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Noches de cine y fútbol en Yamena

Los cineclubs de la capital de Chad se llenan de jóvenes ávidos de filmes, partidos del Madrid y el Barça o telenovelas

José Naranjo
Espectadores del cine de barrio Perseverance, uno de los varios cineclubs en la capital de Chad.
Espectadores del cine de barrio Perseverance, uno de los varios cineclubs en la capital de Chad.Alfredo Cáliz

Miércoles por la noche. En pleno centro de Yamena, la capital de Chad, unas 300 personas sentadas en bancos de madera, algunas en el suelo, no dejan de mirar la pantalla gigante. En el cine Perseverance, en realidad un patio a cielo abierto con un gran árbol en el centro, hoy se proyecta Destino Fugitivo, un dramón 100% chadiano sobre el éxodo rural. No muy lejos, en la sala Rond Point del popular barrio de Dembe tampoco cabe un alma. Toca una peli india: taquillazo asegurado.

Más de 200 cineclubs al aire libre como estos salpican Yamena y cada noche no cabe ni un alfiler. ¿La clave de su éxito? Unos precios muy populares por sesión (de 10 a 15 céntimos de euro), la escasa oferta de ocio alternativo en la ciudad y su simbiosis con el heterogéneo gusto del espectador: emiten de telenovelas a partidos de fútbol de la Liga Española, pero, sobre todo, cine: Bollywood, Hollywood y producción local. Mucha película de acción y comedias románticas, artes marciales, besos y carcajadas casi en igual proporción. “A los chadianos nos gusta reír”, dice un espectador.

El cineclub Perseverance es uno de los más antiguos. Su actual propietario, Ernest Madjimbaye, ni siquiera recuerda cuándo empezaron a usar este inmenso patio de tierra para proyectar películas y series. “Tenemos dos sesiones, una a las seis de la tarde y otra a las ocho, y siempre está lleno”, explica. Abakar Gué, encargado del Rond Point, cifra sus beneficios en unos 30 euros diarios, nada mal para Chad. “En la primera sesión solemos proyectar cine americano, pero reservamos los fines de semana para producciones locales”, dice Gué.

Sí, cine chadiano. Pese a ser uno de los países más pobres del mundo, existe una pequeña industria cinematográfica amateur que logra captar la atención del público. Saleh Mahamat Adoum, de 26 años, es un joven director. Empezó haciendo teatro con una compañía infantil hasta que cuando tenía 14 cayó en sus manos una pequeña cámara: “Quedé fascinado. Me sumergí en Internet y busqué todo lo que había sobre realización. Me formé yo mismo”. Sus filmes son sencillos, con poquísimos medios y actores locales.

El primer largo de Mahamat Hisséne Adoum, de 32, fue La Aventura de Noura (2006), relato de una prostituta que intenta sobrevivir en el ambiente más sórdido de Yamena. La historia de Adoum es sorprendente. De tanto ver cine indio, ya habla el idioma; acaba de rodar la primera película chadiana al estilo de Bollywood.

La relación entre Yamena y el celuloide viene de atrás. El cine Normandie, la única sala cubierta de la ciudad, reabrió hace cinco años. Terminado de construir en 1955 por dos hermanos armenios que emigraron a Yamena tras la II Guerra Mundial, el Normandie fue el faro de la cultura en la capital chadiana durante veinte años, hasta 1979, cuando la guerra acabó con la paciencia de sus propietarios, que dejaron el país. El lento ocaso del Normandie culminó con su cierre en 1990, cuando se convirtió en refugio de personas sin techo. Hace un lustro, el Gobierno de Chad decidió rescatarlo del olvido.

"Los trabajos terminaron a finales de 2010 y la sala se inauguró oficialmente en enero de 2011, coincidiendo con el 50º aniversario de la independencia del país", recuerda Serge Coelo, un cineasta a quien el Ministerio de Cultura encargó su gestión. “El problema de esta sala es que todo se degrada rápido a causa de la humedad, el polvo, el calor”, añade. Desde 2011, el Normandie, con un aforo de 440 espectadores, exhibe películas en formato digital, lo que le permite estrenarlas a la vez que en Europa. 

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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