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Un país en el cenagal

No es casualidad que en el prólogo a 'Queríamos tanto a Luis', el periodista Ernesto Ekaizer cite 'La comedia humana', de Balzac

Guillermo Altares

No es casualidad que en el prólogo a Queríamos tanto a Luis, el periodista Ernesto Ekaizer cite La comedia humana, de Balzac. Con este fresco de casi 100 volúmenes, el inventor de la novela moderna trató de retratar la sociedad de su época, sus miserias y sus ambiciones, la lucha desatada por el poder y el dinero. Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular procesado por corrupción, podría ser un personaje de aquel relato. De hecho, ya ha sido objeto de una película y de una obra de teatro. Es difícil que un personaje que encarna como pocos una época en la que España se hundió en el fango de la corrupción no siga emergiendo en obras que van más allá de la actualidad diaria. En este caso se trata de un libro que responde a la mejor tradición del periodismo de investigación, que relata no sólo la historia de Bárcenas, sino también las tramas que rodearon al personaje, desde la publicación de sus famosos papeles por parte de este diario hasta los movimientos desde el Gobierno para tratar de frenar investigaciones judiciales, pasando por la correspondencia entre el presidente del Gobierno y el tesoro caído en desgracia. “Luis. Te entiendo. Sé fuerte”, el SMS que Mariano Rajoy envió a Bárcenas.

No importa que se hayan seguido de cerca las noticias. Es apasionante poder mirar por el ojo de la cerradura y percibir lo que ocurría en reuniones entre políticos del PP, que trataban de minimizar daños y ocultar corrupciones o sobrevivir a guerras internas. Se contemplan chantajes para introducir ciertos nombres en las listas electorales a cambio de silencios o se puede seguir el proceso de publicación de los papeles por parte de EL PAÍS.

La historia de Bárcenas está jalonada de momentos dignos de los Monty Python. El extesorero y senador del PP, que había negado incluso a sus abogados que escondía dinero en Suiza, tuvo en marzo de 2010 la feliz idea de irse a esquiar a Alaska, en un viaje para millonarios en el que los deportistas son trasladados en helicópteros a cumbres vírgenes. Pidió a la gestora de una de sus cuentas en Suiza, que creía a salvo, que le entregase una Visa de 25.000 euros mensuales. Pero no cayó en la cuenta de que así activaba el mecanismo “persona expuesta políticamente” (PEP), pensado para tratar de frenar la corrupción de políticos, y alertó a la policía helvética pero también española. La historia de aquella tarjeta es mucho más que un error (o una estupidez): refleja la sensación de impunidad ante la corrupción que se apoderó de un país. Allí empezó todo, la justicia comenzó a tirar del hilo. Queríamos tanto a Luis refleja una triste comedia humana, uno de los momentos más bajos de la historia reciente de un país que pasó de manera ejemplar de una dictadura a una democracia plena, pero que no supo frenar la avaricia y la ambición despiadada que simboliza este tesorero caído en desgracia.

Queríamos tanto a Luis. Ernesto Ekaizer. Temas de Hoy. Barcelona, 2015. 376 páginas. 19,90 euros.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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