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'Pa negre' arrasa en los Goya con nueve estatuillas

'También la lluvia' y 'Buried' se llevan tres premios; 'Lope' y 'Balada triste de trompeta', dos - Javier Bardem gana con 'Biutiful' - "Internet es la salvación de nuestro cine", afirma Alex de la Iglesia en su discurso

Ya puede Buenafuente acelerar la gala, que en el momento de recoger un premio todo el mundo tiene pareja y familia. Ya pueden Andreu y el equipo del Terrat idear videos imaginativos, resumir en un corto inicial el cine español y de paso explicar cómo resucita un presentador asesinado en la anterior gala que los Goya no dejan de ser una entrega de premios, antes que un programa televisivo. Pero este año, en su XXV aniversario, sí que hubo una gran novedad en los Goya: por primera vez triunfó una película hablada en catalán, Pa negre, de Agustí Villaronga, que se llevó nueve estatuillas, entre ellas las de mejor película y director.

A la entrada Iciar Bollain, vicepresidenta de la Academia, había augurado: "Serán repartidos". Pero las dos películas con más candidaturas, También la lluvia y Balada triste de trompeta, se quedaron muy lejos, con tres premios la primera y dos la segunda. Hubo otras tradiciones que se cumplieron: las dos personas más premiadas de la historia de los premios, el compositor Alberto Iglesias y el técnico de efectos especiales Reyes Abades, lograron cada uno su estatuilla, con lo que siguen empatados con nueve. También que la gala acabase por hacerse interminable: tres horas y cinco minutos y sin interrupciones publicitarias.

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Pa negre, sexto largometraje de Villaronga, marca un hito. Es llamativo que antes hayan ganado filmes en inglés el Goya principal que en otra lengua oficial del estado distinta al castellano. "No la había pensado mucho hasta esta mañana", decía Villaronga, que ve como su estatus de cineasta de culto por un creador con voz propia y tirón en la taquilla.

Javier Bardem se llevó el Goya al mejor actor por Biutiful y calienta así motores para los Oscar. En el momento de apertura del sobre se coló Jimmy Jump, el de la barreneta, experto en colarse en lugares complejos... como el escenario del Real. Dio un poco de emoción a un 'cabezón' que parecía cantado. El palco real estaba vacío; y qué, Bardem estaba en primera fila y Biutiful le dio su quinto Goya, convirtiéndose en el intérprete con más premios de la historia. Si en el escenario recordó a su mujer y su hijo "que hacen que me despierte con una sonrisa", en la sala de prensa mordió la estatuilla, y aseguró: "Yo quiero seguir trabajando, no hay actor en este mundo que no tema por su trabajo". Para su majestad, "este premio significa mucho para la película; estoy en un buen momento, pero yo nunca me he casado con la victoria ni con la derrota, solo con el trabajo". En un momento más banal, dijo que el goya se queda en casa. Y volvió a profesión: "Estoy leyendo cosas... Con un guión como Biutiful , bien escrito, no hay forma de hacerlo mal". ¿Y el Oscar? "Los premios son una lotería". Y desgranó algunos de sus mandamientos artísticos: "No creo en fronteras ni banderas, sino que trabajemos en el mismo latido. Busco personajes que sean seres humanos, con sus contradicciones".

Era un premio sin mucho morbo, todo lo contrario que el esperado discurso de Alex de la Iglesia: "El día de hoy ha llegado porque hace 25 años, doce profesionales de nuestro cine, en medio de una crisis tan grave como la nuestra, caminaron juntos a pesar de sus diferencias. Quiero empezar este discurso felicitando a los fundadores de la Academia". Y siguió "Puede parecer que llegamos a este día separados, con puntos de vista diferentes en temas fundamentales. Es el resultado de la lucha de cada uno por sus convicciones. Y nada más. Porque en realidad, todos estamos en lo mismo, que es la defensa del cine. Quiero por ello felicitar y agradecer a todos los que estáis aquí, por caminar juntos en la diferencia, y hasta en la divergencia". De la Iglesia habló del ruido del cine español, del choque de posturas "aparatoso": "Pero la discusión no es en vano, no es frívola y no es precipitada". Para el presidente de la Academia, hasta que haya elecciones, "una película no es película hasta que alguien se sienta delante y la ve. La esencia del cine se define por dos conceptos: una pantalla, y una gente que la disfruta. Sin público esto no tiene sentido. No podemos olvidar eso jamás. Dicen que he provocado una crisis. Crisis, en griego, significa cambio. Y el cambio es acción. Estamos en un punto de no retorno y es el momento de actuar. No hay marcha atrás. Las reglas del juego han cambiado. Internet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente. Internet es la manera de comunicarse que utilizan cientos de millones de personas. Internet es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo. Quiero decir claramente que no tenemos miedo a Internet porque es, precisamente, la salvación de nuestro cine. Sólo ganaremos al futuro si somos nosotros los que innovamos, adelantándonos con propuestas imaginativas". Como el día de la fiesta de los nominados, recordó a todos los que se dejan la piel en el cine español, a los 30.000 trabajadores. "Tenemos que estar a la altura del privilegio que la sociedad nos ofrece". Y de su paso por la Academia, dijo "Han sido los dos años más felices de mi vida".

Las 15 candidaturas de Balada triste de trompeta, las 14 de Pa negre , las 13 de También la lluvia y las 10 de Buried se tradujeron en 2 estatuillas para la película de De la Iglesia, 9 para la de Agustí Villaronga, 3 para la de Iciar Bollain y 3 para la de Cortés. No estaba el británico Tom Hooper para recoger el Goya a la mejor película europea con El discurso del rey , y sí el chileno Matías Bize, el premio al largometraje hispanoamericano por La vida de los peces .

Además de Bardem, en los apartados interpretativos se llevaron los premios Nora Navas, como mejor actriz por Pa negre (se había llevado la Concha de Plata); Karra Elejalde, actor secundario con También la lluvia ; Laia Marull, actriz secundaria con Pa negre ; y los niños de Pa negre fueron los revelados: Marina Comas y Francesc Colomer. También fue el mejor guion adaptado para Agustí Villaronga por su traslación de la novela de Emili Teixidor; y el original para Chris Sparling, que durante años luchó para que su libreto de Buried saliera adelante. Hubo también extraños en el escenario: el diseñador Javier Mariscal, codirector junto a Fernando Trueba de la ganadora del largo de animación, Chico y Rita, o el expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall, protagonista del documental triunfador: Bicicleta, cuchara, manzana .

El ambiente de fiesta se sentía en la alfombra roja, montada por primera vez en la calle y, obviamente, montada por primera vez delante del Palacio Real. Desde luego, el entorno merecía la pena. Y solo la manifestación de los miembros de Anonymus , que habían tumbado previamente las webs de la Academia y de los Goya, además de la lluvia que cayó al inicio del paseíllo, puso nerviosas a las estrellas del cine español. Porque para los premios parecía que había habido grandes consumos de valerianas en casa. Al final de ese desfile pasaron la vicepresidenta económica Elena Salgado, y tres ministros: Miguel Sebastián (Industria), Leire Pajín (Sanidad) y, obviamente, Ángeles González-Sinde.

En esa alfombra roja, más allá de ver a un maestro como el francés Jacques Audiard hacer fotos a los periodistas, supuso una muestra de músculo del cine español, de trajes y diseño, de guapos y guapas. Y de talento y gente muy distinta: Pasqual Maragall y Norman Foster pudieron convivir en una alfombra roja, no como el espídico Javier Bardem, que llegó, saludó y a la butaca. Que Buenafuente arrancaba una ceremonia no tan brillante como la del año anterior y a la que le faltaron las sorpresas del año anterior.

Los premiados posan en la foto de familia después de la 25 gala de los Goya.
Los premiados posan en la foto de familia después de la 25 gala de los Goya.REUTERS/ Juan Medina
El director y presidente de la Academia, Alex de la Iglesia, recibe a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde.
El director y presidente de la Academia, Alex de la Iglesia, recibe a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde.REUTERS/ Juan Medina
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