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Muere Arthur Penn, el director de la crudeza y la violencia

El realizador de películas como Bonnie & Clyde o La jauría humana fallece a los 88 años en su casa de Manhattan

ARCHIVO

Ha muerto Arthur Penn. Ha muerto el cineasta de la violencia y la humanidad, el hombre que con un solo filme,Bonnie y Clyde, agitó hasta los cimientos la industria del cine con su crudo retrato de un amor marcado por la fatalidad.

Arthur Penn (Filadelfia, 1922) forma parte de una generación, la de los sesenta, correa de transmisión entre los cineastas más clásicos de la década anterior y los renovadores de los setenta como Coppola, Scorsese, Schrader o Ashby. Como Frankenheimer o Lumet, Penn empezó en la televisión en los cincuenta, donde por ejemplo ya dirigió una versión de El milagro de Anna Sullivan (consiguió una candidatura a los Emmy). Cinco años más tarde supo cambiar su visión, transformar el guión -escrito originalmente para aquel filme televisivo- para el cine y lograr 'oscars' para su actriz principal, Anne Bancroft, y su secundaria, Patty Duke.

El milagro de Anna Sullivan confirmaba el talento mostrado en su debut en el largo con El zurdo (1957), un western más allá del género en sí. Despedido del rodaje de El tren, que remató su amigo John Frankenheimer, y tras Acosado (1965) -con Warren Beatty como protagonista-, Penn enlazó los dos títulos que le encubraron: La jauría humana (1966) -aunque mutilada en montaje por su productor, Sam Spiegel- y Bonnie y Clyde (1967). Como decía Paul Schrader: "Penn trajo la sensibilidad de los filmes más artísticos europeos a la cultura americana", y eso se nota en esos dos filmes, ollas a presión de rabia y violencia.

Más aún, Bonnie y Clyde rompió los esquemas tradicionales que maniataban Hollywood -el código de 1934- y mostró en la pantalla explícitos mensajes sexuales (como los juegos entre los dos pistoleros con sus armas) y sangre y vísceras. La gente no fallecía en Bonnie y Clyde, sino que la gente moría, y lo hacía con un estallido como en la vida real, y como en el final de filme, cuando a cámara lenta vemos caer acribillados a Clyde (Warren Beatty) y Bonnie (Faye Dunaway) en una balacera que abrió la espita a títulos como Grupo salvaje. Como Coppola confesó años después, sin esa secuencia final no hubiera sido posible el tiroteo mortal de Sonny Corleone en El padrino. Hollywood se dividió en dos partes: unos, con este filme producido por Warren Beatty, que supo subirse a la ola, lograron que se llevara diez candidaturas a la estatuilla de Hollywood, pero otros, aún la mayoría, cercenaron su triunfo aupando a filmes como Adivina quién viene esta noche.

Penn había cogido perfectamente el pulso del momento, el cine que la gente joven quería ver, y a su Bonnie y Clyde le siguieron títulos de otros directores como Easy rider, de Dennis Hopper, El graduado, de Mike Nichols, y Malas tierras, de Terrence Malick... El director siguió por esa senda con El restaurante de Alicia y Pequeño gran hombre. Pero los tiempos cambiaron, y cuando en 1975 Penn estrenó La noche se mueve, una pequeña joya de orfebrería, el cine se movía en otra dirección: la gente prefería Tiburón, y Penn se refugió en Broadway (siempre volvía al teatro en sus malas rachas).

Hasta el final de sus días, sus trabajos fueron muy irregulares: Missouri (1976), Georgia (1981) o Agente doble en Berlín (1985) contienen chispas de buen cine, pero no son obras mayores. Con Muerte en invierno (1987) inició su retirada hacia la televisión. Hoy ha fallecido a los 88 años (según ha anunciado su contable, que no ha dado más detalles), un año más tarde que su hermano mayor, el fotógrafo Irving Penn. En los últimos tiempos viajó recibiendo homenajes en festivales como el de San Sebastián, donde se le dedicó un ciclo en 1998... y le entregó la Concha de Plata a la mejor dirección a Fernando León, que concursaba con Barrio.

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