintado de Barceló que recuerda un tubérculo, "Sardinas", una caja llena de sardinas de Hannah Collins, o el cadáver en descomposición del mexicano Enrique Marty. Muchas de las obras es la primera vez que se muestran en público. Para Ventós, el atractivo de todas ellas no es su valor artístico o estético, o la importancia de su creador, sino la experiencia olfativa que producen. "No compro nunca una obra de arte si no huele", aseguró el coleccionista durante la inauguración de la exposición. Un consejo práctico: abstenerse los que estén con congestión nasal. Se disfrutará a medias.

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